domingo, 23 de marzo de 2014

AGUA Y VERDAD.- 3ºA Cuaresma

3ºA Cuaresma
             Dos líneas complementarias aparecen en la 1º lectura y Evangelio: de una parte las protestas, las resistencias, el situarse “a la contra”. Es la parte humana. De otra parte es la acción de Dios, con su paciencia y delicadeza y atención a las necesidades que nos surgen, saliendo al paso para responder a ellas.
             En el caso de aquel pueblo que sufre la sed en el desierto, Dios da a Moisés la clave para que el pueblo tenga el agua en abundancia. Ha habido rebelión, protestas contra Moisés, que –en el fondo- van contra Dios. Sin embargo la respuesta de Dios será el agua que brota de la roca, cuando Moisés actúa por indicación de Dios. Y el pueblo saciará su sed.
             En el Evangelio la mujer samaritana no quiere ni conversación con aquel judío que está sentado junto al poco, cansado del camino. Sería lo natural ofrecer agua, puesto que ella tiene cómo sacarla, pero no sólo no lo hace sino que pone secamente su distancia entre “tú judío y yo, samaritana. Jesús no da por imposible el diálogo y va llevando delicadamente su conversación –pese a todas las resistencias- hasta que la mujer se aviene ya a conversar.
             Ahora Jesús pondrá a la mujer ante sí misma, y el fondo de su problema: “Anda; llama a tu marido”. Porque era ahí donde estaba la verdadera cuestión. Es el caso que tantos y tantos presentamos en continuas protestas o quejas de lo que nos rodea, y que incluso alcanzan a Dios… Muchas tintas de calamar para pretender escapar del centro. Y Jesús nos hace el favor –llegados estos momentos fuertes de Cuaresma- de ayudarnos a que entremos en el fondo personal. No está el problema fuera; está en nosotros: “Anda, llama a tu marido” es un enfrentarnos a nuestro interior real.
             Nos cabe, como la samaritana, intentar soslayar y escapar con medias verdades: “No tengo marido”. Y Jesús nos alabará la parte de verdad que pueda haber en nuestra respuesta, pero nos pondrá la verdad completa por delante: Porque has tenido 5, y el que tienes no es marido tuyo. En medio de los intentos de huida instintiva que puede tener cualquiera, Jesús cuadra el caso y nos lo quiere llevar a toda la completa verdad. Porque o es así o Él no puede manifestarse…; quiere ayudarnos pero le interponemos muchos obstáculos. Ante esta palabra de Jesús, que declara la verdad total del caso, aquella mujer acaba bajando la cabeza y reconociendo implícitamente que lo que ha dicho Jesús es la entera verdad:
“Señor; veo que tú eres profeta”. Y cuando llega al pueblo, dice: “Me ha dicho todo lo que yo he hecho”. Ahora está en línea de cambio.
             Es la historia de cada uno, ayudada desde el clima cuaresmal: o nosotros nos sinceramos, o Jesús tiene que entrar y descubrirnos nuestra verdad…, ponernos el dedo en la llaga. Ojalá sea, de una manera o de otra, que nos pongamos de frente ante nuestra conciencia verdadera, y acabemos pudiendo recibir el agua viva que salta hasta la vida eterna.

             Ahí brotará el agua de la roca…, ahí se manifestará Jesús: Yo soy el Mesías, que está hablando contigo. Ahí el agua de nuestro Bautismo recobra la fuerza para que nuestro momento actual sea más acorde con el don de Dios” que Jesús ha venido a traer. Bautismo que culmina en la Eucaristía, que es la presencia del propio Jesús que está ahí como Salvador que está hablando con nosotros.

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