LITURGIA Viernes 3º de Cuaresma
La 1ª lectura vendría a ser como un diálogo, con una 1ª parte de
reconocimiento de las propias culpas y súplica de perdón (Os.14,2-10): Perdona del todo la iniquidad, recibe
benévolo el sacrificio de nuestros labios. Y una 2ª parte de respuesta de
Dios, que perdona: Yo curaré sus
extravíos, los amaré aún sin que lo merezcan. Mi cólera se apartará de ellos.
Seré rocío para Israel, florecerá como azucena.
Y se pregunta qué sabiduría puede entender esto y cómo pude
comprenderse. La respuesta es que son
rectos los caminos del Señor, los justos andan por ellos; los pecadores
tropiezan con ellos.
Pasamos al evangelio: Mc.12,28-34. Un doctor de la ley le
pregunta a Jesús cuál es el primero y principal mandamiento. No se dice en el
texto que viniera con segundas intenciones, sino muy posiblemente con el deseo
sincero de conocer la ortodoxia de Jesús.
Jesús respondió como cualquier buen judío, poniendo delante
el primer mandamiento: El primero es:
escucha Israel, y amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda tu
alma, con toda tu mente y con todo tu ser. Con esa respuesta ya estaba
Jesús más que conocido como buen judío. Pero Jesús fue adelante y continuó: El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como
a ti mismo. No hay mandamiento mayor que éstos. Está perfectamente claro y
el doctor de la ley se dio por satisfecho, repitió él de nuevo el mandamiento
doble, y reconoció que eso vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
Jesús le dijo que hiciera eso en su vida. La respuesta era
sensata. Lo que hacía falta ahora era llevarlo a la práctica. Y a eso invitaba
Jesús. Es más: le hizo saber al jurista que no
andaba lejos del reino de Dios. Aunque enrolado en el pensamiento de los
doctores de la ley, su corazón estaba en la línea del Reino que enseñaba
Jesucristo.
Dice al final que nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Habría que decir que nadie las hizo. Porque Jesús estaba muy abierto a
responder y su respuesta había sido pacífica y fiel al pensamiento general. No
había habido ninguna tensión.
Se me ocurre pensar si en los casos personales nuestros,
cabría decir eso de que nadie se atreve a hacer más preguntas, porque nuestras
respuestas son con frecuencia secas, dominantes, magistrales, y no a la altura
de la sencillez de quien expone sin tensión.
Yo veo en muchas personas –y predicadores- la tendencia a
hablar al interlocutor como de “segunda persona”. Es decir: no se personaliza
la respuesta como algo en lo que el mismo ponente está inmerso. Se utiliza
mucho el “vosotros” y poco la primera persona del plural, por la que el que
expone, se mete de lleno en la misma respuesta que da hacia fuera. No es:
“Vosotros que sois pecadores”, sino “nosotros que somos pecadores”. Encaja
mucho mejor la enseñanza que se da, porque se parte del hecho de que el mismo
predicador tiene que aplicarse el cuento. Es una forma más humilde de exponer y
choca menos y encaja mejor. Y puede el interlocutor “hacer más preguntas”
porque se siente acogido y comprendido.
Buenos días, espero que todos estén bien. Yo estoy bien, con paz en este momento, y con alegría interior en medio de la tormenta. A lo largo del día puede cambiar, porque el ser humano no es estático, sino dinámico, y cada uno tenemos un Alma única y diferente.
ResponderEliminarPor supuesto, la tendencia generalizada en "nosotros" es la de hablar a veces en segunda persona del plural, y tiene razón usted Padre. Yo también caigo en esto a veces, y aunque tengo mi excusa para ello, no diré nada para no interferir en su reflexión a nadie.
La verdad es que todos hemos pecado y aunque seamos perdonados por medio de la confesión o en cada Eucaristía bien vivida, nuestra condición es la de "pecadores". ( 1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. )
Un sacerdote me dijo una vez una cosa que no he olvidado: "Después de cada misa, salimos más limpios que una patena". Obviamente se entiende que el requisito es vivir la Misa como verdaderos penitentes que se saben necesitados de Dios, y no como si fuera un trámite u obligación más que cumplir. Por eso el sacerdote dice "Podéis ir en paz", para seguir nuestro camino de santificación y hacia Dios, no para irnos con nuestras conciencias tranquilas por haber cumplido el precepto dominical.
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ResponderEliminarPerdona Javier que comente la idea del P. Cantero, que le he oido varia veces: Antes el final de la misa era "Ite misa est" que traducido significa "Id sois enviados" ya que misa viene del verbo mitto (enviar) y se ha de interpretar en que la misa no se nos ha de quedar para nosotros sino para aplicarla a los que nos rodean a dar ejemplo etc..."Podeis ir en paz" está bien pero no es el mismo sentido de antiguamente.
ResponderEliminarGracias por comentar.
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