miércoles, 25 de diciembre de 2013

La gran fiesta de la Natividad de Jesús

NAVIDAD DE JESÚS      
             Cronológicamente es el momento más grande la historia humana: Dios se mete entre la humanidad, en la pequeñez de un niño. La liturgia –que siempre fue la pedagogía más cercana al pueblo, desdobló este inmenso hecho es 4 Misas diferentes en formulario y momento. Comienza el ciclo de Navidad con una Misa de la “víspera”. Corresponde a la tarde del día 24, y anuncia la gran noticia de que la humanidad ya no será “la abandonada”, sino la que encuentra el placer inmenso espiritual al modo que es el del esposo con la esposa. Un placer plenificador. ¡Y sólo es “anuncio”, pero ya muy cercano.
             La Misa de medianoche (o “del Gallo”, que –por razones de seguridad y vejez) se le adelanta a hora prudente de la tarde. Evidentemente pierde su encanto de ese nacimiento “a medianoche” (“cuando un silencio profundo lo llenaba todo y la noche llegaba a su mitad”).  Será la Misa en la que se narre el nacimiento de Jesús y el anuncio a os pastores. Tiene una fuerza emotiva impresionante.
             Misa de la Aurora, porque aquello de que la nochebuena no la podéis dormir, es una realidad. Y los fieles permanecían en vela porque el misterio de Belén no había acabado. Los pastores, que acuden a la llamada, dejando todo y viniéndose a la aventura de encontrar al Mesías, al Señor…, ¡EN UN PESEBRE!, es de las cosas más inauditas.  Pero allí adoraron y ofrecieron, y se admiraron.
             La Misa del día da un salto vertiginoso, y puede uno comprender que los fieles quedan un poco “de puntillas” porque venían a celebrar el nacimiento de Belén y se encuentran con las profundidades del origen divino de Jesús: “En el principio ya existía el Verbo y el Verbo era Dios y estaba junto a Dios”
             O sea: uniéndolo todo en esta última Misa, el Niño que ha nacido de María, en un pesebre, anunciado a los pastores que vienen a adorarlo, es El Señor, el Mesías, el Salvador… es el mismo Verbo eterno de Dios, tan Dios como Dios mismo. Pero ¡he aquí lo impresionante!, es tan hombre como un hombre cualquiera, que empieza por “lo cualquiera” de un Niño recién nacido.
             Se ha cerrado el círculo que quería dejar claro la Navidad.
             Por tanto: no estamos celebrando meramente “las navidades”, como fiestas, descanso, viajes, comidas, reuniones de familia, felicitaciones y deseos de paz (¿de qué paz?), bebidas en exceso, iluminaciones que nada expresan, figuras grotescas de Papa Noel, hasta gateando por la fachadas…, reclamos de comercios, regalos y más regalos (y luego…, ¡”la crisis”!) con bolsas de acá para allá y hasta en manos de quienes no tienen lo suficiente…, pero hacen regalos… Ojalá todos disfruten, pero ¿en razón de qué, en referencia a qué?  Recibí un montaje típico de estas fechas que era una delicia de paz, felicidad, ternura, familia, viajes, árbol, gozo, cantos, abrazos… ¡Ni una sola palabra de Jesús!
             TENEMOS QUE DESPEGAR LOS CATÓLICOS, y aunque no vamos a poder cambiar un desvío tan radical de una sociedad descristianizada, sí que estamos en condiciones de defender, propagar, difundir la idea y el sentir profundo de que todas aquellas cosas estarán ahí, pero la única razón de ser es JESÚS NACIDO EN BELÉN hace 2010 años…, y con tal influencia en la historia de la humanidad que dividió el tiempo en antes de Cristo y después de Cristo
             Si nos quitan a Jesús como referente de la Navidad, ¿qué nos queda? ¿Renos, carrozas, Papá Noel (para hacer doble gasto en estas fechas), niños consumistas que ya no tienen idea de por qué están recibiendo esos regalos?
             Confieso que yo no soy particularmente devoto del “Niño Jesús”. Que me parece un receso al sentimentalismo cuando se reduce a mirar al “Niño Jesús” como si ese Niño naciera cada año en un portento de cosa rara. Ese Niño tiene hoy, en Navidad, un especial atractivo admirado, porque Dios se hizo Niño. Pero ese Niño creció, se desarrolló, vivió, hizo muchas cosas, padeció pasión y muerte, y resucitó. Por eso en la fe completa de este día de Navidad no debemos prescindir de todo eso otro.  Porque nosotros TENEMOS QUE CRECER, y no quedarnos aniñados en una fe sin espoleta que mueva hacia adelante. Tenemos que VIVIR UNA VIDA, pero que no es el mero “tirar de la vida”, ¡porque Jesús vivió una vida plena y a tope…, y enseñó los caminos para estar con El!  Porque la pasión no ha acabado: Padece todo hombre Y HAY MUCHOS QUE PADECEN MUCHO, y la Pasión de Jesús que ya quedó dibujada en el pesebre (por “no haber sitio para ellos en la posada”), está clamándonos a gritos. Porque ese Niño tan dulce, MURIÓ DESANGRADO, sin figura humana.  Y además, sigue muriendo en cada uno que muere, que sufre la terrible agonía de la ruptura de la persona.

             TODO ESO ESTABA YA EN BELÉN. Y aunque ahora toca vivir la satisfacción y el gozo del Niño, pero no nos quedemos en “el Niño”…, PORQUE NOSOTROS SOMOS MAYORES, y a la par que podemos gozar arrullando al recién nacido, vivámoslo desde la madurez de saber crecer y vivir según los pasos de JESÚS EN EL EVANGELIO…, Evangelio total, sin pacializarlo.

1 comentario:

  1. José Antonio9:37 a. m.

    Ciertamente se ha adulterado estas fiestas con nuestra permisividad y nuestra "omisión" como creyentes. Es "lógico" que los no creyentes vean en estas fechas sólo un resumen estadístico: volumen de tráfico, precios de productos, ocupación hotelera, ,,,, dejando de lado y omitiendo con plena conciencia el Nacimiento de un Dios que se hace Hombre. ¿Qué podemos hacer? ¿Lamentarnos? ¿Sacar "pecho" como creyentes de manera forzada, antinatural? Como muy bien dice en su comentario, arraigar en nuestro corazón a ese Jesús que hoy ha nacido y, que toda palabra, toda obra, toda actitud...nuestra, haga referencia a un estilo de vida evangélico. Ese es el mejor testimonio ante una sociedad que comercializa y materializa hasta la FE (esta si que es una auténtica "crisis"). Feliz Navidad EN Jesús.

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