Día 6, PRIMER VIERNES.- Málaga, 5’30
Día 9: Ejercicios Espirituales, 5’30 a 8
LITURGIA Jueves 1º de Cuaresma
Este día está dedicado en la
liturgia de Cuaresma a insistir en el tema de la oracion, como uno de los
elementos básicos del período penitencial. Suele identificarse “lo penitente”
con el sacrificio y la mortificación. Pero también entra en la línea de esa
“penitencia” y conversión la oración como el modo de darle sentido a los otros
modos de superación que deben darse en este período. La oración es una relación
personal con Dios, y por tanto lleva la supremacía.
Nos lo presenta la liturgia a través de la oración de la
reina Ester (14,1.3-5.12-14) ante el peligro inminente de la destrucción de su
raza, por la maldad de Amán, que ha conseguido el sello del rey para determinar
la destrucción de los judíos. Ester suplica a Dios una oración salida del fondo
de su alma ante una ruina inminente. El temor es doble, porque también está amenazada
sise presenta ante el rey sin que él le extienda su cetro.
Nos deja ejemplo de oración confiada e insistente: A nosotros líbranos con tu mano, y a mí, que
no tengo otro auxilio, protégeme, Señor, que lo sabes todo.
Pasamos a un evangelio tan conocido y repetido (Mt.7,7-12)
en el que Jesús enseña a sus discípulos a hacer una oración continuada e insistente: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Y no
sólo está formulado en forma de petición que han de hacer sino confirmado por
el propio Jesús: Porque a todo el que
pide, se le dará; el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre.
Y no lo deja en eso. Rápidamente añade su parábola breve
para hacer más claro aún su deseo: Si a
alguno de vosotros su hijo le pide pan, ¿le dará una piedra? Y si le pide
pescado ¿le dará una serpiente? Quiere dejar claro que Dios acude a
nuestras peticiones, como un padre acude a las necesidades de sus hijos. Y eso
es que “vosotros sois malos”… La diferencia abismal es que Dios es
absolutamente bueno y que toda oración hecha a Dios, obtiene su respuesta. Dios dará cosas buenas a quienes le pidan.
Es el secreto último de la petición: que siempre obtendrá respuesta buena de
parte de Dios. Lo que significa también que no siempre lo que pedimos es lo que
verdaderamente necesitamos, y Dios se encarga, desde su bondad, a hacer el
cambio, para –a la postre- respondernos con una solución buena.
Hay un versículo final que no es claro que corresponda a
esta secuencia porque se despega de ella. Pero ahí está. Concluye esta perícopa
con una frase referente al trato con los otros: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste
la Ley y los Profetas. Lo podremos incorporar al conjunto uniendo que la
oración, para que tenga eficacia, ha de ir amasada con el buen trato hacia el
prójimo, y que nada sirve orar si no hay una solidaridad con el semejante. De
tal manera que lo que encierra de enseñanza y exigencia la Ley antigua y los
Profetas, en tanto tiene un valor en cuanto que haya una buena acogida del
prójimo. Algo así como llegar a hacer de cada oración personal una especie de
oración comunitaria, porque la buena unión con el prójimo es la que da eficacia
a nuestro modo de orar. Al fin y al cabo la oración enseñada por Jesús,
comienza en plural: PADRE NUESTRO, y no “Padre mío”.
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