miércoles, 24 de julio de 2013

Convocado ENCUENTRO NACIONAL

Con fecha de ayer 23, llega de Madrid 
la CONVOCATORIA del ENCUENTRO NACIONAL, que va a tocar el tema del AÑO DE LA FE y el CORAZÓN DE JESÚS, SÍNTESIS DE NUESTRA FE.
Se celebrará el día 12 de septiembre.
Quedan invitados a participar quienes lo deseen. 
Para detalles, o el blog, o mcantero@probesi.org, o por teléfono al APOSTOLADO DE LA ORACIÓN, 952.210509

24 julio.- Nueva evangelización
             Pueden comprender mis lectores que al encontrarme con este texto de Mt 13,1-9, más bien me pregunte por dónde voy a salir para no decir siempre lo mismo.
             Observemos, en primer lugar, que es un inicio de capítulo. Quien hizo la división, observó que no había continuidad con lo anterior.  El c. 13 presenta a Jesús en casa.  Y a Jesús saliendo a la playa.  Y –como quien le está esperando, a sabiendas de que Jesús aparecía por allí frecuentemente- una gran cantidad de gentes se le vienen encima. Jesús tiene que subirse a una barca para poder hablar desde allí y poder ser escuchado.
             Y comienza contando uno de esos cuentecillos que tanto agradaban a la gente. Lo curioso es que Jesús cuenta su cuentecillo y lo deja así. Luego lo explicará a sus apóstoles, ya de nuevo en casa. A la gente prefiere dejarle el “cuentecillo” y que cada cual rumie y piense y se lo explique a sí mismo. Es el arte de la oración auténtica…, o del soslayo de la palabra de Dios, según la forma de acogida o de pasar por alto…: ya se oyó, ¡qué boca tiene este Hombre!..., y luego…
             Y Jesús comenzó diciendo: Salió el sembrador a sembrar…; era lo que estaban palpando las gentes. Ese hombre, cuya Palabra les atrae, es sembrador de la Palabra de Dios.  Y les sorprende con una primera afirmación: una parte de la semilla cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron.  Si allí había gentes sinceras –como es de suponer- esta primera palabra les tocó  el alma. Es cierto –pensaron- que somos muchos los que recibimos la semilla…, y nos quedamos donde estamos. Nos gusta escuchar, admiramos y ponemos por los cielos lo bien que habla Jesús.  ¿Y luego?  Cuando cada uno se fue a su casa, ¿hubo muchos que siguieran dando vueltas a aquella “semilla al borde del camino? ¿Serán muchos los que “están admirados”…, y no dan un paso?
             Porque el gran tema no es si el sembrador sale y siembra sino si el que recibe la semilla la cultiva, y esa semilla le cuestiona y le hace plantearse una novedad.
             El Papa actual ha salido a sembrar la semilla del Evangelio. Casi sin expresar grandes discursos, su mensaje de gestos está tocando a muchos. Lo que el Papa está haciendo es dejar ahí la semilla de la nueva evangelización. ¿Qué significa eso?  Que no con muchas palabras sino con su propio hacer, está diciendo que no se trata de sermones sino de una Iglesia que tiene que acoger –ella misma- EL EVANGELIO.  Ese evangelio que un día encontró Francisco de Asís y escuchó una voz imperiosa: a la letra, a la letra, a la letra;  sin glosa, sin glosa, sin glosa.
             ¡Eso es la nueva evangelización!  No son más predicadores, más sermones, más escritos. Es simplemente que todos –la Iglesia oficial por delante- salgamos de nuestras casillas y entremos en LA NOVEDAD del Evangelio a la letra…, sin glosa.
             De lo contrario, la semilla preciosa en sí, queda soterrada al borde del camino…, o vienen  los pájaros y se la comen.  ¿No nos planteamos si no será eso el gran problema que arrastramos los católicos?  Evangelización nueva no es ahora inventar un evangelio ni poner parches a nuestra vida personal.  El vino nuevo requiere odres nuevos. El vino no falla. Pero los odres no nos cambiamos. Casi diríamos que se mantienen creencias, formas y prácticas…, que no han avanzado apenas nada… Estamos “seguros” en ellas, ¡y mejor no tocallo…!
             El Concilio Universal Vaticano II quiso ser un salto profundo en la vida de la Iglesia.  Respiró de una forma más visible por ese pulmón que es la Liturgia. Y dejó planteamientos inmensos hacia un revulsivo en la fe de la Iglesia, “arriba” y “abajo”.  De ahí que Benedicto XVI proclamara Año de la fe el 50 aniversario del Concilio.  Pero ¿de qué fe?  El propio Papa anterior, y ratificado por el Papa Francisco, el Concilio está inédito en lo que es la renovación de la Iglesia (el agiornamento que ilusionó Juan XXIII al lanzarse a esa inmensa aventura de que la Iglesia se mirara a sí misma, y mirara hacia afuera con ojos de madre y maestra, para no ser una Iglesia que sobrevuela sino que es levadura en la masa).
             Esto es lo que hoy me ha cogido el alma… ¿Qué hay en mí de nueva evangelización?; ¿qué semilla hay en mí: la que queda soterrada y molesta menos, o la que está llamada a crecer, desarrollarse y dar otro fruto? ¿No es un cierto problema que intentemos mantener creencias monolíticas que no pueden crecer, mientras la vida crece, avanza, se separa millas de la fe que trasmitimos?  ¿Realmente concebimos a Jesús y su semilla como algo que no puede engarzar con nuestro mundo, en el que vivimos y en el que –a lo peor- nos lamentamos?

             Veo a nuestro Papa. No ha entrado directamente en temas doctrinales. Y sin embargo su hacer diario nos está diciendo que algo no es ya como veníamos siendo. Y si la vida es la que va por delante y la que marca en el poco a poco, en el día a día, el Papa nos va señalando caminos de nueva evangelización…, es decir: que “algo se mueve”, que algo se tiene que mover.  Esa semilla de LA PALABRA no podemos dejar que los pájaros se la coman, o que quede enterrada al borde del camino.  La parábola, muchas veces repetida, necesita ser revulsivo en nuestro momento actual. Y eso pide que miremos hacia dentro y recapacitemos todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!