Hoy
comienzan los Ejercicios a las 5’30
LITURGIA Lunes 2ª semana de Cuaresma
Hay un tema bajo toda la repetición de la 1ª lectura (Dan.9,4-10) que
expresa el pensamiento del pecador ante la misericordia de Dios. Yo soy el
pecador, yo el injusto, yo el que no he observado tus mandamientos…, y así
sucesivamente. Pero Tú, oh Dios, eres el Dios justo, el perdonador, el que
guardas la alianza, el Dios de la piedad y el perdón.
Me contaban hace unos minutos el caso de un pobre hombre
enviciado que lloraba sus pecados y se sentía sucio e irredento, y que alguien
–con menos sentido espiritual- le había dicho que Dios lo odiaba por esa vida
que llevaba. Y ese pensamiento le atormentaba y le ponía al borde de la locura.
Dio finalmente con el sacerdote que le aclaró el tema. Vd. ha pecado y Dios no
quiere el pecado. Pero no detesta al pecador. Dios lo sigue amando a Vd., así
pecador y todo, y nunca le ha retirado su amor por causa de ese pecado
enquistado que lleva a sus espaldas. Dios lo ama. Y en su amor quiere ayudarle
a evitar esta situación. Pero no le retira su amor de Padre.
El levantamiento de aquella carga que llevaba el hombre
sobre sus hombros vino a destensarle su misma situación y con ello poder luchar
frente a su vicio con otro talante esperanzado.
Queda muy bien expresado ese modo de ser de Dios en el
comienzo del evangelio de hoy, según San Lucas (6,36-38): Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. Eso es evangelio o
buena noticia. Es llamada a una actitud que nos acerca al modo de ser de Dios:
el ser compasivos. Lo cual tiene que extenderse a toda una manera de ser de la
persona, en realidades concretas de su vida diaria: no juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados.
Esto tiene aplicación práctica en el día a día, en que es tan fácil el
enjuiciar o juzgar o comentar aquellas cosas del prójimo que a uno no le
parecen aptas. Y que no significa que no sean aptas e incluso buenas. Pero la
tendencia a la crítica es un vicio demasiado arraigado y que se practica allí
donde hay más de una persona. Que donde sólo hay una, están los juicios, que
incluso pueden ser temerarios porque no están fundamentados sobre razones
mínimamente objetivas. En el fondo el problema es que no somos compasivos y que
no nos acercamos a ese modo compasivo del ser de Dios.
Sigue diciendo Jesús: Perdonad
y seréis perdonados. Otro tema de mucha actualidad, Es frecuente el dicho
no cristiano del “perdono pero no olvido”, que en definitiva equivale a “no
perdono” (no perdono de corazón aunque quiera perdonar de “boquilla”). Y sin
embargo el perdón es una de las medicinas más eficaces contra los
resentimientos y los recuerdos dolorosos. Perdonar es una manera de destensar
el propio sentir. Se hace más daño el que no perdona que el que puede hacer al
no perdonado. Yo recomiendo mucho –y es palabra de Jesús mismo- PEDIR por ese
“enemigo” al que no perdono, pero que siquiera pidiendo de corazón por él, a mí
me sana el propio corazón.
No es tema si merece el tal individuo ser perdonado, sino
que Jesús ha enseñado a “amar a los enemigos; pedir por los que maltratan y
calumnian”, y que la palabra de Jesús es mucho más definitiva que los
sentimientos el que se siente ofendido. Pedir es una forma de amar, porque
puede uno pedir que se convierta del mal que ha hecho…, pedirle a Dios gracias
especiales para que aquella persona cambie de conducta. Y el que pide, sana.
Que al menos por ahí ya ha obtenido un fruto.
Ya lo advierte Jesús en el final de este párrafo: os verterán una medida generosa, colmada,
remecida, rebosante. A más grandeza de alma por parte del que está herido,
mayor será la curación de su herida. Y en el corazón de Dios está el que la
medida sea colmada y rebosante, porque Dios no entiende medias tintas.
Y en el plano humano, la
medida que uséis, la usarán con vosotros. También humanamente se sacan
frutos porque al final el que ofendió también puede acabar correspondiendo de
acuerdo al bien recibido.
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