lunes, 1 de agosto de 2016

1 agosto: Panes multiplicados

Liturgia
          Seguimos con Jeremías y nos toca una amplia y extraña relación (28, 1-17) en la que se encuentran enfrentados dos profetas. Ananías que profetiza liberación y Jeremías que no lo acepta. Ananías anuncia la liberación de los deportados de Nabucodonosor, que podrán volver a Jerusalén, y hace gestos proféticos como el de romper el yugo de madera que oprimía el cuello de Jeremías. Y Jeremías que le advierte que no es válido ese gesto, y que Nabucodonosor va a oprimir con yugo de hierro. Se cumplió la profecía de Jeremías y no la de Ananías.

          San Mateo 14, 13-21 nos trae la reacción de Jesús ante la muerte del Bautista. Al modo que tantas veces lo hace, una situación violenta y difícil la resuelve marchándose, no enfrentándose a la violencia. Más valía enfriar la situación, y hay que tener en cuenta que la narración de la muerte del Bautista se produce a propósito de que Herodes andaba perplejo al oír los hechos de Jesús, que el rey atribuía a que hubiera resucitado Juan Bautista, al que él mandó decapitar. Por eso Jesús se va a otro lugar y pone agua por medio.
          Al desembarcar vino a encontrarse con un gran número de personas que habían intuido el lugar del desembarco y se habían ido a esperarlo allí. Jesús vio a sus enfermos, vio a las personas deseosas de encontrarlo y se dio a ellos tan del todo que bien podría decirse que se le fue el santo al cielo.
          Tuvieron los apóstoles que llamarle la atención de la situación que se había provocado: están en despoblado todo ese gentío… Debe despedirlos para que se vayan a las aldeas próximas y se busquen comida.
          La sorpresa se la llevan los mismos apóstoles cuando Jesús les dice que ellos den de comer a aquella multitud. Con la extrañeza más grande le hacen caer en la cuenta de que ellos no tienen más que cinco panes y dos peces…, seguramente lo que habían previsto para comer los trece en aquel viaje a un lugar solitario.
          Jesús no se inmuta. Pide que le lleven a él esos 5 panes y 2 peces y que la gente se recueste en la hierba. Toma los panes y los peces y empieza a repartirlos entre sus doce para que ellos los repartan a la gente, y la gran sorpresa es que los panes no se agotan ni los peces y que todos aquellos miles de personas comen hasta quedar satisfechos. Todavía parece poco el hecho y pueden recogerse doce cestos llenos de las sobras… ¡y habían comido hombres y mujeres y niños, que se contaban por miles!

          Hay una lección debajo de ese hecho: el valor de compartir; cómo en ese compartir salen beneficiados muchos sin que carezcan los que han compartido lo poco o mucho que tenían. Y la mano del Señor está encima y multiplica los efectos beneficiosos.


          Este suceso de los panes y peces multiplicados sale en los 4 evangelistas (cosa que no es corriente), y con motivaciones diversas. Vemos que Mateo lo hace a propósito de la muerte de Juan Bautista; ante un hecho tan violento y trágico Jesús se aleja de allí. Marcos y Lucas lo pondrán como un descanso que Jesús quiso ofrecerles a los apóstoles que acababan de regresar de su misión apostólica. Juan lo sitúa no a propósito de algo ocurrido sino como arranque para algo de lo que va a hablar: el discurso del Pan de la Vida, que también se multiplica sin fin y hay para todos y sigue sobrando para otros. Y que es ejemplo y exigencia de lo que supone compartir, pues Jesús da su propio cuerpo en alimento y en exigencia de que unos nos pongamos al servicio de los otros. Así se multiplica el bien.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad8:45 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    LOS HOMBRES RESPONDEN A DIOS.

    Si tuviérais fe como un grano de mostaza, le diríais a aquel monte:"Trasládate desde ahí hasta aquí",y se trasladaría". Nada os sería imposible.(Mt 17,20).

    ¿CÓMO PODEMOS RESPONDER A DIOS CUANDO ÉL SE DIRIGE A NOSOTROS?.-Responder a Dios es creer en él.
    Quien quiera creer necesita un "corazón atento".Dios busca de muchas maneras establecer contactos con nosotros.En cada encuentro humano,en cada experiencia conmovedora en la naturaleza,en cada aparente casualidad, en cada reto, en cada dolor, está escondido un mensaje de Dios para nosotros.De manera más clara aún nos habla cuando se dirige a nosotros en su palabra o en la voz de la conciencia. Nos habla como a amigos. Por ello debemos responderle como amigos y creer en él, creer totalmente en él, aprender a comprenderle cada vez mejor y a aceptar sin reservas su voluntad.

    Continuará

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  2. El último sábado el evangelio nos condujo al banquete de Herodes, el banquete de los poderosos...¿Como acabó? ; con el asesinato de un Profeta. Hoy, en cambio, celebramos el banquete de los pobres, invitados por Jesús y saben compartir lo que tienen. Aquellos cinco panes y dos peces ofrecidos generosamente y bendecidos por Jesús se multiplicaron, se convirtieron en signo de la abundancia de los dones de Dios y de la fraternidad que une y transforma a todos los que acogen su Reino.

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