sábado, 28 de diciembre de 2013

28 dcb.: SER INOCENTES

28 diciembre.- Bromas aparte
             Dentro del período de la Navidad entran por derecho los Santos Inocentes, el puñado de 20 ó 30 niños (poniendo mucho) que Herodes masacró por el recelo de que pudiera quitarle el trono el “recién nacido rey de los judíos” que los magos habían venido buscando. Ese es el evangelio de este día.
             De mucha importancia es la 1ª lectura, ya metidos en la 1ª carta de San Juan, con varias vertientes importantísimas: * el mensaje que anuncia es el que le ha oído a Jesucristo. Bastaría ya con eso. Concretando, entra en un terreno sagrado: * Dios es luz sin oscuridad. Consecuencia evidente: * Si decimos (y aunque digamos) que estamos en la luz, pero vivimos en la oscuridad, mentimos en palabras y obras. * Jesucristo es la luz y si vivimos en la luz, estamos unidos a Él y su sangre limpia nuestros pecados.
             Si decimos que no hemos pecado, * nos engañamos y no somos sinceros. * Pero si confesamos nuestros pecados, Él –que es justo- nos perdonará.  * Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a Él mentiroso y no poseemos su palabra. *Y si alguno peca, Él es nuestro abogado defensor, y quien se ofrece para que se nos perdonen nuestros pecados.

             Os confieso que he tenido muchos pensamientos en mi oración. Primero, comparando los aproximadamente 20-30 niños que mató Herodes de una tacada, por su interés egoísta. Lo comparo con la estadística de esta ciudad, que habla de 1,500 en este año,  que ni habían cometido el delito de existir. Pero no me he quedado ahí: inocentes víctimas indefensas de guerras tribales, “depuraciones étnicas”...  ¿Y todas esas familias que vivían y se habían hecho su pequeña “estable situación” y que hace años les minaron sus bases para haber llegado hoy a tener que ayudarse de servicios sociales?  ¿Y las víctimas del terrorismo –los que ya no pueden gritar, y quienes gritan sin mucho eco? ¿Y los buenos estudiantes y personas honradas y laboriosas que tuvieron que buscarse la vida por otras latitudes? Pienso que son también víctimas no culpables de esa “globalización” y de esa “colonización” europea, en la que el pez gordo se come al pequeño…, y el pez gordo tiene siempre rostro económico, y si me atrevo…, ¡mafioso! por parte de los grandes poderosos.
             Pero con esto no he resuelto nada. Donde mi oración se ha hecho más “mía” es cuando me he preguntado si yo soy inocente…, si en vez de tener siempre un pensamiento favorable hacia un hecho o persona, lo primero que me salta es el juicio negativo. Me he preguntado si no me es instintivo ver siempre “la culpa del otro”, mientras me quedo mirando desde la barrera. Si no será que mis propias confesiones se disculpan más que se acusan… O si van tan distanciadas que surge solo ese comenzar diciendo: “No sé por dónde empezar”. ¿Soy inocente de ese “no saber”, cuando tanto dejé pasar el tiempo que se fue convirtiendo mi conciencia en un cajón de sastre, en un no dar ya importancia a las cosas, porque la propia conciencia se ha adormecido?
             He pensado en la facilidad con que una persona se mete en páginas sucias de Internet una, dos y cien veces…, y ¡pobrecito/a! acaba “cayendo sin querer”. ¿Inocentes? ¿Pueden reprocharle algo a Herodes, mientras se  mata la Gracia de Dios “por deporte”?
             ¿Inocente yo cuando no soy capaz de ponerme en el lugar del otro para poder comprenderlo? ¿Inocente yo cuando “mi verdad” es la única, y privo de voz y voto a quien piensa distinto que yo? ¿En qué se diferencia de lo que tan mal nos parece lo que ocurre en los dirigentes europeos o en las tiranías africanas? ¿Inocente cuando sólo yo me veo inocente? ¿Inocente cuando “no tengo pecados”? [Ya hemos oído hoy a San Juan].
             Ampliar la celebración de hoy y buscar sinceramente los aspectos que nos deben hacer inocentes, es un buen ejercicio espiritual. Y práctico. Y que no nos extrañe que los “inocentes” –auténticos inocentes- suelen ser machacados. Porque los verdaderamente inocentes no sacan la coz en el momento “oportuno”; son los que saben callar (porque es mejor callar que molestar o herir hablando). Ya se explicó en el SERMÓN DEL MONTE la gran cualidad del no violento, del que es manso, del que llora sin amarguras ni pretende descargar su situación en “culpas” ajenas; y siempre pone paz en donde está y en derredor suyo.

             Y así podremos enumerar cada uno esas realidades que nos hace inocentes de verdad, o nos hacen reconocer que “hemos pecado”…, dando así oportunidad a Jesucristo, el Justo, y abogado defensor, de ejercer su misión.  Si ya es verdad –Él mismo lo dijo- que el justo peca siete veces al día [“siete” = muchas], bien podemos colegir que nos queda algún trecho para que este día de SANTOS INOCENTES sea una de nuestras fiestas. Pero puede llegar a serlo. Puede llegar ese momento en que cada un seamos tan honrados ante Jesucristo…, ante el Sacramento, que –como dice el Papa- nos presentemos ante ese momento con sencillez, claridad, sinceridad… Y que realmente hagamos sacramento porque traspasamos el umbral de decir lo que somos y entramos en esa vertiente luminosa de declarar ante el Señor lo que queremos ser…, los medios muy concretos que vamos a poner para que de aquí “al día siguiente de los inocentes”, podamos presentarnos con un corazón limpio…: limpio de pensamientos, de juicios, de miradas…

1 comentario:

  1. Ana Ciudad5:39 p. m.

    No hay explicación fácil para el sufrimiento,y mucho menos para el de los inocentes..El sufrimiento escandaliza con frecuencia y se levanta ante muchos como un inmenso muro que impide ver a Dios y su amor infinito por los hombres.El dolor es un misterio y, sin embargo el cristiano,con la fe sabe descubrir en la oscuridad del sufrimiento propio o ajeno,la mano amorosa de Dios Padre.San Pablo nos dice "A lo que aman a Dios,todas las cosas son para bien,",también aquellas que nos resulten dolorosamente inexplicables o incomprensibles.

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