LITURGIA SAN JOSÉ

La liturgia nos señala tres aspectos de este gran santo, el
primero de todos los santos, que recibe el culto especial de protodulía. [El de
los santos es culto de dulía; “proto” indica el primero entre los demás].
La 1ª lectura (2Sam.7,4-5.12-14.16) es el anuncio de un
descendiente de David, salido de sus entrañas (quiere decir, de su estirpe o
rama familiar) en el que se consolidará el reino de David. Ese descendiente es
Cristo, quien a su vez, desciende legalmente de la rama de David a través de
José, el esposo de María, que fue la madre de Jesús.
La 2ª lectura (Rom.4,13.16-18.22) en la que se remonta a
Abrahán como el hombre de la fe, al que se le anuncia que será padre de muchas
generaciones. En la genealogía de Jesucristo, de Abrahán van descendiendo las
generaciones por Isaac, Jacob…, hasta llegar a José, que es la línea directa de
la descendencia de David. Pero además José es también el hombre de la fe,
porque su experiencia fue inconmensurable en ese creer a Dios por encima de
todas las razones humanas.
Finalmente el evangelio, a elegir entre Mt.1,16-24 en las
que José supera las dudas iniciales basándose en la palabra de Dios que se le
trasmite en sueños; y Lc.2,41-51, con el Niño “perdido” a los 12 años.
Que yo digo que no se perdió, porque José y María ya habían
hecho todo lo que correspondía para que el Niño estuviese en la caravana. Lo
que Lucas pretende dejar muy claro es que Jesús no es el hijo de José,
corrigiéndose así la expresión de María: Tu
padre y yo te buscábamos angustiados. Ha de quedar muy claro que José no
era el padre, y de ahí la respuesta del Niño que se ha quedado en el Templo: Yo tenía que estar en la casa de MI PADRE. Jesús
es el hijo de Dios; no es hijo de José.
Aunque para más fe del santo, una vez acabado aquel momento, el niño va con
ellos –con María y con José, como padre de familia- a Nazaret, obediente como
cualquier hijo.
Ha quedado definida así la realidad misteriosa de san José,
que hace las veces de padre y que lleva toda la responsabilidad de padre, pero
muy a sabiendas de que Jesús no le pertenece como hijo. José es sólo ese velo
del misterio que oculta a los ojos de los hombres, el secreto inmenso de Dios.
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