lunes, 23 de enero de 2012

NO TIENE PERDÓN

NO TIENE PERDÓN
Mc 3,29-30
Creo que es una de las explicaciones más claras en los evangelio sobre lo que es la blasfemia contra el Espíritu Santo. Porque el nombre de “blasfemia” suscita otras ideas en el lenguaje común. Aquí no se trata de ninguna palabra blasfema, ningún acción directamente blasfema. Se trata de una actitud tan clara como la de no reconocerse pecador, la de justificar el propio error doctrinal o moral escapándose por la tangente, de manera que lo que había que afrontar y ponerse a buscar la verdad y corregir, no se hace, sino que se queda uno fura de la verdad, aunque sea recurriendo a las explicaciones más absurdas. Pero uno se queda “en lo suyo”.
Cuando los doctores de la Ley atribuyen a poder del demonio que Jesús eche a los demonios, están cayendo en el absurdo –hasta pueril- más grueso que puede pensarse. Pero todo lleva una finalidad: ridiculizar Jesús ante la gente para que no crean en Él, mientras ellos se quedan en sus trece y –por consiguiente- no son ellos los que tienen que cambiar.
Jesús tuvo un gesto muy humano pidiéndoles que se acercaran, con ánimo e poder explicarse sin hacer demasiado ruido ante la gente que roseaba. Y les pone el ejemplo fácilmente comprensible de que si Satanás echa a Satanás, o están diciendo un absurdo, o están llegando a plantear una guerra civil en la que los “dos bandos” de Satanás acaban destruyéndose a sí mismos. Y eso es ir a una ruina.
Por eso, como esa postura de atribuir a Jesús estar actuando con el poder de Satanás, es irreconciliable con una lógica normal, ellos están justificándose a base de un absurdo. Y si lo hacen así, ellos no se bajan de su burro. Y si no bajan de su burro, no se arrepiente y no están por acoger la verdad, es decir por aceptar a Jesús, que trae la salvación. Esa postura recalcitrante es la que expresa como blasfemia contra el Espíritu Santo, porque el Espíritu es Espíritu de la Verdad, y ellos se cierran a aceptar la verdad o a ponerse en actitud de buscarla. Por tanto ni se arrepienten ni se arrepentirán. Y el que no se arrepiente, no pude tener perdón, no porque no se pueda perdonar cualquier pecado, sino porque se han cerrado a reconocer su pecado, u error, su mala fe.

Y quería haber todo otro tema de la primera lectura, pero no puedo porque me están esperando. A verv si luego…

1 comentario:

  1. DE LA 1ª LECTURA
    Me he quedado sin poder expresar un detalle de la 1ª lectura que muy bien pude pasarse de largo y sin embargo tiene su fondo
    El desprecio de los habitantes de Jerusalén a David, diciendo que los ciegos y los cojos se bastarían para no dejarlo entrar en la ciudad, produjo una aversión visceral en el pueblo hacia los ciegos y cojos.
    Por otra parte era signo mesiánico dar vista a los ciegos y hacer andar a los cojos.
    Cuando a Jesús se le enfrentan los sacerdotes por haber actuado Jesús echando a lo mercaderes del Templo, acaba el párrafo diciendo: "En ese momento se acercaron a Jesús los ciegos y los cojos". Hay, pues un sentido mucho más enjundioso del que puede aparecer a primera vista, en una somera lectura.

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