lunes, 9 de junio de 2014

9 junio: Jesús, dicha perfecta

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN. Málaga
Del 19 al 27 de Junio,
desde las 6’45 (Exposición, Rosario, Preces),
y MISA a 7’30, con predicación de la novena,
          a cargo del P. Manuel Cantero S.I.
                      Director diocesano del Apostolado de la Oración

ABISMO DE TODAS LAS VIRTUDES
             Así invoca al Corazón de Jesús una de las expresiones de las Letanías. “Abismo” o “sima” expresa un inmenso espacio de tal profundidad que apenas puede verse el fondo. Por tanto de una capacidad sin medida. Así es invocado el Corazón de Jesús.
             Él lo hizo más “tangible”, más “práctico” cuando trazó su propio dibujo de sí en las BIENAVENTURANZAS o dichas que constituyen el modo de ser del Reino de Dios. El marco que todo lo define es la dicha del pobre en el espíritu. Ese “pobre” es el que no blasona, no se impone, no grita ni rompe la caña cascada. Es el que todo lo confía al Dios del Cielo. Es el que sabe –y vive- que no se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero, a Dios “sobre todas las coas” y al YO como el supremo ídolo. El que sabe que más difícil es pasar un camello por el ojo de una aguja que el que un rico –engreído, autosuficiente, afincado en sí mismo…- roce siquiera el Reino. Por eso la foto de Jesús es el que siendo rico, se hizo pobre, el que puso siempre a los pobres en primera fila. Pero a “esos pobres” que viven la humildad sin aspavientos, sin hacerse ver. Ese pobre es el dueño del Reino.
             Pero ESE POBRE tiene sus facciones: ante todo es manso: silencioso, sin entrar al trapo del enfrentamiento, sin pretensiones de “estar por delante”, “hacer la suya”, gritar porque le pisan el terreno (o cree que se lo pisan –hasta ahí llega la falta de mansedumbre-). El manso bienaventurado sufre en silencio, padece pacientemente los engallamientos del otro, queda humillado sin que se le escape la queja o el deseo de venganza… En MANSO y a la vez afligido, porque donde uno saca su cresta, al otro le toca bajarla. Y Jesús vivió así constantemente, con su Corazón humilde y juntamente sangrando porque el Reino no era admitido y porque desde su familia a los jefes, lo tomaron por poco cuerdo, exagerado, ambicioso… Su consuelo estaba en Dios, en saber que su obra, que empezaba tan poco brillante, acabaría invadiendo el mundo. Tenía ansias de que hubiera más bondad en el mundo, de que las gentes y los jefes fueran más justos, más cercanos a la bondad gratuita de Dios.
             Evidentemente eso que no llegaba –y que, por el contrario, creaba tensiones y malas interpretaciones, llevaba a llorar… Aunque el Corazón de Jesús lloraba con llanto pacífico, comprensivo de las deficiencias ajenas, o sereno en los propios sufrimientos. Siempre trabajando por la paz: vivir internamente la paz; poner paz donde hay guerra, propagar la paz a su paso. Y sólo así. Cuanto pueda establecerse con tensiones (por buenos que se pretendan los efectos), nunca representará el deseo y el estilo del Corazón de Cristo.
             En el Corazón de Jesús hay la suprema limpieza de ojos y corazón. Los ojos para ver en blanco, no en negro; para ver con luz, no en la oscuridad y la tiniebla; para que el golpe de vista primero se fije en lo bello, no en el defecto. Por todo eso Jesús tiene sobre nosotros una mirada tan bondadosa, tan positiva, tan purificadora. En pedagogía, cuando a un niño se le quiere estimular, se le hace alabanza de sus brazos cruzados, de su atención a la pizarra… Cuando al mal maestro lo hace al revés, y acentúa “la falta de atención”, la postura desgarbada…, acaba haciendo al niño distraído y holgazán. Jesús, limpio de ojos y limpio de corazón, siempre planta sus ojos en nuestras buenas cosas, prescindiendo de lo defectuoso. Y cuando corrige, lo hace en positivo.

             Y porque el Corazón de Jesús es así, Él se lleva sobre sí ser perseguido por cabal, bueno y en su justo punto. Eso ya se sabe que es lo que ocurre en la historia de siempre. Pero Él no considera eso un fracaso, sino una dicha. E invita a situarnos –en orden a nuestra actitud evangélica- en ese marco de pobres en el espíritu, que debemos sentirnos dichosos cuando nos desprecian, los zahieren, no nos entienden. Pero será señal de que hemos entrado –siquiera un poquito- en ese ABISMO DE TODAS LAS VIRTUDES…, en ese Corazón sin fondo de Jesús. NUWESTRA RECOMPENSA SERÁ GRANSDE EN EL CIELO.

1 comentario:

  1. Ana ciudad1:51 p. m.

    CORAZÓN DE JESÚS PACIENTE Y DE INFINITA MISERICORDIA.Enel Cielo tenemos un Corazón lleno de misericordia,pero para llegar a ËL tenemos que practicar primero la misericordia terrena.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!