domingo, 14 de octubre de 2012

PALABRA VIVA Y EFICAZ


AÑO DE LA FE
          Confieso que soy reacio a los eslóganes, a las campañas, a esa avalancha de títulos que surgen aquí y allá.  Pero hoy tendría que empezar como acabé ayer, haciendo la síntesis histórica de cómo se llega ahora al AÑO DE LA FE,  Y la verdad es que ahí me siento inmerso en su significado e intencionalidad. Porque 50años después el Concilio de aggiornamento (=puesta a punto) de la Iglesia, no hemos valorado ni comprendido ni aplicado aquella ingente labor de la Iglesia. La postura fácil ha sido la crítica, el rechaco a aquel acontecimiento por depositar en él todas las culpas de lo actual, unos porque ya pensaron el el “Concilio Vaticano III” (antes de que acabara el segundo), y otros porque permanecieron y permanecen en el siglo XVI, como nostálgicos cómodos que prefieren que la Iglesia no se mueva, porque si se mueve, vive, y si vive, exige, plantea.
             En ese marco aparece hoy la 1ª lectura poniendo delante la SABIDURÍA, y con ella, como primera característica LA PRUDENCIA. Lo que equivale a que las imprudencias de cualquier tipo son necedades. Y la SABIDURÍA tiene que ser rocosa y no lábil como la arena.
             El Evangelio nos mete ya en la realidad práctica. Un joven (así lo define otro evangelista) se presenta a Jesús preguntando qué tiene que hacer tras el saludo al “Maestro bueno”.  Jesús corrige la primera imprudencia: ha planteado qué hacer en vez de cómo ser.  Evidente fallo muy actual donde los planteamientos de tantos movimientos cristianos son lo que tienen que hacer, cuando muchas veces no saben ni lo básico que están manejando. Y desde luego que muchas organizaciones y movimientos de muchos tipos andan haciendo pero no están siendo.  Quieren “ganar” la vida eterna, y no saben que la “vida eterna” no se gana con moneda de “hacer” sino con hondas realidades personales concretas en que hay que pegar un vuelco a las posturas personales, tan afincadas que no sólo no salen de ellas sino que ni se las plantean, ni las entienden cuando alguien se las plantea.  [Bueno: todo esto es tan serio que llevaría mucho por decir y por asimilar].
             Y Jesús pone delante del joven –cumplidor de todos los preceptos- y queriendo saber qué le falta, que en realidad más que faltarle, le sobra. Por eso empieza por decirle: si quieres estar conmigo, VE…  Primera palabra: sal de donde estás y camina hacia…  La primera condición es SALIR de donde se está. El que ya parte de ese “de aquí no me mueve nadie”; “estoy bien en donde estoy”, ya ha perdido el tren del verdadero seguimiento. VE… es una condición inicial indispensable.  Nadie que se afinca está abierto a la novedad del Evangelio.  Y ahora, -supuesto el IR HACIA- viene el VENDE LO QUE TIENES: DESNÚDATE DE TI.  Entra en LA FE. Despójate de ti o déjate despojar. VENDE, quédate desnudo de tu YO (que es la penosa riqueza que te ata). Pero como Jesús no pierde palabra, no sólo le dice que VENDA, sino que barrene las naves: DALO…  Ese es el “camino” a seguir cuando Jesús le empezó por el VE…  Y ahora, así, desnudo total, disponible total, LUEGO VIENES Y ME SIGUES.  Aquí ha llegado la Palabra de Dios viva, eficaz, penetrante hasta la médula y las coyunturas más internas. Aquí se está tocando fondo. Porque LA FE supone, necesita, se alimenta y exige dejarse despojar por la Palabra de Dios…,  mientras esa Palabra no nos deje en mantillas (o sea: mientras nosotros no seamos capaces de quedarnos en paños menores ante la Palabra de Dios para que sea ella la que nos revista y cambie las propias formas), acabaremos con piadosas consideraciones y beatíficas aplicaciones…, pero no nos habremos movido de nuestro sitio, de nuestra posiciones previas personalistas.  NO HEMOS IDO. Lo demás, huelga.
             Aquel joven volvió las espaldas; se fue “apenado” [“malhumorado” dice otro evangelista]. ¿Por qué?, ¿contra quién? Evidentemente que era su propio fracaso, su haber venido con todo sus bagaje de “muchos bienes” y comprobar que era un “pobre hombre”. Pretendía comerse el mundo…, pero tanto quiso ganar el mundo que perdió los ideales. Malhumorado consigo mismo…, aunque nada de extraño tiene que –como tantos- acabara “culpando” a otro…, porque esa es la táctica del “rico” (del rico de sí…): teniendo una cabeza de turco donde descargar el propio fracaso (la falta de prudencia, según la 1ª lectura), mejor que mejor.  La Palabra de Dios ni se le ha hecho viva, ni eficaz, ni le ha penetrado en la médula de su ser. La Palabra le ha sido un analgésico precioso para disimular su “dolor”, pero no le ha hecho IR…, SALIR, CAMBIAR…VENDER, CEDER DE SÍ hasta quedarse sin “sí mismo”
             Ahora nos iremos a Comulgar tan devotamente… “Ir a comulgar” es lo más  fácil que hay. Pero LA PALABRA se ha quedado en el Ambón…, en la mesita de noche…, en la piadosa oración…, pero no nos ha tocado ni un pelo.  El Concilio, para tantos, ni leído…, o a lo más “leído”.
             Por eso EL AÑO DE LA FE queda claramente fuera del slogan y pasa a ser una impresionante llamada para entrar en el ámbito de UNA SABIDURÍA que está más allá…, y hacia la que hay que IR.

