miércoles, 4 de junio de 2014

4 junio: el Corazón que plenifica

Corazón de Jesús, delicias de todos los santos
             La última invocación de las letanías del Sagrado Corazón es esa que va en el enunciado (bien como “delicia” o “delicias”). Por necesidad, el santo es el que ha puesto en Cristo su vida entera. Y como la vida no se pone en un simple icono hierático, la realidad ves que el santo ha sido quien se ha sentido ganado por el Corazón de Jesús de Nazaret, por el amor y delicadezas de su Corazón, por los sentimientos expresados en sus palabras y obras a través del evangelio, y orados y regustados en la oración. Y eso ha hecho “sus delicias”, su fruición, su imán poderoso, su atractivo incoercible, su centro de amor, su enamoramiento pleno. Si son los apóstoles –los Doce-, no tuvieron más espejo de ese Jesús cercano, humano, amigo, tocado y palpado al mismo tiempo como Verbo de la Vida. Si son los miles de apóstoles que ha habido a través de la historia, porque ¿de qué podían ser apóstoles y mensajeros si no fuera que Jesús había hecho las delicias de su existencia y labor?
             Si son los mártires, y tantos mártires que buscaron derechamente el martirio, o que se lo encontraron sin haberlo buscado expresamente, pero lo afrontaron con gozo y alegría…, ¿cómo se explica si no es porque una fuerza de amor apasionado les llevó a querer corresponder con su propia sangre a la Sangre del Corazón de Cristo, derramada por ellos y por toda la humanidad? ¿Vírgenes como ángeles del Cielo.., unas veces con sus vestiduras inmaculadas y otras teñidas en la sangre del Cordero…, y hasta en edades muy menores, que se embriagaron con el amor hacia el Corazón del Esposo, y le entregaron amorosa y deleitosamente alma, vida y corazón…, y también ese cuerpo que sólo tuvo un dueño…, y ese fue el Corazón de Dios, expresado visiblemente en el Corazón de Jesucristo?
             Verdaderamente TODOS LOS SANTOS de antes, de ahora, de siempre, son los enamorados apasionados del Corazón de Jesús, DELICIAS DE TODOS LOS SANTOS.

             En la liturgia, Pablo (Hech 20, 28-38) va hacia el barco que lo trasladará. Su recomendación y advertencia es que surgirán lobos rapaces que pretendan arrebatarles el tesoro que él les deja, que fue adquirido por la Sangre de Jesucristo. Sabe que de entre ese grupo de cristianos, algunos serán Judas que pretendan desvirtuar la doctrina y arrastrar al error. Sabe que siempre acecha el engaño, las malas artes de los enemigos de Jesucristo. Con lágrimas os exhorto. Y os dejo en brazos de Dios y del Evangelio, que es gracia y tiene poder para construiros y daros parte de la herencia de los santos.
             Los efesios lo acompañan y la mayor pena que llevan es aquello que les dijo de que ya no lo volverían a ver. Pablo va abocado a su enjuiciamiento, y desde él, a su apelación al César.
             El Evangelio (Jn 17, 11-19), trasmite la oración sacerdotal de Jesús que ruega al Padre que cuide de los suyos: primero para que se mantengan en UNIDAD; después para que resistan a un mundo” que los quiere devorar. Ni Jesús tiene nada que ver con ese “mundo”, ni los apóstoles tampoco. Pero sí necesitan la fuerza para ser librados de él. Y para ello, la gracia de ser santificados EN LA VERDAD. ¡Y tu Palabra es Verdad! Y fuera de tu Palabra, hay mentira. Como Tú me enviaste a salvar a la humanidad, así los envío Yo. CONSÁGRALOS en la verdad. Afíncalos en lo que es verdadero, sin que las medias tintas del engaño o la mediocridad les engatuse. Para ello yo me consagro (yo voy a la muerte), para que quede sellada la Verdad con el imborrable signo del Amor que da la vida por los otros. Porque amor más grande no hay que el de dar la vida por el amigo…

             Tenemos sabido perfectamente el “Padrenuestro”. Lo tenemos “cogido” en directo. Pero San Marcos nos lo afronta ahora como por “el lateral”…: Cuando estéis de pie orando, perdonad si algo tenéis contra alguno, para que también vuestro Padre –que está en los Cielos- os perdone vuestros pecados. Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre, que está en los cielos, os perdonará. Yo digo que se ha colado, como de matute, algo muy serio para la reflexión íntima. Porque los grandes persones, se deben imaginar perdonados. Los resabios pueden estar ahí agazapados, hasta el punto de que sólo aparecen cuando aparece la figura o el recuerdo de “la causa” que nos provoca. Y entonces la pregunta que cabe hacerse es: ¿realmente hay ahí un verdadero perdón? ¿No hay “recelos” no superados, que se albergan ocultamente en los repliegues del alma?

             Este evangelio que ha irrumpido ahí, casi sin esperarlo, necesita parada y reflexión sin tapujos. ¡Puede haber alguna zona del sentimiento personal que no ha llegado a perdonar radical y afectivamente! Y afirma Jesús que nos falta entonces el “aval” para poder obtener ese perdón de Dios, que está en los Cielos… (que no puede ser engañado porque ve todo desde la mirada exacta de sus ojos divinos).

1 comentario:

  1. Ana Ciudad11:47 a. m.

    Señor,desde que nos has dado tu CORAZÓN y nos entregas tu Espíritu de Amor,te estamos agradecidos y llenos de gozo y confianza.
    Pues tu CORAZÓN es :
    La Fuente que apoga nuestra sed..
    El fuego que purifica nuestra alma...
    La Sangre del Sacrificio Eucarístico y de la Redención...
    Por todo ello te damos gracias,Señor.
    Gracias Corazón de Jesús:
    Por el Don de tu Espíritu.
    Por habernos dado a conocer al Padre.

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