sábado, 8 de marzo de 2014

8 marzo: Cumplir con el corazón

Sábado de Ceniza
             Sigue avanzando la Cuaresma. Hoy el mensaje litúrgico es una mezcla de preceptos a cumplir, pero con un corazón que se implica: hay que acabar con gestos y palabras amenazadoras, y eso hará brillar a la persona. El Señor premiará con una serenidad de espíritu. En el Evangelio, Leví es un personaje socialmente despreciado: era publicano y por tanto, considerado como pecador público. Pasa Jesús delante de él y como el famoso escultor, no vio Jesús “el bloque tosco” que tenía delante sino su mente se fue hacia el “Moisés” que había concebido en su mente. “Sólo faltaba quitarle lo que sobra”. Por eso miró Jesús, se fijó en Leví, y lo llamó de la misma manera que a los otros: “Sígueme”. Y el valioso “Moisés” que había oculto, dio el paso adelante; encargó a compañeros que se hicieran cargo de aquello, y se fue tras Jesús, que “había venido a llevar hasta Dios lo que estaba perdido”.

             Vamos haciendo camino paralelo entre liturgia y evangelio (en su caminar hacia la Pasión). Jesús se levanta aquel día con una idea: sabe que su muerte está próxima. Hasta hoy, Jesús había tratado de que nadie lo declarase Mesías.  Ha llegado un momento tan avanzado y están las cosas tan como al principio en la dureza de los dirigentes a aceptarlo como Mesías, que hoy rompe su habitual estilo y está dispuesto a quemar el último cartucho. Reunió a sus Doce y emprendió el camino hacia Jerusalén. Al pasar por Betfagé deja una muestra de su personalidad, encargándole a dos que fueran a una casa donde estaban atadas a la puerta una pollina y su cría; desatadla y traedla… Y cuando tiene allí ante Él aquellos dos animales, alguno echa su manto sobre la pollinica y hace subir a Jesús. Y surge una emoción no preparada, en la que la imagen –ya anunciada por el profeta Zacarías- del Mesías sobre una cría de asna, provoca el entusiasmo, el contagio colectivo y las gentes se van sumando y echan sus mantos por el suelo, o cortan ramajes para hacer una alfombra por la que pase Jesús. El canto que brota solo es un canto mesiánico: Hosanna al Hijo de David; bendito el que viene en nombre del Señor. Y Jesús, que siempre impuso silencio para no ser delatado como Mesías, ahora acepta totalmente y así se dirige a Jerusalén desde el Monte de los Olivos. Así entra aclamado y así se dirige al Templo. Las gentes cantan y aclaman… Los sacerdotes se escandalizan y conminan a Jesús a hacer que las gentes se callen. Y profecía sobre profecía, Jesús les ataja recordándoles que está escrito que aunque callaran aquellos, las mismas piedras hablarían. La suerte estaba echada.
             Los sacerdotes no podían enfrentarse a esa muchedumbre emocionada que festejaba el hallazgo del Mesías esperado. La actitud de los sacerdotes les enfrió los ánimos. Y como era ya tarde, empezaron a marcharse. Jesús, con sus Doce, también emprendió el camino hacia su lugar de estancia, en Betania, junto a Marta, María y Lázaro. La suerte estaba echada.
             Es muy posible que los anfitriones, que tanto querían a Jesús, le advirtieran del paso tan peligroso que había dado, y que ellos estaban preocupados. Jesús podía responderles con la misma expresión que empleó con sus apóstoles cuando decidió arriesgar para ir a resucitar a Lázaro…: Son doce las horas del día y yo trabajo a la luz hoy y mañana… No es que Jesús pretenda retar a los dirigentes judíos y esté “haciendo oposiciones” a que lo maten. Jesús está declarándose abiertamente lo que es, a lo que ha venido… Sabe que está arriesgando. Pero lo que no puede es echar ahora el paso atrás, cuando ha vivido su vida para hacer presente que el Mesías salvador, y promesa del Padre, se ha cumplido en Él. Ha llegado la salvación que todos esperaban…

             En “jueves de ceniza” se presentaba la realidad profunda de la persona en una elección: estaban delante la vida y el bien, la muerte y el mal…  La elección es libre, pero el camino está trazado. Sabemos en propias carnes lo difícil que es ser fiel a unos principios, y mantenerse en ellos, pase lo que pase. Jesús asume el riesgo y permanece en la verdad, pese a las múltiples insinuaciones que le venían  de fuera para “no ser exagerado”…, para “vivir bien sin complicarse demasiado”. Jesús no entendía, ni podía entender, esa manera de vivir. Lo que Él libremente había elegido, eso iría adelante aunque todos se opusieran.
             Y la Pasión a la que está abocándose Jesús es el fruto de HABER ELEGIDO y permanecer fiel al cabo de tiempo de esa elección. Y los días que le queden va a seguir sembrando, sin desanimarse, porque Jesús es un convencido de que es posible el cambio de corazón aun en la última hora. Y a ver si lo consigue, Jesús permanece hablando a las gentes, exponiendo parábolas muy significativas, curando y sanando, y sin ceder un palmo ante ese mundo religioso pervertido porque se había ido materializando en su propia relación con Dios. Jesús ha predicado siempre ir con la verdad por delante, y va a mantenerse en la misma tónica hasta el final.

             Pero bien comprendemos cualquiera que a eso se le llamaría hoy: “políticamente incorrecto”. Y Jesús nos afirmaría que de seguro que Él no iba por esa línea, sino por la línea de LA VERDAD que es la que agrada a Dios.

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