LITURGIA Domingo 3º A de Cuaresma
Uno de los temas más importantes de la Cuaresma es el del Bautismo. De
hecho el final de todas estas celebraciones de Cuaresma y Semana Santa acaban
con la renovación de las promesas del Bautismo, como expresión de unión a la
vida nueva que viene con la resurrección del Señor.
Preparando a los neófitos a esa celebración, hoy las
lecturas se centran en el tema del agua. La 1ª, de Ex.17,3-7 con el prodigio de
Dios, a través de Moisés y de la vara misteriosa, que hace saltar el agua
abundantemente de la roca, cuando ya aquel pueblo murmuraba de Dios y de Moisés
por la angustia de la sed en medio del desierto. Dios da el agua en abundancia
para beber el pueblo y sus ganados.
En el evangelio tenemos también otro episodio de agua: el
de la samaritana (Jn.4,5-42), con un sentido ya mucho más espiritual e
interviniendo directamente Jesucristo. Ya no es el agua de la roca que sacia la
sed material; ahora es el agua de vida que salta hasta la vida eterna.
Llega una mujer samaritana, una persona ajena al proyecto
salvador de Jesús, que ignora a Jesús por su atuendo de judío. Y los
samaritanos no tienen relación alguna con los judíos.
Pero Jesús viene sudoroso del camino y necesita beber, y
como en Jesús no hay prejuicios, se dirige a la mujer y le pide de beber. Se
extraña ella de que un judío se dirija a una samaritana y tiene un primer
movimiento de rechazo.
Pero Jesús le levanta la curiosidad hablándole
misteriosamente: Si tú conocieras el don
de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le habrías pedido agua a él y él
te daría agua viva, y haría en ti un surtidor de agua que salta hasta la vida
eterna. Estamos en otro plano diferente al del agua natural. Ahora se trata
de un agua que es don de Dios y que salta hasta la vida eterna. Estamos metidos
de lleno en el sentido del agua del bautismo, cuyos efectos ya no son de apagar
la sed sino de encaminar hacia la vida eterna.
Al final la samaritana, que no ha entendido el sentido
espiritual, pide a Jesús que le dé de “esa agua” para que ella no tenga que
venir aquí al pozo a sacarla. Lo que saca en claro es que Jesús es profeta
porque habla palabras que no son palabras de lo material. Y como a profeta, la
mujer le plantea un tema religioso, que era un tema de fricción entre judíos y
samaritanos: Vosotros los judíos decís
que a Dios se le adora en Jerusalén. Nosotros los samaritanos, que en el monte
Garizín. Y Jesús se va mucho más al fondo de la cuestión para afirmar que
ni en Jerusalén ni en el monte porque los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad.
Lección que trasciende la conversación con la samaritana y
nos llega a nosotros para mostrarnos cuál es verdaderamente el sentido de la
religión: no son los sitios ni la materialidad sino lo profundo del corazón. El
agua es el elemento simbólico, que hace de vehículo de nuestros sentidos. Pero
el bautismo toca el fondo del alma. Por eso a mí me gusta jugar un poco con la
imagen y decir que nos tenemos que tocar la cabeza para ver si sigue húmeda del
agua del bautismo o si se ha secado. Porque el bautismo no es un hecho pasado
porque “fuimos bautizados” sino una realidad presente por la que tenemos un
estilo de vida, unas costumbres, unas obras, que son distintas y que nos tienen
que distinguir de los no bautizados.
Aquello de los hombres del pueblo, que ya no creen por el
relato que les hace la samaritana sino porque ellos mismos están viendo por sus
ojos, y eso les lleva a invitar a Jesús a quedarse con ellos, lo que el Señor
hizo durante dos días. Han descubierto que Jesús es el Salvador del mundo.
El Bautismo es la puerta que abre paso a los otros
sacramentos. Si hoy participamos de la Eucaristía es porque somos unos
bautizados que hemos sido hechos por el bautismo hijos de Dios y herederos de su gloria. Por razón del bautismo
recibido se pueden perdonar nuestros pecados y se puede participar de la vida
de la Iglesia.
Desde nuestra realidad de bautizados, podemos elevar
nuestras peticiones al Señor.
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En acción de gracias de que somos miembros de la iglesia por nuestro
bautismo, Roguemos al Señor.
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En acción de gracias por nuestro bautismo, que nos hace hijos de Dios, Roguemos al Señor.
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Porque en nuestro bautismo repetimos nuestra participación en la muerte
y resurrección de Jesucristo, Roguemos
al Señor.
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Para que nuestro bautismo nos haga participar plenamente de la
Eucaristía, Roguemos al Señor
Damos gracias a Dios, por medio de Jesucristo que se
ofreció por nosotros cuando todavía éramos pecadores.
A ti que vive y reinas por los siglos de los siglos.
Los perros pueden salir a pasear. Las personas no. Oportunidad mundial para convertirse y viviendo la Cuaresma, y reflexionando sobre las cosas humanas y divinas.El mundo necesita respuestas. Las trompetas suenan, la Iglesia debe dar luz en esta señal de los tiempos. Recuerden lo que dijo el Señor: "¡No tengáis miedo!".
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Gracias Padre Cantero, por seguir al pie del "cañón"
Hoy en Madrid no se celebra la Eucaristía con fieles por decreto del Cardenal Arzobispo de Madrid. Hay templos donde son muy grandes y hay poca gente y podemos estar a mucha distancia unos de otros. Espero que las celebraciones de la Semana Santa se puedan hacer presencialmente. El camino que buscamos los creyentes para la solución del problema sanitario está en pedirlo a Dios, habrá que hacerlo desde casa.
ResponderEliminarLa celebración de la Santa Misa acaba de ser privada a partir de mañana al pueblo de Dios en Málaga. Para mi, un error. El Gobierno de España en cambio no la había prohibido, sino recomendado seguir los consejos de seguridad...
EliminarSorprende que en un Supermercado donde tropezamos unos con otros por los pasillos si podamos estar y en una iglesia en la que caben 500 personas sentadas no podamos estar unas 30 personas. El caso de la iglesia del colegio Sta María del Carmen en la calle Los Misterios (Madrid) o en la iglesia de los Jesuitas en la calle Serrano.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. Yo he tenido la ventura de poder asistir esta mañana en Málaga. La Parroquia era amplia, y éramos unos 20, pero por lo menos había fieles. Creo que guardando las medidas de seguridad dadas por las autoridades era suficiente, pero parece que nuestra fe está asustada. Pan podemos comprar, pero el pan de Dios, no lo podemos tener.
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