miércoles, 4 de diciembre de 2013

Sermón del Monte 03

Miércoles 1º de adviento
             En esa búsqueda de “las entrañas” de una narración evangélica, en la que hay tanta riqueza, pongo dos notas de atención:
1. Jesús viene rodeado de unas muchedumbres muy especiales: lisiados, cojos, tullidos, ciegos, sordomudos y muchos otros. Por eso no es extraño que aquí no se hable de predicación de Jesús ni de gentes deseosas de escuchar la palabra. Están en otra necesidad previa. Y Jesús acude a esa necesidad dándoles de comer. Porque no podrán entender nada de Reino si primero no llenan sus estómagos.
2. Jesús sintió una gran conmiseración ante ellos...: “se le conmovieron las entrañas”, es la expresión original en griego. No es simple “lástima” como traduce el texto oficial. Hay mucho más en el interior del Corazón de Cristo.
        El pensamiento que hoy nos puede dejar el Adviento debe ir muy en línea de sentimientos hondos de nuestro corazón. ¡Tener más corazón ante las cosas! Ser más humanos para poder acercarnos a ser “más divinos.

SERMÓN DEL MONTE (3)
Acabábamos ayer con un pensamiento: El “Monte” de las bienaventuranzas se da la mano con el Monte Calvario. “Cuando Jesús enseñó las bienaventuranzas, firmó su propia sentencia de muerte” (Fulton Sheem). Se había metido en un avispero porque estaba en las antípodas de aquellos mentores de Israel. Y como el poder corrompe, el mundo acabará vengándose de Jesús y llevando a la muerte al tal predicador y a los que se decidan a ir con Él. Posiblemente lo que debe sonrojarnos es que “no se meten con nosotros”… Seguramente “estorbamos poco”, porque las bienaventuranzas se nos quedan para “meditación piadosa”. Jesús acabará ese tema de las bienaventuranzas diciendo que seremos felices cuando nos persigan y calumnien por causa de Jesús… Seguramente no hemos llegado hasta ahí.
Cierto que el hecho de creerse lo que dice Jesús, y que pase a ser vida de la propia vida, será también camino de soledad y de ganarse enemigos. Llegar a hacer tal nudo en nuestros pensamientos que lleguemos a creernos de verdad que somos felices si pobres…, si capaces de soportar el desprecio, si no violentos, si no apoyados en nuestras “riquezas” (valores personales, dinero, “tranquilidades”, vida placentera…), si limpios en mente y corazón, si pacíficos y pacificadores…, no será lo que más convenza de que “sabemos vivir”.  Y es posible que sea una gran verdad, porque lo que necesitamos aprender es la ciencia del “saber morir”…, esa ciencia nueva y paradójica que enseña a morir para vivir, perder para ganar, perderse para encontrarse, ocupar el último lugar para ser invitados a subir.
Es evidente que Jesús es un loco, un verdadero loco, con esa inmensa cordura de Dios, que no está entremezclado con las manos sucias de los vividores, aunque haya sido capaz de bajar hasta el fango humano –en la encarnación plena en la realidad humana, como uno cualquiera- pero no para contaminarse con ese barro pestilente del “saber vivir”, sino para empujar desde abajo y ayudar a salir a la superficie, donde sea posible descubrir que hay otro mundo de oxígeno, agua limpia, flores…, y muchas personas que empezaron a CREER EL EVANGELIO…
                Nuevas personas “lógicas” –con lógica de Dios- que descubren la luminosidad del REINO, con sus otros goces, otros placeres, otras comodidades… Ciudadanos de un Reino diferente, aunque en medio de la vida real… FELICES porque han descubierto esa maravilla que construye Dios en el fondo del corazón de la persona, que acaba dando la vuelta al calcetín de la vida, y experimentan el milagro diario de la felicidad, la paz, el gusto de sentir a Dios…, y precisamente en el silencio, la paz, la pobreza, la humildad, la sencillez, el saber desaparecer de la escena como quien nada hizo…, y sin embargo habiendo dejado la huella de una vida nueva y distinta, cuyas leyes no están escritas en papel…, sino que el Espíritu Santo escribe e imprime en los corazones: LA LEY DEL AMOR.

¡Lástima que haya expresiones que se desgastan en su contenido a base de mucho repetirlas! ¡Y peor cuando su sentido limpio y sacrificado se acaba profanando con modos espurios que nada tienen que ver con el sentido genuino de la palabra!  Y “AMOR” es una de las “leyes” más tergiversadas en la vida real. Hasta el punto de lo fácilmente que se dice un mal día que “se nos ha ido el amor”…, hablemos del amor humano, o hablemos de esas personas espirituales que se han cansado de ser buenas…

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