jueves, 4 de agosto de 2016

4 agosto: Tú eres Pedro

Liturgia
          El capítulo 31 de Jeremías llega a su punto culminante en los versículos 31 al 34, porque en ellos se da un paso que podríamos decir que es el salto del Antiguo al Nuevo Testamento. Hasta allí la liberación de Dios –al modo de la liberación de Egipto- se había dado en hechos externos, históricos. Pero el Señor promete ahora otra liberación, otra ALIANZA en la que ya meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Es una profecía perfectamente mesiánica y está mirando al nuevo mundo que se constituirá en una nueva Jerusalén. Y aunque aún quedan siglos para que eso sea una realidad, ya queda prometido por Dios que lo va a realizar. La relación del hombre con Dios no va a depender de unas prácticas materiales, de unos hechos exteriores (holocaustos y sacrificios), de un ceñirse miméticamente a unos preceptos. Será, por el contrario, algo que experimente cada uno en su corazón, porque Dios estará viviendo en el corazón de la persona.
          Por eso ya no tendrá que enseñar un hermano a su prójimo: “reconoce al Señor”, porque todos me conocerán desde el pequeño al grande cuando perdone sus pecados y no recuerde sus crímenes. Será ese momento en que no será una ley externa la que ponga al alma en contacto con Dios, sino que desde el fondo del corazón se estará conociendo al Señor.
          Es claro que nos remite a la época mesiánica, a la realidad de Cristo que viene a establecer un nuevo mundo, en el que sentimos al Señor en el fondo de nuestras almas, y nos plegamos a él no por la existencia de unas normas sino por la vivencia profunda que se siente en lo hondo de la persona.
          Dos pensamientos me suscita todo esto: uno, el del mucho tiempo que hubo de pasar hasta que aquello fuera realidad, con todas las etapas tan difíciles que hubo de vivir el Pueblo de Dios.
          El otro pensamiento mira al hoy, a ese conjunto de creyentes que, pese a todo, siguen apegados a unas formas externas materiales, y no entienden la Religión sino en forma de devociones y determinadas prácticas tangibles, mientras están poco activos en las formas que dicta el alma que se ha metido dentro del Evangelio y de los Sacramentos. Posiblemente con una religiosidad mejor que la del Antiguo Testamento, pero con un Nuevo testamento desfigurado, que no ha llegado a comprender que el centro es una PERSONA a la que hay que apegarse, y no unos objetos que hay que tocar y que usar –casi- como amuletos.
          Todavía un tanto lejos de “no tener que enseñar uno a su prójimo” porque el gran vacío que hoy tenemos es el de la carencia de una enseñanza básica, esa que San Pablo expresa diciendo que la fe entra por el oído… Y lo que resulta mucho más difícil es enderezar lo que se ha desviado que mostrar de primeras los principios fundamentales.

          No me detengo en el evangelio porque está repetidamente tratado en los últimos tiempos. Mt 16, 13-23 es el relato más completo de este momento de Jesús con sus apóstoles. Simón ha confesado un enorme acto de fe. Está viendo al hombre Jesús, y lo declara Mesías, Hijo de Dios vivo, inspirado por Dios mismo que ha hablado por boca de Simón. Jesús le devuelve otro acto de fe no pequeño: Tú, Simón, el hijo de Jonás, eres PEDRO, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia. Grande era el acto de fe de Simón… Pero grande es el acto de fe nuevo que hace de Simón LA PIEDRA sobre la que se edifica la obra misma de Jesús, tal que lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates, quedará desatado. Plena autoridad. Una obra divina sobre las espaldas de un pescador. Es el acto de fe que hemos de vivir los que constituimos esa Iglesia de Jesucristo, que nos sabemos cimentados sobre esa PIEDRA que Cristo ha dejado instituida como su prolongación en la historia.
          Y mucho más acto de fe cuando seguimos leyendo y nos encontramos al Simón Pedro escandalizado por el anuncio que Jesús hace de su pasión…, por el Simón Pedro que pretende quitarle a Jesús esa idea de la cabeza, y ese Simón Pedro cuyo pensamiento es todavía el pensamiento de un hombre, muy lejos del pensamiento de Dios.

          Estamos ante un núcleo esencial de la fe cristiana, que requiere renovar y hasta examinar en el fondo de las mentes actuales de los cristianos, que han de ver en el Pedro actual al enviado de Jesús al mundo de hoy para volvernos más a las raíces de nuestra fe en la Iglesia y en el PEDRO de esta Iglesia en la que vivimos.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad12:15 p. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)


    LA PROFESIÓN DE FE

    "Ningún hombre vive solo, ningún hombre cree solo,. Dios nos da su palabra y al hablar nos convoca, crea una comunidad, su pueblo, su Iglesia. Despues de la partida de Jesús, la Iglesia es el signo de su presencia en el mundo".

    ¿PORQUÉ NESCESITA LA FE DEFINICIONES Y FÓRMULAS?.-En la fe no se trata de palabras vacías, sino de una realidad. A lo largo del tiempo se condensaron en la Iglesia fórmulas de la fe, con cuya ayuda contemplamos, expresamos, aprendemos, transmitimos, celebramos y vivimos una realidad.
    Sin fórmulas fijas el contenido de la fe se disuelve. Por eso la Iglesia da mucha importancia a determinadas frases, cuya formulación precisa se logró en la mayoría de los casos con mucho esfuerzo, para proteger el mensaje de Cristo de malentendidos y falsificaciones. Las fórmulas de la fe son importantes especialmente cuando la fe de la Iglesia se traduce a las diferentes culturas y sin embargo tiene que mantenerse en su esencia. Porque la fe es el fundamento de bla unidad de la Iglesia.

    ¿QUÉ SON PROFESIONES DE FE?.-La profesiones de fe son fórmulas sintéticas de la fe, que hacen posible una confesión común de todos los creyentes.
    Esye tipo de síntesis se encuentran ya en las cartas de San Pablo. La profesión de fe o credo de lo apóstoles, de los primeros tiempos del cristianismo, tiene una categoría especial, porque es considerado como el resumen de fe de los Apóstoles. La profesión de fe larga o símbolo de Nicea-Contantinopla tiene una gran autoridad, porquen procede de los grandes concilios de la Cristiandad aún no dividida(Nicea en el año 325 y Constantinopla en el 381) y hasta el día de hoy constituye la base común de los cristianos de Oriente y Occidente.

    Continuará

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  2. El Papa Francisco es la PIEDRA sobre la que se edifica la Obra de Jesús. Nosotros, los que constituimos esa Iglesia de Jesucristo, podemos ser PIEDRAS VIVAS de la Iglesia que conformmos, la Comunidad que Cristo va construyendo a partir de la piedra fundamental que es Pedro/Papa Francisco; pero corremos el peligro de convertirnos en piedras de tropiezo si , en lugar de ser discípulos humildes, pretendemos ser"maestros", desplazando a Cristo de su lugar único de Maestro y Mesías. La reacción de Pedro recuerda lo fácil que es caer en esa tentación.

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