lunes, 10 de marzo de 2014

10 marzo: Pasión previa...

La santidad que cuesta dolor
             El Papa he expresado que la pobreza verdadera es la que cuesta dolor. La santidad verdadera, es también la que cuesta dolor. Cuando hoy nos dice Dios (1ª lectura del Lev 19, 1-2, 11-18): Seréis santos como Yo soy santo, nos concreta a continuación esos puntos de santidad “a lo Dios” en preceptos que van dirigidos a la atención al prójimo. Y la liturgia nos lleva entonces, ya en el plano del Reino a ese juicio de Jesús sobre la vida de la humanidad: ¿Quiénes está bendecidos por Dios? Los que se ocupan de atender a los hermanos que necesitan. ¿Quiénes se destruyen a sí mismos como auténtica maldición que se echan sobre sí? –Los que pasaron ante el hermano necesitado como si no existiera.

             Jesús entró en Jerusalén entre aclamaciones. Llegó al Templo y se le plantaron en frente los sacerdotes. Cuando aquel día se retiraba Jesús a Betania –y según el punto en que lo sitúa San Lucas- Jesús no pudo contener su llanto al mirar en perspectiva a Jerusalén. Su visión desde el Monte de los Olivos era panorámica… Y la panorámica no era solamente de unos edificios y unas cúpulas… Era, sobre todo, de esa ciudad impenitente, en la que Él quiso llevar la paz inmensa mesiánica, y fue rechazado. Las gentes serían lo que fuesen; pero sus dirigentes habían cerrado el paso… No sólo ahora. ¡Es que estaban atrayendo sobre sí los odios de Roma!  Y Jesús estaba viendo proféticamente las consecuencias desastrosas de un Templo derruido…, y con ello un hundimiento espiritual, una desaparición de aquella nación…
             Quiero atraer la atención sobre esta “pasión previa” que se prolongará varios días. Nosotros consideramos “la Pasión” como unos hechos de viernes santo. Y sin embargo la pasión profunda está ya en acción, y Jesús la está sintiendo en lo más hondo de su alma. Todo apunta a que vive sus últimos días.
             Era el lunes –podemos calcular- cuando Jesús volvió a Jerusalén, y realizó curaciones en el Templo, y algunos no judíos pidieron –a través de Felipe- ver a Jesús. Y Jesús aprovechó el momento para reiterar su camino hacia una muerte salvadora. Porque su vida era como la del grano de trigo que muere, pero en su morir está ya resurgiendo como espiga que va a granar y va a llevar mucho fruto. Eso va a ser –a su vez- la condena del príncipe de este mundo; caminará Jesús a la luz 12 horas…, pero sabe que habrá “noche cerrada”. Su mente se va hacia los que le escuchan, y los exhorta a caminar y crecer mientras hay luz.
             Al llegar la noche vuelve a retirarse a Betania.
             A quien no podemos dejar olvidado es a Judas. Estas subidas a Jerusalén le están facilitando la realización de su vómito de venganza o despecho contra Jesús. Con el tema de sus compras y sus gestiones podía tener libertad para desviarse del grupo y hablar con los sacerdotes. En el la primera ocasión lo hará. Y eso también va hincando el clavo de la cruz que Jesús ya siente sobre sí… Jesús está ya padeciendo… Hay muchos detalles que debemos saber incorporar en nuestra contemplación de la pasión, porque cada detalle de estos va poniendo al rojo vivo al alma de Jesús.
             Cualquiera puede pensar que fue un enojo absurdo el del martes, cuando Jesús se va la higuera del camino, llena de hojas y carente de higos (no era tiempo de fruto), y la maldice. Casi que los apóstoles no se volvieron a acordar, ni le dieron importancia… El día transcurrió con muchos sucesos: los sacerdotes, ansiosos de tener motivos contra Jesús, vienen a preguntarle con qué autoridad hace lo que hace (aún les picaba la fiesta y los cantos del “domingo” a favor de Jesús). Jesús responde de varias maneras: una, enfrentándolos a que ellos respondan..; otra presentándoles parábolas: dos hijos de los que uno dice no, pero hace…; y el otro dice , pero no hace… Había que aplicarse y ver quiénes eran quiénes… Y finalmente los enfrenta a la parábola más directa contra aquellos dirigentes que se pretenden apropiar de lo que Dios les había encomendado como administradores y viñadores de la parcela que era del propio Dios. Y por si era poco, les presenta la invitación fallida a los “hijos”, y cómo se abría la puerta del banquete de bodas “a los de fuera”… Fue una batería tremenda con la que Jesús les fue enfrentando a la terrible realidad de ellos mismos, y lo que iba a salir de todo aquello. Cuando entendían el fondo del “cuentecillo”, más se irritaban… Pero como sabían que perdían la partida en el cuerpo a cuerpo, se dedican a ponerle trampas con el tributo al César, o salen los saduceos (a cuya secta pertenecían los sacerdotes) a intentar ponerlo en ridículo a propósito de la resurrección de los muertos.
             En realidad fue un día tan lleno y tan enfrascado en actuaciones de Jesús, que pudo ser el momento aprovechado por Judas para su venta…
             También fue un día en que Jesús enfrentó a los fariseos con sus mentiras.

             Y cuando regresaban a Betania, los apóstoles quedaron pasmados al descubrir que la higuera aquella se había secado. Era todo un símbolo. Cuando tiempo ha el dueño de la higuera iba a cortarla porque sólo tenía follaje, fue el momento ilusionado de salvarla a base de más cuido. Pero el tiempo “de Israel) había pasado y seguía aquel pueblo con mucho follaje y ningún fruto… Ahí estaba el simbolismo de aquella higuera infructuosa.

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