jueves, 19 de marzo de 2020

19 marzo: El misterio de José


LITURGIA        SAN JOSÉ
                      Cuando he preparado el blog, no he caído en la cuenta de que hoy era el día de San José, y he seguido las lecturas continuas correspondientes al Jueves 31 de Cuaresma. Por eso hoy encontraréis dos entradas en el blog, si bien la que corresponde a la fiesta de hoy será más breve.

          La liturgia nos señala tres aspectos de este gran santo, el primero de todos los santos, que recibe el culto especial de protodulía. [El de los santos es culto de dulía; “proto” indica el primero entre los demás].
          La 1ª lectura (2Sam.7,4-5.12-14.16) es el anuncio de un descendiente de David, salido de sus entrañas (quiere decir, de su estirpe o rama familiar) en el que se consolidará el reino de David. Ese descendiente es Cristo, quien a su vez, desciende legalmente de la rama de David a través de José, el esposo de María, que fue la madre de Jesús.

          La 2ª lectura (Rom.4,13.16-18.22) en la que se remonta a Abrahán como el hombre de la fe, al que se le anuncia que será padre de muchas generaciones. En la genealogía de Jesucristo, de Abrahán van descendiendo las generaciones por Isaac, Jacob…, hasta llegar a José, que es la línea directa de la descendencia de David. Pero además José es también el hombre de la fe, porque su experiencia fue inconmensurable en ese creer a Dios por encima de todas las razones humanas.

          Finalmente el evangelio, a elegir entre Mt.1,16-24 en las que José supera las dudas iniciales basándose en la palabra de Dios que se le trasmite en sueños; y Lc.2,41-51, con el Niño “perdido” a los 12 años.
          Que yo digo que no se perdió, porque José y María ya habían hecho todo lo que correspondía para que el Niño estuviese en la caravana. Lo que Lucas pretende dejar muy claro es que Jesús no es el hijo de José, corrigiéndose así la expresión de María: Tu padre y yo te buscábamos angustiados. Ha de quedar muy claro que José no era el padre, y de ahí la respuesta del Niño que se ha quedado en el Templo: Yo tenía que estar en la casa de MI PADRE. Jesús es el hijo de Dios; no es hijo  de José. Aunque para más fe del santo, una vez acabado aquel momento, el niño va con ellos –con María y con José, como padre de familia- a Nazaret, obediente como cualquier hijo.

          Ha quedado definida así la realidad misteriosa de san José, que hace las veces de padre y que lleva toda la responsabilidad de padre, pero muy a sabiendas de que Jesús no le pertenece como hijo. José es sólo ese velo del misterio que oculta a los ojos de los hombres, el secreto inmenso de Dios.

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