martes, 31 de enero de 2012

A FONDO PERDIDO

A FONDO PERDIDO

Mc.5, 21-43

Desde siempre se me ha ido el corazón más hacia el modo de fe que siente la mujer de las hemorragias. Aquí Marcos enchufa dos situaciones de fe. Jairo, angustiado porque su hija se muere, y llega a Jesús y le da los pasos que él piensa que hay que dar para que Jesús actúe. Si leemos el texto, observaremos que el hombre no se limita a pedir. Él dice cómo debe actuar Jesús.

Por el contrario, la mujer querría pasar desapercibida. Su fe en Jesús, ciertamente que ya a la desesperada de que doce años de enfermedad la han arruinado económica y anímicamente, se ciñe a un oculto deseo: llegar siquiera a rozar el filo del manto de Jesús. Y quedaré curada”. Así de simple.

Cuando ve uno desde la atalaya del acompañante de almas, ve uno la enorme diferencia que hay entre la manera de vivirse la fe en unos y en otros. Y no tengo la osadía de decir que es mejor una que otra. Pero sí recojo unas sensaciones especiales. Y si fe tiene un paralelismo con el amor, en lo humano y en lo divino, más veo las diferencias.

Jairo viene a lo suyo y lo que le estorba es que se detenga el paso porque la mujer irrumpe en medio. Por su parte, ella no hubiera interrumpido nada, al mismo tiempo que alcanzaba en silencio su objetivo. Fue Jesús, que está por encima de todo esos modos humanos, quien detuvo la marcha, quien quiso saber qué había pasado, porque de mí ha salido energía de salud. Y la mujer, que se había escurrido entre la gente –desapercibida- lo mismo que llegó, tiene que presentarse, temblando, pensando que haya podido molestar y disgustar al Maestro. No, no le había molestado: se había gozado en aquel silencioso hacer como quien nada hace, pero lo ha hecho todo. Su fe, esa fe, le ha devuelto la salud.

Imagino a Jairo nervioso. Se están perdiendo minutos valiosos en su petición concreta: “ven”. Y Jesús tiene que hacer una corrección a su impaciencia. Tú cree; nada más. Eso es lo que creo que le diferencia de la mujer. Que su fe encerraba “condiciones” a su modo de pensar.

Punto y aparte son ls plañideras, las que van a lo suyo (es su modo de vivir); las que se ríen de Jesús porque dice Jesús que “la niña simplemente duerme”.

Cuando Jesús salió de la casa, habiendo hecho lo que Él sabía que tenía que hacer, las que se habían reído debieron quedarse más calladas que la muerta de antes. Jesús no dijo nada. Simplemente e alejó ya. No había nada que decir. A Jesús se le debe dejar hacer, y no estar tan encima que luego haya que tragarse la risa o el llanto, porque todos habían sido “más listos”…

A veces se me ocurre si no habrá que pensar que el Sacerdote vive situaciones semejantes… [Porque Jesús no era de palo tampoco].

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