miércoles, 25 de junio de 2014

25 junio: De rodillas ante la Palabra

Novena al Sagrado Corazón
Día 7º: La Alianza
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REVERENCIA HACIA LA PALABRA DE DIOS
             Uno de los textos más venerables de la historia antigua de Israel lo trae hoy la 1ª lectura del día (2Re 22,  8-13; 23, 1-3). Tras las profanaciones y expolios del Templo, se procede a la limpieza y reconstrucción y adecentamiento. Los albañiles encuentras por allí un libro que lo entregan al capataz. El capataz –tratándose de un libro aparecido en el Templo, lo entrega al sacerdote y el sacerdote al cronista. Éste empieza a ver que se trata de algo muy serio y muy sagrado y lo entrega al rey: el sacerdote me ha dado este libro. El rey deshace el camino y lo hace leer al sacerdote primero, y se dan cuenta de que no es un libro cualquiera: es nada menos que el LIBRO DE LA ALIANZA. Libro de la Ley. El rey rasga sus vestiduras como un ardor que le queda el alma de emoción y reverencia y se plantea si tienen que reparar por el pecado de sus antepasados.
             Pero lo positivo está más allá: convocan al pueblo, chicos y grandes, y el propio rey les va leyendo EL LIBRO DE LA ALIANZA, Y ACABA -de pie- sellando el pacto de compromiso a seguir el proyecto de Dios, y el pueblo se compromete a cumplir todas las cláusulas de la Ley.
             El relato es un estímulo para nuestra manera de TRATAR la Sagrada Escritura. Y para no perdernos, para cómo tratar el Evangelio, al que debiéramos rendir un culto de respeto inmenso, porque ahí nos ha dejado Jesús el Libro de la NUEVA ALIANZA. Como aquel pueblo ante el Libro de la Ley, ha de levantarse en nosotros un sentido de compromiso, suscribiendo en el día a día esas “cláusulas” del Evangelio que más que pautas teóricas para la vida, encierran LA VIDA MISMA DE JESÚS. ¡Con qué respeto y cariño, devoción y compromiso, deberemos ir a ese LIBRO DE VIDA!

             No deja de venir a propósito el texto evangélico (Mt 7, 15-20) en el que Jesús se remite al ejemplo de los árboles, que rinden frutos según la naturaleza del árbol: a una naturaleza sana, corresponderán frutos buenos. A un árbol de naturaleza dañada, se le hallan frutos malos. Y es que de las zarzas sólo salen espinos y no manzanas. Está Jesús llevando al terreno de la respuesta de la persona a las gracias que recibe…, al seguimiento que hace de “los cuidados” que el árbol necesita de abono, poda, riego… Todo eso traducido a la vida de la persona. El fruto de cada uno depende del cuido y cultivo que presta a su vida, y por supuesto que en relación a la llamada de Jesús.

             El Corazón de Jesucristo nos dice mucho más que la primera apariencia. Hemos polarizado en Él un sentimiento de nuestra confianza. Pero Esa confianza conlleva de la mano un compromiso nuestro. El amor tiene que ir en los dos sentidos. Del Corazón de Jesús a nosotros no falla. Lo que hay que cuidar muy mucho es cómo respondemos desde nosotros hacia Él, al modo de Él, con el amor también generoso y gratuito nuestro hacia Él. Esto es lo que se juega en esta vida de nuestro árbol para que sus frutos sean buenos. El fruto concreto va a depender de esa lectura meditativa, detenida, repetitiva…, que hagamos del gran Libro de la Nueva Alianza, que nos ha brindado la vida misma de Jesús.

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