jueves, 26 de diciembre de 2013

26 dcb.-San Esteban.- NOCHE DE PAZ

LOS PACIFICADORES
         Comencemos con una breve reseña de de la celebración litúrgica de SAN ESTEBAN, correspondiente al día 26 de diciembre. Es el primer mártir de la era cristiana, que da su vida conscientemente en razón de su fe, y precisamente por el odio a la fe cristiana por parte de los jefes dirigentes judíos. Muere apedreado por haber sido acusad de blasfemo, cuando manifestó en medio del tribunal que veía los cielos abiertos y al Hijo del hombre sentado a la derecha de Dios. Murió, imitando a Jesús en su muerte, perdonando a quienes le apedreaban y a los que habían decretado aquella muerte en razón de su fe.

             NOCHE DE PAZ
Serán llamados hijos de Dios.
He observado mucho estos días. Nació Jesús cuando todo el orbe estaba en paz.  He observado grupos, familias, He atisbado ambientes  de muchos tipos y en circunstancias muy aparentemente preparadas para fomentar el clima de paz. Y me ha causado un doloroso sentimiento descubrir cómo se coge  tan frecuentemente el rábano por las hojas para venir a crear puyas y formas que dan al traste con toda esa postiza parafernalia con la que se quiso escenificar el buen entente de una familia, de un colectivo, de una comunidad.  Y comprendo aquello de Jesus de “que no se pueden sacar higos de los abrojos”.
He visto el directo o indirecto “reventador” que, con apariencias de suavidad, ha traído a colación “noticias” (que no son tales), comentarios por la bajo mientras se está escuchando algo importante, y siempre dejando la “pequeña nota negativa” (típica del “enterado de todo” y sabedor de mucho menos), pero que es lo suficiente para poner la nota contraria al pacificador que, siquiera en estos días –por lo que representan-, podría guardarse su sarcasmo, su palabra subterránea.
He visto ese juego infantil que cree que por cambiar una colocación de sillas, mesas, butacas…, o porque son días para tomar juntos un licor, ha pensado que ya estaba uniendo a los desavenidos, apaciguando a los criticones, o “creando ambiente” de paz.
¡Qué infantilismo!  El que es agente de paz lo es sin nada de eso. El que es agente guerrillero, displicente, murmurador, ávido de trasmitir malas noticias, lo sigue haciendo.
Y es que el tema del CAMBIO no es nunca el efecto de cuatro ideas “renovadas” –con toda la buena voluntad que se quiera-, pero que las ideas no cambian el mundo. En LA PERSONA, es el corazón y lo que alberga el corazón, lo que realmente tiene el secreto de un cambio. Y el corazón lleva sus rincones de gusanera en este ambiente de tensiones en que el arte más practicado es el de aquel que iba por la calle y se acercaba a los dos que venían frente a él para decirles: “¿De qué van hablando Vds para que yo me oponga?”
Los políticos que nos han tocado y “las fuerzas vivas”, son el anti-ejemplo más evidente de lo que es sembrar paz. Y una buena parte del clima de tensiones que se masca en la gente de a pie, y que ya son “manzanas podridas” en el cesto popular, son efecto mimético de esa casta política y social que nos está conduciendo a un precipicio humano.
La PAZ de la bienaventuranza exige que el propio corazón esté limpio (ya hablamos de ello). Requiere que la PAZ esté asimilada y sea el substrato de la persona y la “cama” de la caridad. Requiere que no sea persona que simplemente vive en paz “su paz”, sino que contagia, trasmite, “impone” paz (y no por la fuerza sino por su mismo ejemplo y su modo de hacer). Es un sembrador de paz que, unas veces la lleva en su hablar y modo de hablar; otras en su silencio y su SABER CALLAR. El que al sarcasmo responde con una sonrisa; a la ofensa con una bondad. (Ese “pacificador” ha orado mucho, ha “combatido” mucho, ha hecho “mucha guerra” contra si mismo. Por eso está entrenado y en plenas facultades para poner bondad donde hay malicia o segundas intenciones).
Para ellos está expresada la felicidad de ser llamados HIJOS DE DIOS. Y “ser llamados” es un eufemismo bíblico para decir que ellos son hijos de Dios que llevan en si la impronta de la PAZ DE DIOS que han reflejado de Padre. Diría la gente: “son hijos de tal padre”…, son los verdaderos discípulos de Jesús.  Por ello, lo mismo que con Jesús las gentes se arremolinaban porque de Él salía una fuerza que sanaba a todos, así ocurre con el PACÍFICO DE CORAZÓN: que se le busca porque a su lado siente una  seguridad. Sabe uno que allí no va a surgir la palabra que “revienta” la tranquilidad, ni la media palabra que parece que nada dice y que –sin embargo- deja ya el veneno en el aire.

Cuando ese ser pacífico y pacificador está en un grupo, en una comunidad, en una tertulia, allí se respira otro aire. Porque tiene el arte de echar el capote y hacer el quite para que la embestida del burel no hiera a nadie de ese grupo…

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