sábado, 27 de octubre de 2012

La UNIDAD como PLENITUD

UNIDAD Y PLENITUD
          Conforme avanza la carta a los cristianos de Éfeso, Pablo se va enardeciendo más en su exposición.  Entre su situación de “prisionero por Cristo” y la mayor capacidad de aquella comunidad de cristianos, ha ido creciendo el contenido de su carta.  Si “a cada uno de nosotros se nos ha dado la gracia según la medida del don de Cristo”, es evidente que se nos ha dado la Gracia sin medida. Y eso queda corroborado en que el día que Jesus subió al Cielo –cerrando así su misión directa en la tierra- no subió solo, sino que “ya llevó consigo –cautivos de su amor- a cuantos habían esperado ese momento en que se abriera el Cielo por la redención que nos ganó con su Sangre”.
             No se ha quedado ah el apóstol Pabloí. Jesús repartió dones y constituyó apóstoles a unos hombres, y a otros, evangelistas, pastores y doctores…, pero no como prebendas por sus valores o “sus enchufes” sino “para el servicio y perfeccionamiento de los fieles”.  Se trataba nada menos que de la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que llegáramos todos a LA UNIDAD EN LA FE Y EN EL CONOCIMIENTO DEL HIJO DE DIOS y, de esa manera a la la madurez del Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
             Y explica Pablo hacia dónde va todo eso: “Para que no seas niños sacudidos por las olas y llevados al retortero por cualquier viento de doctrina”.  Creo que muy bien se puede extender a algo distinto, e incluso de más detalle concreto.  Si se habla de UNIDAD, no habla Pablo de ciencia ficción. “Unidad” lleva el signo de la paz (que es todo lo contrario de las guerras bajeras que se establecen a cualquier nivel, por el amor propio, por las autosuficiencias, por las posiciones extremas, por los dogmatismos, por las visiones miopes).  Desde luego no es así como Pablo concibe al HOMBRE PERFECTO, y mucho menos si ha de ser según la medida de Cristo en su plenitud.  Eso es claro como la luz del día. Por eso habla de “niños que sacudidos o llevados al retortero”,  caen en la trampa que camufladamente conduce al error.  Y entonces vuelve a tomar vuelos el discurso de los pensamientos y sentimiento del Apóstol para apuntar a la altura de la Cabeza, Cristo, realizando la verdad en el amor para hacer crecer todas las cosas HACIE ÉL, que es la Cabeza, de la cual todo el cuerpo BIEN AJUSTADO Y UNIDO, procura el crecimiento de todo el cuerpo, para construcción de sí mismo.
             Yo no sé si somos capaces de leer ese párrafo con cada detalle, cada matiz, cada punto…, porque desde luego nos lleva a un examen de conciencia de los más fuertes que pueden hacerse, quizás menos a niveles de minucias personales y devotas, per muy mucho hacia el sentido verdadero de Iglesia o comunidad de creyentes en el único y verdadero Jesús, y de la exigencia que lleva consigo pertenecer a ese Cuerpo en que tengamos la unión perfecta de los que reman en la misma dirección y van construyendo y ensamblando el edificio con la positiva aportación de todos, siempre sumando y nunca restando.

             Un poco de lo que está al final del Evangelio de hoy que nos pone ante una realidad muy seria:  aquella higuera no sirve en la forma que está. Muchas hojas y ningún fruto.  Procede cortarla porque si no sirve, ¿para qué se quiere?  Pero el labrador es una persona que tiene debilidad de amor por sus plantas y todavía pide al dueño que le deje un año más, y que la va a cuidar aún más; que la va a abonar y regar con más esmero durante ese año.  Si al final no da fruto ni así…, la cortarás.  [Claro: si me pongo en “el año más”, todavía imagino al labrador buscado otra excusa para mantenerla.  Pero cada vez viendo más claro que aquella higuera es inútil y esquilma el terreno sin provecho de alguien y con daño de otros árboles.
             El tema planteado en esos dos sucesos que han ocurrido, le da pie a Jesús para abordar el problema del mal…  Eso que ha ocurrido no ha sido ni por culpa ni por castigo, sino suceden las cosas simplemente.  Lo que importa es que quien ve las barbas del vecino pelar, que eche las suyas a remojar.  Y como el MAL es algo que pulula a tantos y tan diversos niveles, lo que a cada uno corresponde es vivir en ese equilibrio de vida que dé oportunidad a crecer y no a disminuir.  Y que así, llenos de alegría, vayamos a la casa del Señor.

             Esa es la vocación a la que estamos llamados: a ser alegres, a contagiar alegría a los cuatro vientos, a vivir la PLENITUD, a ser miembros vivos de Cristo, tan distintos en nuestras características, pero donde la Palabra de Dios construye y siempre ayuda a ir adelante.  Donde la Palabra de Dios empuja hacia la UNIDAD.  Donde Jesus mismo nos advierte que quien no está contra nosotros, con nosotros está, y que tenemos la inmensa alegría de estar todos caminando hacia la casa del Señor, porque si no, no estaríamos en esto, que San Pablo ha descrito como dones para el perfeccionamiento de los fieles y edificación del Cuerpo de Cristo POR LA UNIDAD .

1 comentario:

  1. Ana Ciudad2:10 p. m.

    !Admirable es la infinita PACIENCIA DE DIOS con el alma¡.Él no se desanima ante nuestras faltas de correspondencia,sabe esperar,pues junto a nuestras flaquezas y a la debilidad,conoce a la vez la capacidad de bien que hay en cada hombre,en cada mujer.El Señor no da nunca a nadie por perdido,confía en nosotros,aunque no siempre hayamos respondido a sus esperanzas.

    SALMO 121"Que alegría cuando me dijeron:"Vamos a la casa del señor".
    Es el más conocido de todos Salmos de peregrinación.Después de tantas generaciones que lo han cantado,entre ellos el mismo Cristo,hemos de rezarlo con tantísimos como nos han precedido,con el mismo sentimiento de Cristo.
    Todos peregrinamos si no a la Jerusalen terrestre,todos somos peregrinos a la Jerusalén de arriba, que es la patria.
    Jesús subía cada año a Jerusalén entre los peregrinos y nuestro SALMO formaba parte de sus oraciones . Amaba tanto a Jerusalén que lloró sobre ella porque ella no acababa de conocer lo que necesitaba para encontrar la paz.Por eso la rodearon sus enemigos y no quedaría piedra sobre piedra.
    El templo sería destruido , pero en sustitución de aquel templo se levanta otro no hecho por las manos de hombre, que era su mismo CUERPO RESUCITADO.Este sería el verdadero templo de Dios en el cual se edificarían los cristanos como piedras vivas.La Iglesia es esa ciudad bien ensamblada que debe brillar por la UNIDAD.UNIDAD en la fe y en la caridad.


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