domingo, 26 de agosto de 2012

Domingo 21 B, T.O. Crisis galilea


LA CRISIS
                Cuando Juan situó la multiplicación de los panes den este lugar, quiso ponernos ante un anuncio de otra multiplicación sublime que  Jesús iba a inventar: LA EUCARISTÍA.  Pero en vez de hacerlo en su lugar histórico la Cena Pascual, y como narración de un suceso de ese instante, se puso a preparar tan gran misterio y obra de amor con un amplio capítulo que fuera desgranado pedagógicamente, por pasos todo lo que se esconce bajo ese misterio.  Y primero, panes en abundancia, que salen de donde no los hay. Después –a propósito-, el PAN BAJADO DEL CIELO, mucho más allá que el antiguo maná… Después, EL PAN DE VIDA, porque se trata de dar vid al mundo. Y cada vez que da un nuevo paso, afirma que Yo soy ese verdadero Pan bajado del Cielo, ese Pan que da vida al mundo.  Pero el pan alimenta y da vida si se come.  Pues yo doy mi Cuerpo para ser comido y mi Sangre para ser bebida.  Más aún: hay que comer mi carne y bber mi sangre para tener vida eterna.
 Se veía venir. Esa larga enseñanza de Jesús sobre el Pan de Vida, se había ido enconando entre los oyentes. Ya los versículos anteriores (del domingo pasado), habían puesto en el disparadero a aquellas gentes. La afirmación de Jesús de que su carne era verdadera comida, su sangre, verdadera bebida, y que había que comer su carne y beber su sangre para poder tener vida eterna, había levantado un sentimiento de aversión y repugnancia.  Tomado así al pie de la letra, no era –desde luego- atractiva aquella invitación-exigencia de Jesús. Y provocó la retirada de discípulos, a los que pareció inaceptable aquel modo de hablar de Jesús.  Nosotros lo vemos ahora a toro pasado y con las cartas en la mano, y nos parecen absurdos aquello discípulos…, y podemos pensar que les faltó “cintura” (como se dice en el argot futbolístico) para haber sorteado el momento y haber sabido esperar. Porque lo que es evidente es que Jesús no estaba llevando a la antropofagia, que era lo “insoportable” de aquel lenguaje para aquellos hombres.
                Jesús había querido llevar a la maravilla de la Eucaristía, Jesús había preparado muy gráficamente ese “miagro” de su comida con aquel otro de panes que se multiplicaban sin cesar.  Pero donde no hubo espera ni la buena fe y confianza en todo el proceso bondadoso de Jesús, se enredaron en las palabras, y optaron por marcharse.  Y Juan, que no pierde puntada en el tema de Judas, al que va “retratando” con rasgos peculiares, acaba entrelazando la marcha de los disconformes  -los que no creían- con la realidad de que bien sabía Jesús quién lo iba a entregar,
                Y ante aquella crisis en el seguimiento, ante aquellos discípulos que abandonaban escandalizados, en conmovedora la pregunta y el sentimiento que brotó del Corazón de Jesucristo a sus apóstoles:  ¿También vosotros queréis marcharos?  Hubiera habido un penoso suspense (y quién sabe si hasta alguna impertinencia), si Pedro no se adelanta a responder por todos, poniendo a las claras su propio interno sentir.  No habló Pedro de si le había agradado o no ese discurso de Jesús, ni si había entendido una sola palabra de todo aquello, pero se fue a lo esencial:  la realidad del propio Jesús.  Y respondió:  ¿y adónde vamos a acudir, si sólo Tú tienes palabras de vida eterna?   Aun esas palabras que no podemos entender –quería decir Pedro-, sabemos que son de vida eterna.  Si Tú las has dicho, están bien dichas. Y ¿dónde íbamos a acudir si nos marcháramos? ¿Quién nos iba a dar más y mejor que Tú? Porque sabemos que Tú eres santo, consagrado por Dios.  
                Lo que ya quedaba dibujado en la 1ª lectura, en la que –preguntado el pueblo si quería servir a Dios o marcharse- todos a una sola voz respondieron que “lejos de nosotros abandonar al Señor”, que fue quien nos libró desde antiguo de tantos males.
                Lo que está debajo de ambas lecturas es la actitud plena de fe en Dios, en Cristo,  No es si se entiende o no, si se abarca todo el pensamiento de Dios o no, si la expresión gusta o no.  Se trata de que, viniendo de Cristo, ungido de Dios, y sabe uno que ahí hay vida terna, y que en ningún otro lugar ni persona puede encontrarse mejor Palabra.   Entenderla, digerirla, tendrá su momento.  Pero a Dios se le da el cheque en blanco, porque sus Palabras son siempre de vida eterna.
                Y el Salmo nos hace remachar la gran verdad y la gran seguridad; Gustad y ved lo bueno que es el Señor.

