jueves, 2 de agosto de 2012

Alfarero del hombre...


UN DÍA SERENO
             Las lecturas litúrgicas empiezan hoy con una visión serena del profeta Jeremías. Dios le hace ir a un taller de alfarero, y que se fije en el trabajo del que hace las vasijas.  Cómo las modela, como las deshace cuando alguna no salió a su gusto y con el mismo barro vuelve a modelar una nueva.  Dios actúa de gran Alfarero. Le es “oficio” conocido y practicado, cuando de los limos iniciales sacó a la primera criatura humana, obra de sus dedos, modelada con el amor de un Creador que quiere su obra perfecta.  Si algún barro pudiera resistírsele –hay barros que llevan chinorros entremezclados e impiden la obra perfecta del artesano, el buen artista, o bien desecha tal vasija, o bien la vuelve a amasar, una vez limpia de ese tropiezo.  El tema que queda debajo es la libertad humana, que no es la del barro.  El hombre/mujer que se empeña en dejar en su barro esos chinos que impiden el buen hacer del alfarero, quedan fuera de su colección de vasijas útiles.  Pero bien podemos vivir en la confianza de que Dios estará repitiendo la misma vasija desde la primera a la última hora, en su deseo salvador de que aquel vaso de barro pueda pasar al grupo de los que sirven.
             La red del Evangelio de hoy ya nos habla de la vida como esa realidad en que peces buenos y malos están conviviendo en los fondos…, y entran en la red del Reino.  Pero entonces hay ya una selección por parte de los pescadores que, sentados en la playa…, podríamos decir, en el lado de acá, van separando los peces buenos y desechando los malos. Cuando son tan malos que no sólo no sirven sino que dañan a los buenos, Jesús los sitúa en ese horno purificador en el que los peces peligrosos son quemados para que no infesten y no se propague.
             La frase final es muy importante: allí será el llanto y el rechinar de dientes.  El jesuita de mi juventud, P. García Alonso, testigo de tantos hechos de la guerra entre españoles, contaba emocionado el caso de aquellos marinos –ya encarcelados- y uno de ellos sin consuelo posible. Sabiendo que venían por ellos, prepararon el automóvil para salir huyendo.  Todos estaban ya en el coche subidos, y a punto de partir.  Él se acuerda de algo importante que no ha recogido y decide subir en un momento a recogerlo.  Y cuando baja, ya está rodeado el automóvil por los perseguidores.  Nadie podía consolar a aquel hombre, que se repetía: “con el pie en el estribo, con el motor en marcha y por una tontería…”  Ese es el “rechinar de dientes”.  No hacen falta castigos del más allá, porque quien obra mal y es culpable –y tiene la hidalguía de sentirse causante de algo negativo- a ese no hay que amenazarlo con “castigos eternos”. El “horno encendido” lo tiene quemándole el alma aquí abajo, y el “rechinar de dientes”, “el gusano de la conciencia”, ya es suficiente para tener el infierno metido en su alma.
[No estoy ni negando ni eludiendo.  Estoy tratando de hacer comprensible, aquí y ahora, lo que aquí y ahora es inmediato.  Porque para quienes no crean en la vida o muerte eterna, ya debe serles una llamada profunda que aquí y ahora existe el roedor de la conciencia…, ese que vuelve traumatizados –aquí y ahora- y les hace sufrir la vida entera aquí y ahora. ¡Y pobres de los que ni eso tienen…!, o de los que no reconocen que lo tienen, y son los que pretenden eludir lo que no se podrá eludir, cuando la vasija –tan llena de elementos extraños al buen barro- no se dejan modelar por las manos del Alfarero divino].

             Hoy es la fiesta de la Virgen de los Ángeles.  Hoy celebran las Hermanas de la Cruz una fiesta muy suya, con su Fundadora, Santa ÁNGELA de la Cruz.  María Virgen, MUJER bíblica en la que Dios apoyó su plan de redención de la humanidad, por el Descendiente de Ella.  María, con su principio fundamental: Hágase en mi según tu Palabra.  Y a partir de eso, sacar todas las consecuencias   Pero para sacarlas, hubo de dejar todo lo demás a un lado: tuvo que independizarse de cualquier otro proyecto en que Ella hubiera puesto su ilusión.
             Los Santos siempre han sido personas de una IDEA FUNDAMENTAL, central, decisiva.  Lo que determina luego su vida y su obra es ir siendo consecuentes, paso a paso y día a día.  Ahora bien:  eso no se puede llevar a cabo cuando hay concepciones previas, gustos personales que tiran en alguna dirección, filias y fobias, influencias de fuera (amores y desamores), pasiones soterradas (que salen a flote más o menos visibles), etc.  Porque para ser consecuente en verdad HAY QUE INDEPENDIZARSE de todo eso. Que es, ni más ni menos, el tema reciente propuesto por Jesús:  quien quiere el tesoro escondido, necesita deshacerse todo para poder comprar aquel campo.  De todo se es independiente.  Y por eso alcanza a comprar el campo, aunque muchos –aun bienintencionados- pretendieran disuadirlo.

2 comentarios:

  1. Querido P. Cantero. Deseo manifestarle mi gratitud y reconocimiento por su interesante y luminoso comentario de hoy para el Apostolado de la Oración.
    En su primera parte, resulta especialmente interesante y bello el paralelismo perfecto entre el trabajo de un alfarero, que muchos hemos podido ver, y el trabajo, la obra, de nuestro buen Padre Dios y Creador nuestro.
    Le deseo siempre lo mejor.
    Reciba mi filial abrazo.
    Antonio Jara.

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  2. Anónimo9:46 a. m.

    Usted sabe que hay castigo eterno allí y después, al margen del aquí y ahora. No creer en la vida o muerte eterna, para un ateo ya sabemos lo que significa, pero un cristiano no puede negar (como usted no hace), que existe vida o condenación eterna. Eso es DOGMA DE FE. Sólo quiero hacer comprensible que EXISTE UN CASTIGO DESPUÉS, y que es PARA TENERLE PÁNICO.

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