Hoy PRIMER VIERNES. Málaga a 5’30
Mañana: RETIRO diocesano de
laicos: 10 h.
Días 9 a 13: Ejercicios Espirituales:
5’30 a 8
LITURGIA
La responsabilidad del pecado es personal. Cada uno da cuenta de su
propia conciencia. Nadie es responsable del pecado que otro comete. Y nadie
debe “confesarse” de los pecados del prójimo. [Parece una perogrullada pero no
es tan evidente para más de una persona, que tienden más a manifestar las
faltas ajenas para justificar las propias]. Ezequiel 18,21-28 insiste en que el
hijo no carga con los pecados de su padre, ni el padre con los del hijo. El que
no ha pecado en algo, no tiene que arrepentirse de “eso”.
Y cuando el pecador se arrepiente de verdad del pecado que
cometió, ese pecado queda definitivamente perdonado, porque Dios no se vuelve
atrás del perdón que ha concedido.
Otra cosa es la persona buena que acaba faltando
gravemente: ese pecado último es una realidad y por él es juzgado pecador. Y si
no se arrepiente de ese pecado que cometió, es responsable de su pecado y es
juzgado de ese pecado. Es condenado por ese pecado del que no se ha
arrepentido, aunque anteriormente haya sido muy santo. La conciencia del
momento es la que vale.
Y hay quien vuelca su juicio contra Dios diciendo que Dios
no es justo porque no ha tomado en cuenta años de bondad de ese individuo. La
verdad es que esa bondad ha quedado suspendida por el pecado último, porque eso
último es lo que vale, lo que define.
Por ello el pecador de toda la vida que en un instante
concreto se convierte y empieza a vivir con rectitud, su conciencia última es
de arrepentimiento y bondad, y eso es lo que le es considerado. Le define ahora
su nueva bondad. Y es justificado.
En el evangelio volvemos de nuevo a un tema que no hace
mucho que se ha tratado: la realidad del pecado es la interior. Mt.5, 20-26 es
la palabra de Jesucristo en el Sermón del Monte, enseñando que la bondad del
corazón es la que cuenta, y que –por tanto- tiene que ser mucho más honda que
la de los escribas y fariseos, porque, si no, no se entrará en el Reino de los
Cielos, que es –en definitiva- la vivencia del evangelio, la Palabra misma de
Jesús.
Sabéis que se dijo a
los antiguos: No matarás. Para ellos quedaba claro que no tenían derecho a
privar de la vida a nadie. Más allá de eso, ya no entraban en detalles.
Pero yo os digo
–palabra ya de Jesús y profundización del concepto- que el que esté peleado con su hermano, será procesado. Y si uno ofende
a su hermano, tendrá que comparecer a juicio, y si lo llama “renegado” merece
la condena del fuego. Se trata de que hay modos de “matar” que no son
quitarle a otro la vida sino apartarlo definitivamente del amor que como humano
se le debe.
De donde se deduce que no tiene valor la ofenda que se hace
al altar si sabe uno que el hermano tiene quejas. Y entonces hay que dejar la
ofrenda al pie del altar, irse al hermano, reconciliarse con él, y entonces se
está en condiciones de presentar la ofrenda.
Los disgustos hay que solventarlos cuanto antes. Todo lo
que se deja para después tiene el peligro de enconarse. Por eso –aquí llega la
parábola- si uno te pone pleito,
resuélvelo antes de llegar a tribunal, porque el tribunal puede condenarte a la
cárcel. Y de allí no sales hasta que hayas pagado el último céntimo. Pues
así: resuelve tus disgustos o rencillas con el hermano cuanto antes; se diría
que “antes de ponerse el sol”, para que puedas irte a la cama con la conciencia
tranquila.
Estamos, pues ante el tema del pecado en la mente
penitencial de la cuaresma. El pecado siempre es propio y de él hay que buscar
salir cuanto antes. Eso le dará eficacia a la confesión, y no el absurdo de
arrastrar una conciencia sucia durante un tiempo…, y desgraciadamente –no
extraño- hasta la cuaresma siguiente, como si la única ocasión oportuna de
confesar fuese la Cuaresma. Personalmente soy muy escéptico de las confesiones
anuales, que acaban siendo muy vacías y de nula eficacia. Meras “pastillas
tranquilizantes” y falsamente tranquilizantes.
Padre Cantero dice grandes verdades.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDon Manuel si puede usted nos gustaría tener por escrito las meditaciones de los ejercicios de la próxima semana que tanto bien hacen. Abrazo en Cristo
ResponderEliminarComo yo no doy los ejercicios sino otro Padre que viene de fuera, dudo mucho que pueda ofrecerlos, y menos por escrito.
ResponderEliminarEjercicios del padre Cantero hay en otro lugar en audio.
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