martes, 28 de agosto de 2012

En el día de San Agustín


LAMENTOS DE JESÚS
Yo digo que hasta qué punto estaría Jesús harto de tantas apariencias de religiosidad, y cómo le tocaban en lo más hondo de su Corazón, para que ya explotara tan abiertamente con estos “ayes”  sobre los fariseos y los doctores de la ley… ¡Tantas veces le habían atacado a Él por esas minucias, y había callado o su respuesta había sido concreta hacia una situación determinada!  Pero llegó ya a este momento y se revolvieron sus entrañas ante ese conjunto de falsía religiosas con lo que se quedaban tan satisfechos y, sin embargo, habían soslayado las verdaderas actitudes ante Dios y ante la vida real-.
Hoy ha ido directo hacia un fenómeno muy fácil y muy hipócrita:  quedarse en los cuatro cumplimientos fáciles y externos con los que uno no da nada de sí  ni compromete nada personal, pero se queda tan satisfecho con pagar el diezmo, mientras deja a un lado lo que es sinceramente bueno (con la bondad de Dios). U olvida la compasión, que es básica en una actitud del corazón. O descuida lo grave de la ley.  Siempre es fácil dejar una moneda de limosna a la puerta de una iglesia. y quedarse tan “en paz”…, y ¡tantas veces carecer de paciencia, y cercanía en la familia, con el que trabaja uno codo a codo, con el que depende de uno, con la persona mayor…!  A Jesús se le sube la indignación ante tanto cumplimiento sin apoyo interior. Y no es que dice que no se haga lo pequeño externo, sino que no puede ocultar unas carencias de lo fundamental.
¿Y pensamos que esto era solo en aquel momento, con aquellos fariseos?  ¿Y no encontramos cercanos ningunos parecidos o no nos recuerdan nada actual, y hasta posiblemente de actitudes personales? Porque a Jesús indigna que los haya quienes filtran el mosquito con sus escrupuleras y tiquismiquis, y se tragan después el camello tan fácilmente, Le indigna que podamos ser nimios en usos tan externos que sólo sirven para ser vistos, y que haya una labor de zapa que ataca la caridad, la justicia social, el respeto a otros.  A cualquiera le indigna (a Jesús le indignó) que con el “pago” del diezmo de unas especias, se ocultaran actitudes mucho más serias y cristianas y profundas, que son las que revelan el corazón de la persona. Entiendo perfectamente a Jesús y lo veo clarísimo y veo que sería de necesidad que hubiera un Jesús en este momento para poner en claro a quien servimos muchas veces:  si al amor cristiano, el respeto al otro, a la comprensión, al calzarse los mocasines del prójimo, a la justicia que es propia de Dios y que supone la bondad, la misericordia, el juicio y sentido común, que no se camufla bajo egoísmos y egocentrismos autosuficientes.
Le causa a Jesús repugnancia esa “limpieza de la copa por fuera” y ese corazón insensible ante necesidades o sufrimientos de personas cercanas (que hasta pudiera ser que lo que sufren está causado por esos perfeccionistas de la copa exterior.  ¡Guías ciegos! Que –sin embargo quieren guiar a los otros que ellos consideran ciegos.  ¿Veis muy lejanas esas situaciones?  Mirando alrededor o mirando hacia el propio interior, ¿os imagináis lo que hoy diría Jesús de muchas cosas de nuestro propio entorno “religioso” y de quienes se ocultan bajo apariencias “religiosas”, pero tan alejadas de esencia cristiana o al modo de Cristo?  A mucha gente no le gustan estas quejas que se le escapan a Jesús del fondo de su alma, pero la pregunta que puede hacerse cada uno es si podría ser más honrada la propia actitud cristiana, de seguimiento de la doctrina y vida de Cristo.  Os aseguro que escribo con el corazón en la mano, y que no estoy teorizando como quien se lía un manteo a la cabeza.  Estoy sintiendo hondamente lo que digo, y me tengo que examinar muy seriamente, a la vez que creo que obligaría a muchos a examinarse, por si acaso encontraran motivos para mirar más fijamente al Corazón de Cristo y a sus sentimientos y expresiones de esta hora.
Hermosa sigue siendo la 1ª lectura, con Pablo que elogia a los fieles de la comunidad cristiana de Tesalónica. Pero advierte que nadie os desoriente con hechos o dichos…, sino os mantengáis firmes y conservéis lo bueno aprendido de nosotros.  Y luego concluye con una mirada a Dios del que depende todo y tanto bueno que los tesalonicenses tienen.
Pero dicho el resumen, ya me fijo directamente en esa advertencia:  que nadie os engañe con hechos o dichos, ni que se apoyen en lo que yo os he escrito y enseñado (dice Pablo).  Muy por encima, quede siempre lo que tenéis que llevar en el espíritu, manteniendo la auténtica tradición de lo que es esencial en la vida cristiana, en lo que yo os enseñé…, y lo que yo os enseño es a Cristo.  Ahí está el quid.  Porque o miramos mucho más a Cristo y menos nuestras gratificaciones espirituales, nuestras devociones o dulzuras personales, o nos quedaremos rozando los “ayes” de Jesucristo.

HOY CELEBRAMOS A SAN AGUSTÍN.  Uno que desbarró una buena parte de su vida. Hasta que un día se dejó atrapar por ese Jesús que conoció en el Evangelio y que le liberó de sus prejuicios y le hizo llegar hasta la médula del Cristo Salvador.  Cambiar siempre es posible cuando hay sinceridad para abordar los entresijos internos del alma…, las famosas salbandijas de Santa Teresa…

1 comentario:

  1. Anónimo1:57 p. m.

    Esto es una de las cosas que más me gustan del Evangelio. Jesús no es azucarillo que se disuelve en el agua. Es exigente con los suyos, ama a todos, pero cuando tiene que decir las cosas, a veces se le ve un estilo bastante directo, que hasta podría molestar. ¿Y que, si molesta? ¡Si ha dicho la verdad!

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