lunes, 8 de octubre de 2012

¿Otro "evangelio"?


El que usó de misericordia
          Los evangelios son “preciosos”. Dan unos pensamientos “lindos”. Pero una cosa es predicar y otra dar trigo.  Hoy nos llega el “piadoso” doctor de la Ley con su “inocente” pregunta a Jesus: “Maestro, ¿cuál es el principal mandamiento de la Ley”  Jesús le devuelve la pregunta: Tú ¿qué lees en la Ley?  Y el docto entendido responde aquel consabido primer mandamiento del amor a Dios sobre todo y con todo el ser; y al prójimo como a uno mismo.  Hay que reconocer que haber completado con esa segunda parte ya era un valor.  Pero su pregunta, tan inocente como tonta (o como intencionadamente para poner a prueba  a Jesús), tiene una respuesta muy importante.   Hazlo. Lo sabes de memoria. Ahora, llévalo a la práctica.  El jurista tenía que justificar su pregunta (porque de otra manera quedaba por tonto.  Y preguntó: ¿Y quién es mi prójimo?
             Yo digo siempre que al orar “me descarrilan” las ideas preconcebidas.  Y hoy me ocurrió eso. Y me cogió de lleno la respuesta final:  prójimo fue el que tuvo misericordia.  Y Jesús que otra vez no deja que se quede en palabras, y le dice HAZLO IGUAL.
             Y se me ha ido el pensamiento a tantas personas que están en el ámbito de mi vida.  Y me he ido preguntando: ¿Tengo misericordia con él/ella)?  ¿Cuál es mi misericordia? ¿En qué se plasma mi misericordia? ¿Qué acepción de personas “criba” mi “misericordia”?  Y aquí ya la he experimentado entre comillas.  Porque me da miedo, recelo, sospecha, temor de que la “misericordia” la he entendido “empezando por mi mismo”. Desde luego que no soy el que voy al caído por instinto del corazón. No porque experimente la llamada del corazón ante una miseria o necesidad, sino porque mi YO está en medio y ese es el que “quiere <misericordia> de los otros conmigo”.  No me he visto llegándome al caído y comprometiendo mi yo, mis posibilidades, mi tiempo, ante ese “pobre” “herido”.  No.  He buscado los recodos de mi personal camino para acabar siendo YO quien pone “el distinto evangelio” que satisface mi Yo, mi pensamiento, mi reacción, mi amor propio.  No me he puesto en el lugar del otro.  Yo he encontrado todas mis justificaciones; ninguna en el otro que está “al otro lado”. Esa míseri-COR-dia, no ha sido la que dispuso Jesús: COR=corazón, ante el “mísero”… San Pablo entonces se pone ante los fieles de Galacia para decirles:  Me ha sorprendido que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por amor a Cristo, os hayáis pasado a “otro evangelio”. Y añade: NO ES QUE HAY OTRO EVANGELIO. Lo que pasa es que  algunos os turban para volver del revés el Evangelio de Cristo. Y añade: Si alguien enseña otro “evangelio”, aunque sea un ángel o fuera yo mismo, ¡maldito sea!  ¿Se habrán enterado? Pues si no, se lo repite otra vez.
             El tema del PRIMER VIERNES fue UN MUNDO DESCORAZONADO, UN CORAZÓN NECESITADO.  ¡Misericordia al canto!; misericordia apostólica.  Misericordia hacia quien necesite, precisamente porque padece miseria.  No quiso el doctor de la ley pronunciar siquiera la palabra: el samaritano.  Un samaritano era un “enemigo cordial”.  Pues usar ahí de misericordia es como amar a Dios con todo el corazón…   No hay una posible dicotomía. El único rival de ese amor a Dios SOBRE TODO OTRO, es mi orgullo
             La oración ante el Santísimo del Primer Viernes, fue un echar el alma, con sinceridad ante el Corazón de Cristo, para “enterrar” lo que no sea SEGUIRLO A ÉL, lo que pueda ser “poner la mano en el arado” de una “bella oración”, y “volver la cabeza atrás” en la realidad siguiente.  Fue la oración en la que prácticamente Jesús le diría al doctor de la Ley: Lo que has dicho es sólo un Comienzo de Evangelio.  Pero un comienzo frustra más que otra cosa si se queda en ciernes;  si no continúa…, si no va haciendo vida el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.  ¡Y NO HAY OTRO EVANGELIO! Y todo otro “evangelio”, aunque venga de un ángel del cielo”, es maldito.
             Parecía un PRIMER VIERNES PROFÉTICO, que vendría Jesús a realizar en este lunes siguiente…, y San Pablo a hacer de Coro autorizado: NO HAY OTRO EVANGELIO.
             Sencillamente a mí me ha dejado K.O.  ¡Tantas veces me perdí en el “cuentecillo” y le saqué punta a los detalles concretos… Lo que no hice fue ponerme el espejo ante mí mismo.  Y hoy he visto deformada mi “buena imagen”.  ¡Con tal de volverla a componer con el ÚNICO EVANGELIO, me podría dar por satisfecho.  Si saco mi paraguas para eludir mi responsabilidad, ¡maldito sea!

5 comentarios:

  1. Anónimo K210:27 a. m.

    "La paz de Cristo actúe de árbitro en vuestros corazones. Y SED AGRADECIDOS" (Colos 3, 15"

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  2. FRANCISCA de DIOS1:56 p. m.

    El evangelio de hoy me indicas quién es mi prójimo y cómo ha de ser mi conducta..Amor, misericordia. compasión y ayuda Quiero seguir las huellas de DIOS con las sencillez de tantos santos. dedicados a la carida. que lejos de mi pero espero en el CORAZÓN DE JESÚS., que un dia lo hara en mi -------

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  3. Ana Ciudad2:46 p. m.

    San Agustín identifica a Cristo con el Buen Samaritano;el hombre que cayó en manos de los ladrones,es la humanidad,despojada de sus bienes por el pecado original y los pecados personales.Despojaron al hombre de su inmortalidad y lo cubrieron de llagas inclinándole al pecado.
    San Beda el Venerable comenta que los pecados se llaman"llagas" porque destruyen la integridad de la naturaleza humana.Los salteadores del camino son el demonio,las pasiones,los escándalos...;el levita y el sacerdote que pasaron de largo simbolizan la Antigua Alianza,incapaces de curar.La posada era el lugar donde todos pueden refugiarse,símbolo de la iglesia.
    Esta parábola del Buen Samaritano es símbolo de comportamiento de Cristo en la tierra pues toda su vida fué un continuo acercarse al hombre para remediar sus males materiales y espirituales.

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  4. A veces puede suceder que uno intente poner en práctica el ejemplo que nos da Jesús en esta parábola, y el otro no se deja. En ese caso, pienso que como Dios ve la intención del corazón, este la acepta, aunque no se culmine la buena obra. Hay veces que podemos hacernos los fuertes colocando el caparazón exterior, para que los demás no vean nuestras flaquezas, nuestros sufrimientos, o nuestras necesidades, y tal vez perdemos la oportunidad de vivir más plenamente en Cristo, como miembros del mismo Cuerpo. Porque el Evangelio de hoy me muestra claramente que servir al prójimo, al que me necesita, al que está sufriendo, es lo que Dios quiere.

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  5. Si con todo lo que usted ha hecho por los demás está K.O. entonces
    todos los demás no podríamos levantar cabeza ad eternum .

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