lunes, 9 de marzo de 2020

9 marzo: Sed compasivos...


Hoy comienzan los Ejercicios a las 5’30
LITURGIA        Lunes 2ª semana de Cuaresma
                      Hay un tema bajo toda la repetición de la 1ª lectura (Dan.9,4-10) que expresa el pensamiento del pecador ante la misericordia de Dios. Yo soy el pecador, yo el injusto, yo el que no he observado tus mandamientos…, y así sucesivamente. Pero Tú, oh Dios, eres el Dios justo, el perdonador, el que guardas la alianza, el Dios de la piedad y el perdón.
          Me contaban hace unos minutos el caso de un pobre hombre enviciado que lloraba sus pecados y se sentía sucio e irredento, y que alguien –con menos sentido espiritual- le había dicho que Dios lo odiaba por esa vida que llevaba. Y ese pensamiento le atormentaba y le ponía al borde de la locura. Dio finalmente con el sacerdote que le aclaró el tema. Vd. ha pecado y Dios no quiere el pecado. Pero no detesta al pecador. Dios lo sigue amando a Vd., así pecador y todo, y nunca le ha retirado su amor por causa de ese pecado enquistado que lleva a sus espaldas. Dios lo ama. Y en su amor quiere ayudarle a evitar esta situación. Pero no le retira su amor de Padre.
          El levantamiento de aquella carga que llevaba el hombre sobre sus hombros vino a destensarle su misma situación y con ello poder luchar frente a su vicio con otro talante esperanzado.

          Queda muy bien expresado ese modo de ser de Dios en el comienzo del evangelio de hoy, según San Lucas (6,36-38): Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. Eso es evangelio o buena noticia. Es llamada a una actitud que nos acerca al modo de ser de Dios: el ser compasivos. Lo cual tiene que extenderse a toda una manera de ser de la persona, en realidades concretas de su vida diaria: no juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Esto tiene aplicación práctica en el día a día, en que es tan fácil el enjuiciar o juzgar o comentar aquellas cosas del prójimo que a uno no le parecen aptas. Y que no significa que no sean aptas e incluso buenas. Pero la tendencia a la crítica es un vicio demasiado arraigado y que se practica allí donde hay más de una persona. Que donde sólo hay una, están los juicios, que incluso pueden ser temerarios porque no están fundamentados sobre razones mínimamente objetivas. En el fondo el problema es que no somos compasivos y que no nos acercamos a ese modo compasivo del ser de Dios.
          Sigue diciendo Jesús: Perdonad y seréis perdonados. Otro tema de mucha actualidad, Es frecuente el dicho no cristiano del “perdono pero no olvido”, que en definitiva equivale a “no perdono” (no perdono de corazón aunque quiera perdonar de “boquilla”). Y sin embargo el perdón es una de las medicinas más eficaces contra los resentimientos y los recuerdos dolorosos. Perdonar es una manera de destensar el propio sentir. Se hace más daño el que no perdona que el que puede hacer al no perdonado. Yo recomiendo mucho –y es palabra de Jesús mismo- PEDIR por ese “enemigo” al que no perdono, pero que siquiera pidiendo de corazón por él, a mí me sana el propio corazón.
          No es tema si merece el tal individuo ser perdonado, sino que Jesús ha enseñado a “amar a los enemigos; pedir por los que maltratan y calumnian”, y que la palabra de Jesús es mucho más definitiva que los sentimientos el que se siente ofendido. Pedir es una forma de amar, porque puede uno pedir que se convierta del mal que ha hecho…, pedirle a Dios gracias especiales para que aquella persona cambie de conducta. Y el que pide, sana. Que al menos por ahí ya ha obtenido un fruto.
          Ya lo advierte Jesús en el final de este párrafo: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. A más grandeza de alma por parte del que está herido, mayor será la curación de su herida. Y en el corazón de Dios está el que la medida sea colmada y rebosante, porque Dios no entiende medias tintas.
          Y en el plano humano, la medida que uséis, la usarán con vosotros. También humanamente se sacan frutos porque al final el que ofendió también puede acabar correspondiendo de acuerdo al bien recibido.

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