LITURGIA Lunes 3º de Cuaresma
Seguimos en el tema del “agua”, es decir, en el tema del bautismo, y la
preparación a ese momento solemne de la Vigilia Pascual, cuando los neófitos
van a participar de la resurrección de Jesucristo mediante el Bautismo, el que
San Pablo describe como padecer con Cristo, morir con Cristo y resucitar con
Cristo. Es decir: el Bautismo es el que nos une a la Pasión de Cristo y nos
hace participar de ella. Los neófitos viven la Cuaresma purificándose de sus
faltas y pecados y preparándose a que sean limpiados por el agua bautismal,
para iniciar en adelante una vida nueva, en la que se unan a la vida de Jesús,
con sus características y virtudes, imitando la santidad de Jesucristo.
En 2Reg.5,1-15 nos ha mostrado el suceso de Naamán, general
del ejército sirio, hombre muy valioso y estimado por su señor, pero que
padecía la enfermedad de la lepra.
Una joven de Israel, cautiva de los sirios, estaba al
servicio de Naamán, y sugirió la solución de que se presentase su amo al
profeta de Samaria, que podría liberarlo e la lepra.
Entendieron aquello las autoridades paganas como la acción
de los poderosos de Israel y prepararon una caravana que fuera al rey de
Samaria y le ofrecieran grandes dones a cambio de que curara a Naamán. Error que
pudo costarles caro porque el rey de Israel interpretó aquello como una
estratagema militar para derrotarles en batalla y rasgó sus vestiduras como
ante una blasfemia.
Eliseo, el profeta se entera y corrige al rey e invita a
Naamán a presentarse ante él, y verá que hay un Dios en Israel. Naamán se hace
a la idea de un ritual religioso solemne y se presenta en casa de Eliseo, el
cual, sin salir personalmente, le da el recado de bajar al Jordán y sumergirse
en él siete veces.
Naamán se disgusta y opta por marcharse, enojado porque
para eso hay ríos en Damasco más importantes que el Jordán. Un súbdito le hace
entrar en razones: lo que te ha mandado no es costoso, y por probar no se
pierde nada. Y Naamán se baña 7 veces en el Jordán y queda su piel limpia como
la de un niño.
Vuelve grupas hacia la casa de Eliseo a quien agradece la
gracia recibida y reconoce que no hay más dios en toda la tierra que el Dios de Israel. No era, pues, tema, si
hay ríos más importantes, sino que Eliseo le enviaba precisamente de parte de
Dios, y ahí está la fuerza para la curación. Las aguas del Jordán eran solo el
signo, pero la gracia de Dios era poderosa.
En el evangelio (Lc.4,24-30) Jesús cita este caso en su
visita a Nazaret para mostrar que la fuerza viene de Dios y no son las meras
apariencias por las que las gentes veían a Jesús como un paisano más del
pueblo, tal como lo habían conocido durante cerca de 30 años. Pero Jesús no es
el mismo ahora porque la fuerza de la gracia de Dios se ha posado sobre él.
Eso escandalizó a muchos y persiguieron a Jesús en ademán
de atacarle, pero él pasó por entre ellos y se marcho de la ciudad.
Desgraciadamente en nuestro mundo descristianizado se ha
ido relegando el tema del Bautismo de los niños, que pierden así la gracia de
su dignidad como hijos de Dios y de su capacidad de fe. El relegar el bautismo
para “cuando ellos lo pidan” es una falacia porque el ambiente en el que se
desenvuelven –esas familias que no han bautizado a sus hijos- no es
precisamente un ambiente favorable. Y si no se les dio la primera oportunidad
básica, en realidad se les ha dejado en el vacío. Y así crece una generación
ausente de Dios, en un ambiente de frivolidad ambiental, que no les va a
facilitar precisamente que esas criaturas deseen el bautismo por su propio
gusto. Y aun deseándolo en circunstancias concretas de colegios, compañeros u
otras influencias positivas, llevan el retraso y la carencia de la capacidad de
la fe, ese “receptáculo” que a otros bautizados les ha facilitado un sentido
espiritual de su vida.
Demos gracias a Dios los que nacimos en ambientes y
familias responsables de nuestra vida espiritual, porque nos aportaron ese plus
de vida del que ahora gozamos, y por el que nuestra estatura espiritual ha
podido desarrollarse armónicamente con nuestro crecer humano.
Mi argumento contra los que deciden no dar el bautismo a sus hijos o negarles incluso la posibilidad de la primera comunión después es el siguiente: unos padres católicos aunque se hayan apartado de la vida sacramental y estén alejados de Dios, no tienen autoridad moral ni de ningún tipo para privar a sus hijos de la Gracia de Dios. Incurren en grave responsabilidad los que así actúan. Yo tengo un caso cercano de alguien que privó directamente a sus hijos, especialmente a uno de ellos, que incluso lo llegó a pedir, el hacer la primera comunión. Hoy ese hijo, ya adolescente vive momentos muy difíciles, y tanto el como sus padres andan perdidos y sin rumbo en medio de este mundo, porque así ocurre cuando no se deja entrar a Dios en tu vida.
ResponderEliminarEl padre no tiene autoridad para negar o impedir al hijo con el argumento de que aún no sabe lo que quiere, porque si eso fuera verdad, ningún niño tendría que ir a la escuela a estudiar matemáticas o cualquier otra asignatura porque no sabe aún lo que quiere. Mismo argumento.