                La 2ª lectura va hoy por otra línea, de vida práctica, para actitudes que hacen la vida más social, y más cercana de unos con otros, desde la comprensión, el respeto, y el sentido sobrenatural de la obediencia, esa que lo que lleva esencial de fondo es la actitud de obediencia a Dios, a la Palabra de Dios, a la voluntad de Dios.  Eso que Jesús hace con su Iglesia como un ejemplo de relación amorosa fiel.  Lo que acabaría llevándonos a la misma respuesta de Pedro, aun en medio de lo que podemos no entender muchas veces.  Pero Jesús es quien tiene Palabras de vida eterna,  Y aunque a veces el lenguaje puede parecernos a primera vista difícil de entender, basta que viene de Jesús y su Iglesia, para que nos brote la pregunta espontánea: ¿Y sin Ti, adónde íbamos a acudir?   La Eucaristía será lo que aglutine todo-

3 comentarios:

  1. Al margen del tema litúrgico, pero por otra parte en esa SEGUNDA LECTURA de hoy, creo útil hacer algunas aclaraciones.
    Estamos ante un texto del siglo I, en una cultura totalmente basculando sobre el varón, y escribiendo una persona de ese tiempo. Por tanto habrá expresiones que hoy están superadas, y no sólo en el plano profano (humano, de la vida diaria) sino incluso en el eclesial y religioso.
    Esa carta de San Pablo emplea diversa palabra en la relación de la esposa al esposo y del esposo a la esposa. En una cultura basada sobre el varón, la esposa ha de someterse al marido, pero dentro de un marco indicado en el párrafo anterior, que –por supuesto- sobrepasa el sentido puramente humano: sed sumisos unos a otros con respeto cristiano. Y eso le ataña tanto a él como a ella. Pero siguiendo adelante, al marido le insiste varias veces que ame a su mujer como Cristo amó a su Iglesia, y en ese amar, es como uno se ama a sí mismo. No es, pues, la esposa una sierva o una esclava que se compra. No es uno más que otra en esta nueva concepción que aporta el cristianismo, porque la conclusión es tan grande como que LOS DOS SON UNA SOLA COSA. Con conciencia muy clara de que estamos ante un “misterio” (en latín es igual que “sacramento”) que pone en igualdad de condiciones, porque eleva la relación hombre-mujer a acción sagrada e inviolable.
    Para última aclaración (y que no es que yo fuerzo el texto) el Ritual del Matrimonio ha “traducido” y ha acotado esta lectura, de manera que su auténtica TRADUCCIÓN LITERAL no sea palabra por palabra al pie de la letra, sino el VERDAERO SENTIR DE CRISTO que hoy San Pablo expresaría de otra manera, puesto que e cristianismo (la mente y el sentir de Cristo) no están encapsulados en frases o palabras, sino que tienen mucha mayor extensión, tanta cuanto el espíritu supera la letra.

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  2. ana ciudad7:40 p. m.

    Hoy es buena ocasión para examinar cómo es nuestra entrega al Señor,y dejamos con alegría a un lado todo lo que nos aparte del señor.Decir sí al Señor en todas las circunstancias significa también decir NO a otros cAaminos.El es el Amigo.sólo El tiene palabras de vida eterna.Ana

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  3. Dichosos los que creen sin haber visto .

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