sábado, 14 de junio de 2014

14 junio: Avanzar, progresar, caminar hacia...

Las procesiones
             La 1ª lectura -1 R 19, 19-21, podría representar la “procesión” de Eliseo arando tras sus yuntas de bueyes, que tiene un encuentro con Elías, el profeta, que se dirige a él y le echa el manto por encima como una señal de vocación que viene de Dios. Eliseo responde –tras la despedida de su familia- realizando ese “quemar de “sus naves” que ofrece en sacrificio al Señor.
             Hoy empezaba yo el día con un recuerdo a mi vida “procesional”…, y tengo que admitir que he participado poco de procesiones. Pero ha habido dos en las que con asiduidad participé. Dejo a un lado “mi primera procesión”, el 31 de mayo de 1942, el día de mi Primera Comunión (día de la Santísima Trinidad) y procesión de la Virgen del Perpetuo Socorro.
             Lo que fue MÍO, muy mío, fueron las procesiones del CORPUS y la del SAGRADO CORAZÓN. Eso sí: procesiones de filas que procesionan, progresan, avanzan uno detrás de otro, como símbolo de un caminar hacia…, ¡que es el verdadero sentido de la procesión o progreso en una dirección…! No he sido partidario de las masas-tumulto que se apiñan, se separan, se buscan sitios concretos, y desaparecen cuando quieren, sin que nadie lo advierta. No me representan el aspecto de una PROCESIÓN en su sentido auténtico y etimológico. Me gusta la idea del Apocalipsis en que los ciento cuarenta y cuatro mil caminan en fila tras al Cordero, y así se dirigen respetuosamente hacia la Casa del Padre.
             Por eso me resulta tan poco bonito la manera “pícara” de los comulgantes que se buscan el atajo de los laterales, para evitarse LA FILA…, esa “fila” que no es, ni mucho menos, que toca ir así para acercarse a comulgar, sino que PROCESIONAN camino de Cristo, al encuentro del ABRAZO con la Eucaristía. La procesión litúrgica, ordenada, pausada, es verdaderamente el modelo. Eliseo arando tras las 7 yuntas es el que va en fila con ellas. Y así recibe el manto de Elías que le hace partícipe de la llamada de Dios. Por decirlo así, yendo en fila hay el tiempo, el silencio, el recogimiento necesarios para recibir ese manto de la llamada de Dios
             No quiero traer por los pelos el tema del Evangelio (Mt 5,33-37) en el que Jesús insiste en que no se debe jurar NUNCA. No sólo porque en el juramento (aunque esté impropiamente hecho) de suyo se trata de implicar a Dios [y Dios es algo más serio como para tenerlo ahí a la mano como un “seguro”], y porque cada vez que alguien jura está demostrando la poca fiabilidad de su palabra, de sus afirmaciones, hasta el punto de que sólo se ratifica en algo cuando jura. Y por lo mismo que lo hace así, puede llegarse a la duda de que sea verdad lo que pretende asegurar con el juramento.
             Para Jesús la propia dignidad del que afirma debe ser la fuerza de su verdad. Su “Sí” o su “No” deben ser ya avales de verdad. ¡Y mala señal cuando no lo son!

             En San Marcos, en esa semana final de Jesús, el martes y miércoles están plagados de situaciones: la trampa del tributo al César, por la que pretendían poner a Jesús en el compromiso peligroso de tomar partido a favor o en contra…, echarse encima a la gente o a los recaudadores y políticos.
             Luego los saduceos con su ridículo razonamiento de la esposa con 7 esposos legales “después de la resurrección”. Como ellos no creen en la resurrección, vienen capciosamente a ridiculizar a Jesús con aquel cuentecillo de los 7 maridos legales que mueren sin descendencia. ¿De cuál será esposa cuando resuciten todos?  Y Jesús les lleva a un terreno en el que se pierden: en el Cielo vivirán todos como ángeles. Que es la mejor manera de decir que el Cielo de Dios es otra realidad impensable e inimaginable por nosotros, y que será siempre una ficción de fantasías las diferentes imaginaciones que podamos hacer de ese Cielo. La única realidad es que Dios será nuestro todo, y cada uno tendrá todo con Dios. Lo demás, es ciencia ficción y pobre, porque no tenemos otros elementos.
             Llegó un doctor de la Ley, bien impresionado por la rectitud con que Jesús iba resolviendo la situación y, parte como una seguridad para él, parte como un “examen de cómo es Jesús”, le pregunta por el primer mandamiento de la Ley. Y como no podía ser menos, Jesús le recita al pie de la letra el mandamiento que cada judío llevaba grabado a fuego y sangre en su alma y en su sentir: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Y cuando el escriba se hubiera dado por satisfecho, Jesús le añade el segundo, semejante al primero: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que éstos.
             Y el doctor se sintió satisfecho y aliviado. Verdaderamente Jesús era un fiel judío y podían fiarse de Él.

             Ha sido una jornada de afirmación mesiánica. Jesús ya va a tumba abierta a hacerse reconocer Mesías. Y ahora es Él mismo quien pone el dilema de cómo David llamó “Señor” al “hijo de David”. Porque traspasó los siglos y vio proféticamente que un descendiente suyo sería ese SEÑOR Y MESÍAS que tanto esperaron y tanto deseaban. Los doctores se quedan sin palabras; las gentes disfrutaban… Y Jesús entró ya de lleno en el tema: es que los escribas-doctores y los fariseos barren para adentro… Buscan alabanzas, reconocimientos y ventajas pecuniarias. Por eso están ajenos al Mesías. Y más que “ajenos”, le hacen la guerra por considerarlo un competidor y no ese HIJO DE DAVID, EL ESPERADO.

2 comentarios:

  1. La llamada "devoción al Sagrado Corazón" debe llevar un sentido "procesional", por cuanto que nunca sea una "devoción estática", "devota", "encerrada sobre sí misma". El ritmo de PROCESIÓN puede estar en esa invocación de sus letanías que lo llaman: fuente de vida y santidad. La FUENTE, el MANANTIAL, fluye. Fluye en orden, emana, siempre es nuevo, siempre camina, siempre riega. Si se embalsa, es por algún fin superior: no se queda en "masa de agua estancada". Si se ha detenido o lo han hecho detener, es para que fluya en alguna dirección o finalidad concreta. El Corazón de Jesús, FUENTE DE VIDA Y SANTIDAD, ha de fluir para regar y dar vida..., para santificar, y para no convertirse nunca en embalse de agua podrida por su estancamiento.

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  2. Ana Ciudad9:01 p. m.

    De acuerdo con el "SÍ" o "NO" como avales de lo que somos.Los cristianos bebemos ser hombres y mujeres de palabra,leales en el cumplimiento de los pequeños deberes diario,sin mentiras ni engaños,sencillos y prudentes,huyendo de lo que no es claro.Si vivimos esta lealtad en lo humano,tambien seremos leales con Cristo.
    Jurar es poner a Dios por testigo de algo que se asegura o se promete y es lícito cuando se hace con las debidas condiciones y circunstancias y referida a una cosa o necesidad justa y buena..

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