sábado, 14 de diciembre de 2013

Más consuelo aún. Sábado 2º adv.

Sábado 2º adviento
             Dejamos a Isaías que ha sido el profeta del adviento, que ha expuesto de mil formas lo que será ese futuro tan distinto, porque la llegada del Mesías hará todo nuevo y prodigiosamente bueno. Sus audaces comparaciones y paradojas han querido mostrar la diferencia de un mundo ya salvado con lo que es la situación opresiva del destierro.
          Hoy se toma la 1ª lectura del libro Eclesiástico con su panegírico de Elías, profeta más cercano que Elías, que Dios lo “reserva para el momento de aplacar, reconciliar padres con hijos, y restablecer las tribus de Israel”.
        En el Evangelio sigue Jesús tomando la idea de un Elías que volvería a hacerse presente..., ¡y se ha hecho presente y lo han despreciado! Comprenden los apóstoles que Jesús se ha referido a Jan Bautista. Para concluir que “el Hijo del hombre va a padecer a manos de ese mismo pueblo que maltrató a Elías”.
        Todo esto en el adviento, ¿qué? Pues que tanto esperaron entonces y no aceptaron la llegada del gran profeta, que en el adviento real de hoy, el que vivimos nosotros, nos enfrenta a nuestra acogida de Jesús. Ayer nos ponía ante un balance de situación. Hoy nos pone ante una mala solución de ese balance. [Quedamos ahí ante nosotros mismos].

             SERMÓN DEL MONTE
             No es un recurso que yo haya tomado el SEMÓN DEL MONTE como la reflexión en este adviento, sino la ida a la fuente, al meollo mismo de nuestra vida cristiana, porque toda ella se basa en estos grandes y amplios planteamientos que puso Jesús en el frontispicio de su obra evangelizadora.
             Si el Sinaí supuso el arranque de un pueblo de Dios bajo la pauta de unos Mandamientos, Jesús sube a otro monte y nos entrega su legado, que supone los mandamientos y los sobrepasa. De las “tablas de piedra” pasa Jesús a “lo que sale del corazón” (ya había anunciado el profeta que Dios nos daría un corazón de carne”. Ese es que palpita en las bienaventuranzas, dichas o alegrías que no presenta Jesús).
             Serán consolados
             Aún podemos decir más. Y si lo hacemos mirando al mundo que tenemos delante, podremos comprenderlo mucho mejor. Estamos asistiendo a un carrusel de tensiones, malestar, ganas de pelea, crítica de todo, odios clarísimos en lo privado y en lo político y social. Al revés de los tres mosqueteros –“uno para todos y todos para uno”- estamos asistiendo al despropósito del “todos contra todos”… Y no es sólo que lo vemos… Es que lo practicamos. El “tuyo” y el “mío”, el menosprecio a lo ajeno (incluso dentro de los movimientos de Iglesia), el egoísmo imperante que sólo admite, hincha y valora lo propio, y que deja tan ridículamente encerrados a sobrevalorar lo propio y mirar lo ajeno por encima del hombro…, el que haya tantas “víctimas” (subjetivas) porque cualquiera se siente perseguido por sus propios hermanos en la fe…, sin que se deje un resquicio a admitir que es uno quien se ha enrocado en su propia amargura…  Y así podríamos seguir.
             ¿Puede ser eso lo que tenga entrada en el Reino de Dios? ¿Es esa la FELICIDAD que Jesús afirmó a los que lloran? Evidentemente no. Y cuando afirma Jesús que serán consolados, hay una doble vertiente por delante: que el tiempo, el conocimiento más cercano de las personas, la purificación del propio pensamiento (para eliminar prejuicios), debe desembocar en un creyente en Cristo en ese piélago del amor cristiano en el que nadamos en el propio Corazón de Cristo, y eso nos lleva a salir de nosotros mismos y a hacernos consoladores de los demás.
             Pero hay otra vertiente de no menor envergadura: cuando ese conocimiento, pensamiento, reflexión orante sincera, nos hace mirarnos al espejo a cada uno. Porque es cada uno quien tiene que sanar dentro de sí. Sobrepasar sus propios traumas, echar sentido del humor (reírse de sí mismo), echarse a nadar en ese mar de buena voluntad y buena fe y menos suspicacias… Autovalorarse pero no en hojarascas de falsa vanidad, ni de infantil inconsciencia, sino sacando a flote los valores que uno tiene dentro. ¡Y todos tenemos muchos”!

             Entonces, bajando de esas dos vertientes de un “monte absurdo” y entrando en ese otro Monte donde esta Jesús, nos sentiremos consolados. Es un efecto que no sólo se ha de esperar recibir en la vida eterna. Hemos de ser felices ya aquí.  Y cuantas menos antenas tengamos echadas para captarlo todo…, (y con ondas distorsionadas), mucho más oxígeno encontraremos para sacar adelante la parte que nos toda a cada uno: la de consolar y la de saber evitar nuestros “desconsuelos”. Ir superando “llantos” de perdedores/as, y buscar con ilusión todos los resquicios que nos ofrecen las realidades que están ahí…, o dentro de nosotros mismos. Ojalá podamos llorar ese llanto pacificador de quien encontró la razón para gozar, porque la tenía tan cerca y no la sabía encontrar.

4 comentarios:

  1. Anónimo9:13 a. m.

    10 Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.

    11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos;

    12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.

    EVANGELIO DE SAN MATEO

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  2. Anónimo9:17 p. m.

    Tu no has olido la exhortacion apostolica del Papa. Te la recomiendo

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    1. Anónimo9:30 a. m.

      Y tu eres de los que uelen muchos libros pero hacen poco. Te recomiendo yo un poco de más contención. y si no sabes de que va la cita, pregunta primero, antes de juzgar.

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  3. Anónimo9:45 a. m.

    Veo que para usted los profetas, no forman parte de la Biblia, pues ellos eran también "quejosos" y eso no es vicio, sino virtud y don especial. Le aconsejo que repase lo que digo, y deje de dar palos al viento.

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