martes, 17 de enero de 2012

LA PERSONA, PARA VIVIR

LA PERSONA, PARA VIVIR
2, 23-28
No perdamos de vista la 1ª lectura porque es muy significativa. Rechazado Saúl , como rey, por el Señor, hay que andar con pies de plomo. Y buscar estratagemas para escoger a David, a espaldas de los influyentes. Y David no fue un santo de principio a final. Pero tuvo lealtad para saberse equivocado.
Los fariseos no se habían tragado así porque así el silencio que tuvieron que sufrir cuando Jesús les mostró que perdonaba pecados y curaba la enfermedad para demostrar que actuaba como enviado de Dios.
Y lo acechaban bajo las piedras. Los discípulos pasan por un sembrado, arrancan unas espigas y las trituran en sus manos y se las comen. Un evangelista dice que “tenían hambre”. Marcos, mucho más natural en su evangelio, simplemente cuenta un caso que hemos hecho todos los que hemos tenido la suerte de vivir tiempos agrícolas: pasar junto a un sembrado y tener el gusto caprichoso de coger unas espigas, desmenuzarlas y comerlas. Y no por hambre.
Para los fariseos es una profanación del sábado y van a llamarle la atención a Jesús. ¡Ahora llevaban las de ganar!, pensaban.
Y Jesús se remite nada menos que al ídolo del pueblo judío a través de siglos: DAVID. Pues David, viniendo extenuado de una batalla con su destacamento, vienen a dar en la Casa de Dios, con el sacerdote Abiatar, y les piden comida. Abiatar no tiene nada que darles de comer. Como no sea que cojan los panes consagrados y ofrecidos a Dios, de los que nadie puede comer sino los sacerdotes. Y David dice que le parce muy bien. Los coge, come él y da de comer a su tropa.
Conclusión de Jesús: El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. Las normas son caminos para facilitar la circulación. Pero cuando los caminos son peores que las veredas de atajo, más valen las veredas.
Cumplir la obligación es el comienzo infantil del niño. Vivir la vida desde la madurez, y sin necesidad de amenazas ni preceptos, es exactamente la fe. La norma, en tanto cuanto ayuda donde hay que convivir entre varios. Pocas y muy acertadas. El resto, campo abierto donde pueda irse brincando y gozando de la belleza de un panorama que es EVANGELIO, que es luz, que es diafanidad, que es libertad de corazón.
Tengo miedo, ¡mucho miedo! (como dice la copla), de los “sabios y entendidos”, de los “doctores y letrados”, de los “cumplidores de normas” (que a la vuelta de la esquina hacen de su capa un sayo.
Quiero hombres y mujeres que sepan llorar y pedir, brillarle los ojos por su alegría, aunque luego entiendan menos de normas y leyes.
El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado

2 comentarios:

  1. ANA MARÍA7:48 p. m.

    Me ha gustado mucho, Padre, su definición del Evangelio, que es LUZ, DIAFANIDAD Y LIBERTAD DE CORAZÓN. Y también los tres últimos párrafos... (me imagino que se acordará)... Es mi primer comentario con "CHROMO", que corre a toda velocidad y lo sabe todo...

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  2. Anónimo11:23 a. m.

    ami me gustaria escri

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