lunes, 23 de junio de 2014

23 junio: Para pensárselo

Novena al Sagrado Corazón
Día 5º: Camino por delante
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Teoría y práctica
             El evangelio de hoy [Mt 7, 1-5] –Misas de la mañana- es “la teoría”. Jesucristo enseña algo que nos debiera entrar a fuego en el entendimiento, y en el corazón: No juzguéis y no seréis juzgados… La medida que uséis la usarán con vosotros. Por supuesto en el plano humano es así. Mucho más de lo que pensamos, somos juzgados por la gente en la forma que nosotros lo hacemos con los demás. ¿Y cómo saben los demás nuestros juicios? Porque hablamos como juzgamos; actuamos como pensamos.
             Se me quedó muy clavada una observación que leí en un libro, a propósito de los maestros y profesores. Bien sabemos lo que los alumnos dan de sí…, las diversas clases de niños o adolescentes o jóvenes que se encuentran en una clase: los inquietos, los nerviosos, los difíciles, los estudiosos y aplicados, los “trastos”, los repipis, los normales…, etc. Y el formador va sobrellevando a unos y a otros, procurando dar a cada uno ese trato y modo que cada cual requiere. Días en que perderá sus nervios y le  soltará una fresca al primero que le colme el vaso… Pero ahí se queda. Y los alumnos seguirán confiando en él.
             Pero un día le pone uno a cien por hora y el maestro dice “este niño es insoportable. Ha emitido ya un juicio. Y a partir de ese momento se le hace insoportable ese alumno. El juicio ha arrastrado y acaba diciéndole al propio joven: “Eres insoportable”. Ahí se rompió la cuerda. Él ya no podrá soportar al niño, la clase encontrará tenso al profesor cada vez que el tal sujeto entra por medio, y lo que era antes de una manera, acaba ya estropeado. Y los alumnos, que huelen la situación, acaban por hacerle la vida insoportable al “profe”. La medida que él ha usado, la usan con él.
             Y la pléyade de maestros y docentes que acaban en la depresión y dados de baja es alarmante.

             De ahí la enorme gravedad que tiene el juicio, aunque sea interior. Un día ese interior revienta hacia afuera, y se expresa lo que se ha pensado. Y, como por desgracia, la tendencia es a juzgar mal, lo que se expresa es el defecto, lo que a uno le molesta, lo que no va en consonancia con los gustos propios… Y lo que era un juicio se acaba haciendo una crítica, y una falta de respeto y caridad. Porque encima de todo, el juicio puede ser fácilmente juicio temerario, porque ni sabemos las circunstancias, ni las realidades, ni los porqués…, de esa persona a la que hemos enjuiciado.
             Y del juicio a la palabra, de la palabra a la entrada en el terreno del otro, a quien acabamos haciendo un daño. Y no justifica ni “la buena intención”, ni ninguna de las “razones” que uno se quiere dar a sí mismo. El daño está hecho. Se ha perdido una relación. Se ha apartado a una persona. Y posiblemente, en arrastre de dominó, se han perdido las normales relaciones y la confianza de otras personas.

             La 1ª lectura [2Re 17, 5-8; 13-15; 18] no podemos dejar de leerla despacio. Porque desde una perspectiva humana (que es la que puede dar el que escribe), también a Dios se le ha apartado. Si aquel pueblo está sufriendo infortunios, ahora pasamos de la teoría a la práctica: el país es asediado… Y dice el autor: “Eso sucedió porque sirviendo a otros dioses, los israelitas habían pecado contra el Señor su Dios, que los había sacado de Egipto. Es consciente el autor de que la ingratitud del pueblo ha existido, y que Dios se le ha apartado. Aunque sea una visión muy típica del momento, no deja de ser interesante la reflexión. Pues aunque nosotros tengamos la seguridad de que Dios no se nos aparta, no nos justifica nunca para que nuestras actitudes desagraden a Dios. Y por una experiencia de catarsis, acabamos pensando y expresando que “Dios se ha apartado”. Fue la persona la que estableció la distancia porque su conciencia le recrimina. [Y peor si no le recrimina, porque entonces se ha metido en una situación de mala salida: que desagradó a Dios y encima se queda tan tranquila. Hablando a lo humano, es como si Dios fuera no ya Bueno sino un poco tontarrón, que ni siente ni padece.
             El autor de ese libro tiene mucho más sentido de Dios y –pensando el autor desde su sentir- ve claramente que no hicieron caso a Dios, no confiaron en el Señor su Dios, rechazaron el pacto que había hecho el Señor con sus padres, y las advertencias que les hizo. Entonces ve claro el hagiógrafo que Dios “se irritó y los arrojó de su presencia”.

             Por supuesto que no es que yo tenga esa visión de Dios, pero tampoco tengo la contraria; quiero decir: no confundamos nunca al Dios Bueno y al dios padrazo; al Dios que perdona con el dios bobo; al Dios Padre con el dios primo hermano. La medida que uséis la usarán con vosotros… Y aunque esa expresión se refiere al “pago” humano, no quiero tampoco que olvidemos aquello que fue palabra de Jesús al darnos el “Padre nuestro”: “porque si vosotros no perdonáis, tampoco os perdonará vuestro Padre del Cielo”. Para mí son todas estas cosas materia de meditación profunda, sin dejar nunca la convicción  profundísima de que Dios usa otros baremos que los humanos, Pero lo que está en la PALABRA DE DIOS está en la Palabra de Dios, y sería temerario escoger una parte y dejar la oltra, según nos guste a o nos desagrade.
PRETENDO COMPLETAR CON ALGÚN COMENTARIO MÍO

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad5:23 p. m.

    Con esta meditación tan completa sobre los juicios y partiendo de la base que todos hemos juzgado y hemos sido juzgados por alguien,sólo tengo siempre presente este sabio consejo de San Agustín:"PROCURAD ADQUIRIR LAS VIRTUDES QUE CREÉIS QUE FALTAN EN VUESTROS HERMANOS,Y YA NO VERÉIS SUS DEFECTOS,PORQUE NO LOS TENDRÉIS VOSOTROS.

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  2. Verónica Gutiérrez6:08 p. m.

    Buenas tardes, pues la verdad es que somos jueces implacables y despiadados con los demás, mientras nosotros nos creemos por así decirlo, seres perfectos y puros,y como dicen los ingleses "above reproach",(Muy por encima de todo reproche), sin percatarnos de que con esa misma medida nosotros seremos juzgados no sólo por los demás sino por Dios cuando estemos ante él a rendir cuentas de nuestras acciones. Por eso debemos ser generosos y pacientes con los demás, porque nosotros también tenemos nuestras cosas.
    En cuánto al ejemplo del maestro, como maestra de infantil es un tema que me compete, en una clase con 24 niños y niñas cada uno con su realidad y ambiente, como maestra sé que deberé tener mucha paciencia con ellos, respetando sus características personales y ritmos de aprendizaje, vaya, me estoy enrollando jajajaj.
    Lo que quiero decir es que debemos ser buenos cristianos , intentando parecernos más a nuestro Padre celestial, y al Señor, no juzgar a nadie porque nosotros no sabemos por lo que está pasando esa persona para comportarse así, como cristiana intento ser mejor y más tolerante con los demás día a día.
    Por eso no debemos apartarnos jamás del Señor, para amar sin medida como él lo hizo, muriendo por nosotros.

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