jueves, 5 de marzo de 2020

5 de marzo: La Oración


Día 6, PRIMER VIERNES.- Málaga, 5’30
Día 9: Ejercicios Espirituales, 5’30 a 8

LITURGIA        Jueves 1º de Cuaresma
                 Este día está dedicado en la liturgia de Cuaresma a insistir en el tema de la oracion, como uno de los elementos básicos del período penitencial. Suele identificarse “lo penitente” con el sacrificio y la mortificación. Pero también entra en la línea de esa “penitencia” y conversión la oración como el modo de darle sentido a los otros modos de superación que deben darse en este período. La oración es una relación personal con Dios, y por tanto lleva la supremacía.
          Nos lo presenta la liturgia a través de la oración de la reina Ester (14,1.3-5.12-14) ante el peligro inminente de la destrucción de su raza, por la maldad de Amán, que ha conseguido el sello del rey para determinar la destrucción de los judíos. Ester suplica a Dios una oración salida del fondo de su alma ante una ruina inminente. El temor es doble, porque también está amenazada sise presenta ante el rey sin que él le extienda su cetro.
          Nos deja ejemplo de oración confiada e insistente: A nosotros líbranos con tu mano, y a mí, que no tengo otro auxilio, protégeme, Señor, que lo sabes todo.

          Pasamos a un evangelio tan conocido y repetido (Mt.7,7-12) en el que Jesús enseña a sus discípulos a hacer una oración continuada  e insistente: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Y no sólo está formulado en forma de petición que han de hacer sino confirmado por el propio Jesús: Porque a todo el que pide, se le dará; el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre.
          Y no lo deja en eso. Rápidamente añade su parábola breve para hacer más claro aún su deseo: Si a alguno de vosotros su hijo le pide pan, ¿le dará una piedra? Y si le pide pescado ¿le dará una serpiente? Quiere dejar claro que Dios acude a nuestras peticiones, como un padre acude a las necesidades de sus hijos. Y eso es que “vosotros sois malos”… La diferencia abismal es que Dios es absolutamente bueno y que toda oración hecha a Dios, obtiene su respuesta. Dios dará cosas buenas a quienes le pidan. Es el secreto último de la petición: que siempre obtendrá respuesta buena de parte de Dios. Lo que significa también que no siempre lo que pedimos es lo que verdaderamente necesitamos, y Dios se encarga, desde su bondad, a hacer el cambio, para –a la postre- respondernos con una solución buena.
          Hay un versículo final que no es claro que corresponda a esta secuencia porque se despega de ella. Pero ahí está. Concluye esta perícopa con una frase referente al trato con los otros: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los Profetas. Lo podremos incorporar al conjunto uniendo que la oración, para que tenga eficacia, ha de ir amasada con el buen trato hacia el prójimo, y que nada sirve orar si no hay una solidaridad con el semejante. De tal manera que lo que encierra de enseñanza y exigencia la Ley antigua y los Profetas, en tanto tiene un valor en cuanto que haya una buena acogida del prójimo. Algo así como llegar a hacer de cada oración personal una especie de oración comunitaria, porque la buena unión con el prójimo es la que da eficacia a nuestro modo de orar. Al fin y al cabo la oración enseñada por Jesús, comienza en plural: PADRE NUESTRO, y no “Padre mío”.

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