miércoles, 18 de diciembre de 2013

José.- Los misericordiosos. 18 dcb

18 diciembre.- José
        Ayer se leía la genealogía de Jesús como descendiente de David, de la tribu de Judá. HOY se explica cómo es descendiente de David: a través de José, el esposo de María. (“En sus días se salvará Judá”). Cierto que el hecho que se lee en el evangelio de la Misa de hoy está fuera de un orden más lógico, que hubiera sido después de la Encarnación.
        Lo que hoy aparece es:
        - Que José es varón JUSTO, leal, fiel a Dios, y cabal ante su conciencia.
        - Que al saber que su prometida está encinta, (y no precisamente de él), no quiere denunciarla por adúltera, y prefiere él apartarse y desaparecer.
        - Otros interpretan que al saber que el hecho se ha producido sobrenaturalmente y por acción de Dios, Él no entra en “disputarle” a Dios sus derechos, y prefiere retirarse.
        - Dios, por su parte, le sale al paso.
        - Y le sale al paso “en sueños”, en bruma, en misterio, no en evidencias palpables. ¡En fe!
        - Dios le anuncia que José va a ser legalmente el padre de Jesús.  Por tanto: no abandone a María. Y, segundo, José va a ejercer su derecho de padre, poniéndole el nombre al Niño, y NOMBRE DADO POR DIOS. (Eso es definitivo para un hebreo, que ve en ello la acción personal de Dios).
        - José “se despierta del sueño” y se va a recoger a María para conducirla a “su casa”, como su esposa. El Niño nacerá, a la vista de todos, como hijo de un matrimonio.
        - Se cumple al pie de la letra la profecía del A.T.

             SERMÓN DEL MONTE
             Bienaventurados los misericordiosos
             Empezaría diciendo algo muy simple: Los que tienen corazón. Porque no todos lo tienen. “Tener corazón” es tener capacidad de sentimientos humanos…, de tener capacidad de ponerse en la piel del otro…, de no guiarse por la frialdad de las ideas…, de no vivir según las reacciones traumáticas…, de no ser “puro corazón” que se ofusca por las heridas del  YO.
             Ser misericordioso es experimentar con el corazón iluminado por la racionalidad, el sufrimiento ajeno, sin negar el que yo causo…, el que el otro me causa. Muy distante del exceso de sensibilidad, con el que ni uno vive ni deja vivir. Por eso he dicho que la “razón” (que nos distingue de los irracionales, tiene su puesto en el mismo corazón: por eso la Sagrada Escritura habla de “los pensamientos del Corazón de Cristo”. En realidad no es el corazón el que piensa. Pero vale hablar de esa forma cuando el corazón se sobrepone a todo, pero sin perder la luz de la razón. Es ser mansos y humildes de corazón, esas dos características que Jesús se atribuye a sí mismo, y Jesús no era un manojo de sentimientos sino una persona muy equilibrada, en la que sobresalía su amor a las personas, y amor brotado del mismo corazón. “Miseri-cordia” es poner la persona de parte del que sufre (=”mísero”).  Una traducción comprensible sería: “corazón amable”, “corazón compasivo”…, pero más bien “con-pasivo” para expresar que no es la compasión que va “de arriba abajo” sino el vivir como propio el padecimiento ajeno, meterse hasta la raíz de ese padecer. Unas veces triste y otras alegre: sufrir con el que sufre, alegrarse con el que se alegra.
             Unas veces será tender la mano con delicadeza por si el otro quiere apoyarse en ella. NUNCA apabullando con falsa “caridad” impositiva. Otras veces, es metiendo el hombro bajo el problema ajeno para solucionar lo que uno puede solucionar, y porque así lo está necesitando el que sufre. Y otras será quitarse uno de su “labor” para poder dedicar tiempo de regocijo a quien está alegre y celebra.
             La MISERICORDIA es forma profunda de la caridad; es aquello de Pablo a los filipenses: poner al otro por delante de uno mismo. San Pablo la expresa como “hija de Dios”: Bendito sea Dios, Padre de las misericordias”. Y es la palabra más repetida en la Sagrada Escritura, porque es la expresión externa más identificativa de Dios.
             Todo eso nos lleva a volver sobre nosotros, sobre nuestros pensamientos, nuestras actitudes, nuestros sentimientos y reacciones…, nuestras formas de acudir a las soledades, a las celebraciones, a los padecimientos y congratulaciones, a las tristezas o las alegrías, a las necesidades de cada uno en la situación concreta en que está cada uno AQUÍ y AHORA.


El libro “MISERICORDIA” (con el aval del Papa) va a ser presentado mañana a las 8 de la tarde en el AULA ARRUPE (Jesuitas, Plaza de San Ignacio, Málaga).  ¡Buena oportunidad!, y gran oportunidad en este momento histórico en el que Papa está insistiendo en una RENOVACIÓN DE LA IGLESIA desde estas coordenadas.

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