martes, 21 de agosto de 2012

Ezequiel 28, 1-10


UN LIBRO DE ESTE MUNDO
Me refiero a la Biblia.  No sé si me da pena o me da coraje escuchar ciertas expresiones “escandalizadas” de los que leen la Sagrada Escritura y parece que están leyendo un libro para extraterrestres. Algo así como decir: ¿Cómo es posible que diga esto la Biblia?  Y la realidad es que la Biblia cuenta la historia que vivió un pueblo que, elegido por Dios, ese pueblo le volvió las espaldas mil y una vez.  Que la realidad actual nuestra no varía en nada en lo que se refiere a la elección y alianza de amor de parte de Dios…, y que ahí tenemos la vida que el mundo está viviendo de espaldas a Dios, en contra de Dios, como si Dios no existiera, y riéndose del mismo Dios. Imaginemos ahora a Dios manifestándose a un profeta de nuestro tiempo (por supuesto con lenguaje de nuestro tiempo), y expresando sus “sentimientos” (que el tal profeta no podría expresar más que con sentimientos humanos y suyos). Sin ir más lejos:  ¿qué decimos nosotros cuando vemos el mundo como va, y qué pensamientos nuestros trasladamos a Dios, como si fuera Dios mismo quien hablara?  A mí no me cuesta ningún trabajo leer en mucha paz (y mucho dolor, y sin ninguna sordina), las profecías de Ezequiel que, hoy por ejemplo, nos dice –como dicho de Dios-: Hijo de Adán: se hinchó tu corazón y dijiste: soy Dios, entronizado en solio de dioses.  ¿Nos resulta muy raro hoy este lenguaje?  ¿No estamos asistiendo al endiosamiento soberbio de la persona, que pretende saber más que Dios…, que deja a Dios en el desván de sus desechos?  Que Dios respondiera lo que hoy comenta Ezequiel, no nos extrañaría nada, ¡y hasta nos alegraría!:  Tú, que eres hombre y no dios, te creías listo como los dioses;  con tu talento y habilidad te hiciste una fortuna, acumulaste oro y plata en tus tesoros- Con agudo talento de  mercader ibas acrecentando tu fortuna, y tu fortuna te llenó de presunción.  ¿Cómo nos suena todo eso si miramos la TV o leemos el periódico y aparece tal político, o si miramos a los ricos afincados en sus fortunas a costa de los pobres? ¿No se nos ha ocurrido pensar que esto no puede quedar así?  ¿No os resultaría muy raro y escandaloso que el profeta nos dijera:  “Hasta aquí hemos llegado;  ahora surgirán las situaciones de barbarie en que desenvainarán la espada los que sufren aplastamientos, hambres, miserias, desprecios y burlas de parte de los poderosos constituidos en dioses, pero que no son más que hombres?  ¿No es esa la rebelión de pueblos que actualmente se levantan contra la tiranía?  ¿Y nos extraña si la Biblia nos cuenta “esta historia” que nosotros mismos estamos sufriendo en nuestras carnes?  ¿Y nos extraña que Dios hable en defensa del  que sufre la opresión.  Pues Ezequiel estaba viviendo esas realidades en un pueblo elegido…, a la vez endiosado y vuelto contra Dios.  Su profecía no podía traernos “dulces de pascua”.  ¿No será un hecho eso de la “burbuja inmobiliaria” como el momento en que Dios manifiesta que basta que “la burbuja” se pinche por sí sola para que el mundo se ponga del revés?  ¿No será esa oculta Palabra de Dios que nos está diciendo que no somos más que hombres y que la burbuja no tiene valor…, es puro aire, y este pueblo de hoy tiene que volverse a su Roca, para ser realmente HOMBRES, y desde esa nueva humanidad emprender la reconstrucción?  Y lo grande de todo eso es que Dios no se ha retractado de su alianza de amor, sino que precisamente es esa misma alianza de amor la que permanece, y por la que zarandea a aquel pueblo embrutecido con sus pasiones y engreimiento. Precisamente porque Dios mantiene su ALIANZA, ¡porque ama y no puede dejar de amar, por eso habla!  Y si lo supiéramos traducir a la realidad del mundo y situaciones presentes, estaríamos descubriendo mucho más la mano de Dios a través de nuestra historia contemporánea, unas veces de mano de terciopelo y otras con esa otra mano –tan paternal como la primera- pero fuerte y llamativa a ver si llegamos a reaccionar.  Que estamos pretendiendo ser dioses que caminamos a nuestro antojo, pero pretendemos que nuevo venga Dios a sacarnos del fuego en que nos hemos metido.
¿Sigue resultando extraña la profecía de Ezequiel?  Yo sé que sí, porque seguimos erigidos en dioses, que seguimos pretendiendo la leche merengada y los tocinos de cielo.  Todo, con tal de no dejar nuestras ideas y dejar a Dios ser Dios

