martes, 30 de agosto de 2016

30 agosto: Con autoridad

LITURGIA
                Es muy bonito el texto de hoy a los corintios (1ª, 2, 10-16) aunque como digo en muchas ocasiones, es más para leerlo despacio que para comentarlo. Dice San Pablo que el conocimiento de uno mismo lo tiene nuestro propio espíritu. Por lo mismo lo íntimo de Dios sólo lo conoce el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido ese Espíritu que no es del mundo para que tomemos conciencia de los dones que recibimos de Dios. Nuestra realidad humana se sobredimensiona por la acción de ese otro Espíritu que està por encima de lo que da el espíritu humano o nuestras fuerzas y conocimientos humanos.
            Así, cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu no las exponemos en lenguaje humano sino en el que nos suscita el Espíritu expresando verdades espirituales en términos espirituales, que no se pueden captar a nivel humano. En lo puro humano las cosas espirituales parecen locura porque lo humano no es capaz de percibir lo espritual. En cambio el hombre de espíritu capta las manifestaciones espirituales porque tiene la mente de Cristo.

            El evangelio (Lc 4. 31-37) es continuación del de ayer. Jesús ha salido de Nazaret con el alma partida porque aquella visita en la que había puesto mucha ilusión ha resultado tan fallida. No pudo hacer en su pueblo lo que había hecho en Cafarnaúm y lugares cercanos. De Nazaret marchó de nuevo a Cafarnaúm donde su palabra era admirada por la fuerza de su verdad: a Jesús se le veía como un hombre que tenía originalidad y autoridad en lo que enseñaba.
            El sábado –posiblemente el siguiente al de Nazaret- fue a la sinagoga como hacía siempre en su práctica de buen judío. Y en la sinagoga hay un hombre poseído del demonio, que ante Jesús se rebela y protesta. Y grita: ¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Se quien eres: el Santo de Dios.
            Es evidente que es el enfrentamiento de dos fuerzas antagónicas: Jesús y el demonio. El demonio queriendo doblegar a Jesús (que para eso lo nombra), y Jesús que se opone con autoridad a esa fuerza del mal.
            Jesús se impone entonces al demonio y lo expulsa con su mandato: Cállate y sal de él. “Cállate” para quitarle toda fuerza a ese haber nombrado a Jesús. “Sal de él”, mandato absoluto por el que Jesús se impone al mal espíritu. Todavía hace el demonio una muestra de fuerza lanzando contra el suelo al poseso, pero sin poder hacerle daño, porque ya aquel hombre está bajo la protección de Jesús, y la acción diabólica no tiene ya más fuerza que la de una pataleta del ue es inferior pero quiere demostrar su poder. El demonio salió. La fuerza de Jesús había librado al pobre hombre que había sido víctima de la influencia diabólica.
            Todos comentaban admirados hasta el extremo: ¿Qué tiene su palabra? Manda con autoridad a los espíritus inmundos y le obedecen. Y su fama se extiende por los pueblos de la comarca. Lo que significa que también llegó a Nazaret. ¿Realmente se llegarían a cuestionar en Nazaret sobre Jesús, al que ellos habían menospreciado? No lo sabremos nunca. Pero bien podemos pensar que a más de uno le debió hacer pensar la noticia de aquel poder de Jesús…

            Pero lo que sí es verdad es que nos tiene que hacer pensar a nosotros y que esta noticia debe conmovernos por dentro y hacernos más abiertos a las actuaciones de Jesús. Porque en el nivel de nuestra realidad, nos cabe tener algo de aquella actitud de Nazaret, que prefiere que Jesús no hable, no actúe…, y más bien que “se aleje” en alguna manera; o cabe la acogida que tiene en Cafarnaúm, que admira y que provoca la atracción de su autoridad, que nos da mucha confianza aun en esos momentos obscuros en los que parece que Jesús no atiende nuestras necesidades. Puede ser que en alguna ocasión Jesús nos tenga que mandar callar -callar nuestros pensamientos y nuestros modos de concebir cómo debieran ser las cosas a nuestro parecer-, y que “salga fuera” (expulsado) nuestro criterio, nuestro juicio de cómo quisiéramos que se desenvolviera la vida a nuestro alrededor. Que sea la autoridad de Jesús, su acción a su manera, la liberación como él determine, lo que finalmente venza nuestras pataletas con las que pretendemos mostrar nuestro “poder” o la fuerza de nuestros propios criterios.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad2:14 p. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    CREO EN JESUCRISTO,HIJO ÚNICO DE DIOS

    "Donde Dios no ocupa el primer lugar...corre peligro la dignidad del hombre. Por, tanto es urgente llevar al hombre de hoy a "descubrir" el rostro auténtico de Dios, que se nos ha revelado en Jesucristo" (Benedicto XVI).

    ¿POR QUÉ LOS CRISTIANOS LLAMAN "SEÑOR A JESÚS?.-"Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor y decís bien, porque lo soy"(Jn 13,13).
    Los primeros cristianos hablaban con naturalidad de Jesús como el "Señor", sabiendo que en el ANTIGUO TESTAMENTO esta denominación estaba reservada para dirigirse a Dios. Mediante numerosos signos Jesús les había demostrado que él tiene poder divino sobre la naturalaza, los demonios, el pecado y la muerte. El origen divino de la misión de Jesús se reveló en la Resurrección de los muertos. Santo Tomás confiesa:"Señor mío y Dios mío" (Jn 20, 28). Esto quiere decir para nosotros: si Jesús es el Señor, un cristiano no debe doblar la rodilla ante ningún otron poder.

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