lunes, 16 de junio de 2014

16 junio: "Ojo por ojo"

El próximo JUEVES 19,
comienza la NOVENA
al Sagrado Corazón. Málaga


Maldad versus amor
             Hoy tenemos dos caras de una moneda. La cara humana la ponen Jezabel y Ajab. La cara evangélica, Jesús. Los primeros, jugando sucio con la autoridad, la mentira, la calumnia, el falso poder, la maldad, la ambición. Y todo eso llegando incluso a la muerte de Nabot, un hombre bueno que no tuvo más “pecado” que querer conservar la herencia de sus padres.
             En la cara buena, Jesús corrige y sobrepasa la Ley de Moisés: Ojo por ojo y diente por siente. Y hay que advertir que esa ley –dentro de una cultura primitiva- era incluso ley de equilibrio. Su significado original atemperaba los impulsos primarios de quienes siempre van a la venganza, y a la venganza “de revancha” que aplaste al contrario. La ley permitía solamente hacer el daño que a uno le habían hecho, ¡y no más! Por eso aquella ley no era tan bárbara como la interpretan y ejecutan… entonces y ahora: me haces una y te la cargas por diez o por cien. Esa no es la ley del Antiguo Testamento sino la de un pueblo soberbio de instintos vengativos.
             Pues Jesús –que es de ese mismo pueblo…, pero con mirada verdadera “a lo Dios”, viene y dice que nada de eso. Que incluso al que te da una bofetada, no puedes tú responderle con otra bofetada. Incluso –con el estilo de Jesús para hacerse entender mejor- pide que presentes la otra mejilla. No vences abofeteando sino bajando los brazos a ver si el otro es capaz de dar en frío una segunda bofetada. Lo vences porque no usas sus armas presentándole cara. En definitiva: no vale la venganza. Si te quieres vengar, acompaña dos millas a quien te pide una. Esa es la única venganza cristiana.

             Si queremos plasmar eso en una realidad, nos basta irnos al CORAZÓN DE JESUCRISTO. En Él encontramos exactamente esa actitud. En la vida diaria, con las muchas zancadillas que pretendieron ponerle los que se habían colocado contra Él. En la Pasión, como ese paradigma de la paciencia, el silencio, el sufrimiento callado, sobrepasando los desafíos, las ofensas directas y las carnicerías que hicieron Él. No hubo allí “ley del talión”. De su parte no hubo respuesta de violencia a la violencia. Acabó por disculpar porque quienes hacen tales barbaridades es que no saben lo que hacen. ¡Esa es su LEY!, que sólo entiende ser ley de amor.
             Muy hermoso, sin duda. Muy ejemplar. Pero ahora viene llegar a la arena de nuestra vida real…, y echar una mirada a la verdad que encerramos dentro. Porque el instinto de venganza está oculto en las entretelas del alma mucho más de lo que parece. Buena experiencia tenemos de esos rechazos instintivos que se camuflan en el interior. Parece que hemos aplicado correctamente el perdón…, que hemos sobrepasado la “ley del talión”…, pero en el último pliegue está uno diciendo: pero que esa persona esté lejos de donde estoy yo. En ese último pliegue permanece el recelo y conserva toda la fuerza de una enfermedad oculta. En tanto no molesta en cuanto que no se le despierte. Pero como se ponga en movimiento el mono que no tiene silla en la “sala visceral”, de remueve la catarata. Y surgen lasa evocaciones que nos hacen daño porque en definitiva lo que sacan a relucir no es tanto “la falla ajena” cuanto el poso interior personal con las famosas salbandijas de que nos habla Santa Teresa.
             Ahora toca ese “pase” personal –sincero- con el que hacemos examen purificador… Primero, sacando el pus. Luego, buscando cicatrizar. Primero, enfrentando esa realidad que está más dentro que fuera; luego sabiendo descubrir lo bueno que hay en esa otra circunstancia o persona cuya evocación me dañaba. [Hago una aclaración: el recuerdo es fruto de la memoria y tiene la misma memora la capacidad de echarlo al olvido. La evocación es el veneno de la memoria, que uno lo trae y lo bebe a conciencia, envenenándose a sí mismo].

             El MES DEL SAGRADO CORAZÓN tiene la ventaja de ser largo y dar ocasión a que la psicología personal cicatrice heridas, si las hubiere; descubra la fístula que parece tapada pero que lleva el mal por debajo. Y es una mirada desde unos anteojos nuevos, los que nos brinda el Sagrado Corazón de Jesús, el que nos pone delante un mundo nuevo de sentimientos, una forma nueva de reacción. Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido.

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