jueves, 26 de enero de 2012

LO PEQUEÑO ES MUY GRANDE

LO PEQUEÑO ES MUY GRANDE

Mc 4, 26-34

Os falté a la cita del jueves porque a las 7 de la mañana viajaba ya hacia Madrid para cosas trabajos del APOSTOLADO DE LA ORACIÓN. Y el viernes lo tenéis por adelantado porque otra vez tengo que viajar para otros menesteres del mismo APOSTOLADO.

Quizás las parábolas de hoy son la exaltación de lo pequeño…, empezando por lo pequeño del hombre mismo ante la grandeza de la Gracia de Dios. Así, pues, aquel labrador siembra y se puede ir a su casa porque ya nada puede hacer más de lo que ha hecho. Dormirá, se levantará, etc., y una mañana aquella tierra aparentemente árida el día anterior, verdea… Y la planta crece sola, sin que él sepa cómo. ¡He aquí lo grande! A él le toco, eso sí, echar la semilla. A él le corresponderá el riego a su tiempo, la escarda… Pero cómo crece aquella planta, él no sabe cómo. Y un día la planta echa espiga y la espiga grana, y cuando llega el momento, él mete la hoz, porque ha llegado el momento de recoger. ¿De recoger qué? Una semilla pequeña que él plantó y que ahora es cosecha.

Lo que Jesús nos explica así de fácil es que el ser humano no tiene en su mano la fuerza del Reino de Dios, la Gracia, que es puro don. Que él cuide los detalles propios del agricultor, pero lo que tiene ahora es gratuito (=gracia), don.

Lo muy poco de él…, lo muy grande que hace Dios.

No sólo: un grano de mostaza es la semilla más pequeña. Y sin embargo, una vez plantada, se hace un arbusto capaz de sostener los nidos de las aves. Pequeño, muy pequeño, casi imperceptible. El Reino de Dios no se hace de grandes cedros. El Cedro es el propio Dios. No podemos añadir un milímetro a nuestra estatura ni un día a nuestra edad. Dios hace luego maravillas, y crea ese árbol que nos cobija (a buenos y a malos, a justos e injustos…; que luego vendrá la poda; pero nadie se le niega la posibilidad)

Y el puñado de lavadura que la mujer mete en una masa grande…, y toda la masa fermenta. ¿Cómo se produce eso? Ahí está. De donde se siguen dos reflexiones: de una parte, lo mismo de las dos comparaciones anteriores. Algo muy pequeño que acaba haciendo un efecto grande. La Gracia de Dios actúa en el más simple, en el menos inteligente, o en el más sabio de ciencias humanas…, y le da un nuevo ser: el Reino de Dios no tiene comparación con nada humana, ni pude comprarse con el mayor tesoro. Es gratuito…, es acción y donación de Dios, donde la persona sólo y –por decirlo así- únicamente le toca tener la bandeja dispuesta…, o incluso menos: no dificultar y no negarse al regalo que viene a hacerle Dios.

La otra reflexión nos incumbe a todos: ¿no seré yo el llamado a ser levadura que penetre algún masa…, que comunique ese don, que haga real una nueva realidad en otros, en los que Dios quiere actuar, y yo –pobre de mí- estoy llamado a ser instrumento? Sigue el mismo misterio de lo muy pequeño que llega a ser precisamente grande en el misterioso Reino de Dios?

3 comentarios:

  1. ANA MARÍA11:56 p. m.

    "Dame, SEÑOR, TU AMOR Y TU GRACIA, QUE ÉSTA ME BASTA"... Así terminaba San IGNACIO sus "Ejercicios Espirituales". Y cada día esperamos del SEÑOR -con las manos y el corazón abiertos- que nos colme de SU GRACIA, pues sabemos que ÉL lo hace TODO... y que sin ÉL no podemos hacer NADA.

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  2. hoy va la cosa de parabolas y encima se hacen reales. tengo unas cuantas mas por mi parte.

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