El Evangelio –que también nos gusta “de merengue”, tampoco viene hoy a satisfacer “nuestra devoción”.  Ese joven rico…, apoyado en sus bienes, no ha estado por la respuesta a Jesús.  Él mismo se puso triste, porque vio que era un fracasado.  A Jesús no dejó de ponerlo menos triste, y con un suspiro muy hondo, proclamó una verdad imponente: Difícilmente entrara un rico en el Reino (en el evangelio, en el seguimiento de Jesús). Y con esa expresión extremosa oriental, califica la situación de humanamente imposible: Más fácil le es a un camello entrar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de los cielos.  No nos pude extrañar que los discípulos pegaron un respingo que se les notó a la legua-  Tampoco ellos entendían un evangelio de verdad;  para ellos era lindo estarse en las luces del Tabor…, pero nada lindo poner exigencias sobre el tapete.  Y Jesús se reafirmó, aclarando sólo un detalle: Lo que es imposible a los hombres, es posible a Dios.
¿No os parece que aquí volveríamos a Ezequiel para entender cómo le es posible a Dios?  Porque desde luego lo que Dios pude hacer en el “rico” (el hombre engreído), es sencillamente dejarle llegar a situaciones tan extremas que ese hombre, que se cree Dios, no tenga más remedio que dirigirse suplicante al ÚNICO DIOS QUE PUEDE SALVARLE.
¿Esperamos que el hombre de hoy se regenere a sí mismo a base de caramelos?  ¡Equivocados estamos!  Acordaos de la profecía de Ezequiel.
Cuando Pedro se pone ante Jesús como quien se sale del común, porque “nosotros, que lo hemos DEJADO TODO, ¿qué tendremos?”, Jesús prefirió aprovechar lo positivo para llegar a la conclusión positiva.  Pudo haberle advertido a Pedro que “no lo había dejado todo” (y bien claro queda a lo largo del Evangelio), pero aprovechó lo constructivo y respondió que cuando uno deja todo y deja de creerse dios, y se queda en su lugar e hombre…, cuando es capaz de dejarle espacio a Dios, el propio hombre recupera lo que DEJÓ…, ¡eso sí:   con persecuciones! [siendo hombre y ocupando su realidad de hombre, abnegando, sacrificando, tomando la cruz, no saliéndose de madre…]  Y tendrá aquí el ciento por uno, y luego, EL ABRAZO DE DIOS.  Lo que es imposible a los hombres endiosados, rebeldes, engreídos…, Dios lo hace posible con que sólo se pinche la “burbuja inmobiliaria”.

2 comentarios:

  1. La tendencia a creernos un dios es muy natural. Todos tenemos que luchar, los seglares tenemos que mantener una familia y atender un trabajo en el que cada día se nos ha exigido mas, los religiosos creo que tienen situaciones algo distintas, no hay familia ni personas a su cargo pero la lucha no puede faltar cada día deben superarse en conocimiento y en obras, incluso en trabajos profesionales.
    Es normal que cuando alcanzamos auqnue sea "rozando el larguero" un objetivo que nos habiamos marcado nos sintamos orgullosos de haberlo logrado, satisfechos con nuestro trabajo de otro modo no seriamos capaces de esforzarnos, de esa satisfacción a considerarnos realmente buenos, los mejores solo queda un pequeño paso.
    Algunos humanos vemos la necesidad de recurrir a Dios cuando las cosas nos van mal, difilmente damos gracias a Dios de corazón cuando van bien.
    Me parece que es muy dificil compatibilizar el Evangelio y nuestra vida ordinaria.

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  2. José Antonio5:42 p. m.

    Me ha gustado mucho esa expresión "... dejar a Dios ser Dios". Creo que cuando nos endiosamos es cuando mayor es nuestra banalización del espíritu y por ende mayor nuestro vacío. Dejemos a Dios ser Dios.

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