4 comentarios:

  1. José Antonio9:49 a. m.

    Me quedo con dos detalles del Evangelio (además del enriquecimiento que supone la reflexión del P. Cantero). Por un lado, nos dice el texto evangélico que Jesús fijó su mirada en aquel joven... con amor. Aún siendo conocedor de las ataduras del joven, lo ama. Es sublime sentirse amado por Jesús, aún a costa de nuestras limitaciones personales para seguirle de forma que comprometa nuestra vida.
    Igualmente, me quedo con ese marcharse entristecido del joven. Esa tristeza es la que brota en nuestra naturaleza cuando en nuestro hacer y en nuestro ser no impera el Amor de Dios, sino que lo hacemos por enriquecer nuestro ego, por llenarnos de nosotros mismos, que probablemente es peor riqueza que la material, pues de ésta es más "fácil" desprenderse.
    Que el Señor nos dé la fuerza necesaria para vaciarnos de todo lo que pueda alejarnos de El y sin caer en el engreimiento ni en la vanidad, ser ricos de El.

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  2. Ana Ciudad11:03 a. m.

    SEÑOR,gracias por haber venido.Hubieras podido salvarnos sin venir.Bastaba,en definitiva,que hubieras querido salvarnos.No se ve que la Encarción fuera necesaria.Pero has querido situar entre nosotros el ejemplo completo de toda perfección.Gracias,Maestro por haber venido,por estar en medio de nosotros,hombre entre los hombres,el HOMBRE entre los hombres,como uno más y,sin embargo,el HOMBRE que todo lo atrae a sí,porque desde que has
    "Gracias por haber venido y porque yo puedo mirarte y alimentar mi vida en tí".Ser sabios es encontrarte a Ti y seguirte.Sólo acierta en la vida quien te sigue.

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  3. AÑO DE LA FE: Cada uno de nosotros debería plantearse este año como "colaborar" con la Santa Madre Iglesia a la cual pertenecemos cada uno de nosotros en calidad de bautizados, participes del sacerdocio real de Cristo. Una sugerencia es seguir las directrices que marca la diócesis. Otra más simple es plantearse cambiar algo en nosotros, y ofrecer al Señor. Una idea que me surgió ayer durante la Misa fue: "Debemos tomarnos muy en serio este periodo, y que el día de mañana no sea igual que el de ayer, en cuanto a comportamientos, actitudes, etc. ¿Vivir la Misa con más devoción? ¿Aumentar la conciencia de lo que es la Misa? ¿Meditar el porqué hay tantas sectas, y que puedo hacer yo para ayudar en la unidad?...cada uno puede plantearse sus propias ideas, recordando que somos un sólo Cuerpo, y que todos los miembros somos importantes, y cuando uno sufre o falla, el dolor y el perjuicio es un poco para todos. Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto. Buscad la paz y la santidad.

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  4. Otra cosa de la que me percaté ayer al oir el Evangelio...fue como una luz nueva. Probablemente ya la haya visto antes, pero no me tocó tanto como ayer. Es de estas cosas que uno descubre, y se maravilla sabiendo que has escuchado o leído muchas veces el pasaje y no lo viste.

    Se trata de la llamada de Jesús. Pensé: "Es curioso que cuando los evangelios narran la llamada de Jesús a los Apóstoles, van siendo positivas, en el caso de Pedro (lo deja todo), Juan (lo deja todo), Mateo (lo deja todo)...pero aquí está este joven rico de posesiones materiales, de amor al dinero y a los bienes materiales, en definitiva, al mundo y a sus tentaciones. Y Jesús le llama y le dice: "Ven, y sígueme". Misma llamada que hizo a los doce. Y sin embargo, la Palabra de Jesús no es magia, que cuando la pronuncia el otro hace lo que Cristo dice automáticamente. Interviene la libertad de la persona en escoger. Y el jóven rico de posesiones y de bienes materiales, se encuentra en la encrucijada. Se sabe cumplidor de los mandamientos, pero se enfrenta con el mandamiento más importante, el primero, y falla. Porque ya dijo Jesús también en otro lugar: "No podéis servir a Dios y al dinero". Es decir, no podemos seguir a Jesús si no aborrecemos el mundo. Y el jóven se marchó, y no le siguió. Y no sabemos como terminó su vida. El final queda abierto a lo que piense cada cual, pero la enseñanza es clara. El Señor te llama, y tu o yo, podemos no ir detrás, y darnos la vuelta. Y darse la vuelta es quedarse en lo que estaba. Eso hizo el joven rico de posesiones materiales y dineros, quedarse donde estaba. Por eso digo, que el año de la FE debe servir, tiene que servir, es necesario, hay que tomárselo en serio. No se puede desaprovechar. Es ahora o nunca. Algunos no tendrán otra oportunidad mejor que esta. El final está abierto. Sólo Dios lo sabe.

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