lunes, 8 de julio de 2013

8 julio: vida y salud

Hemorroísa y Jairo.- Mateo, relato escueto
El evangelista San Mateo nos brinda un relato escueto de esos dos hechos encadenados. Nos será muy difícil no dejarnos influir por los detalles que conocemos a través de otros evangelistas, pero a tratar de ponernos en la mente de Mateo que dice lo que quiere decir y no dice más porque no lo ve necesario para sus fines.
Por lo pronto tenemos “un jefe” que se acerca a Jesús, se postra ante Él y le dice: Mi hija acaba de morir; pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá. Ya hay una variante muy notable respecto de otros relatos. Este “jefe” viene ya a Jesús a pedirle su intervención para que la hija muerta, viva. Hay, pues, en Mateo una diferencia cualitativa de enorme envergadura: lo que pide este hombre es la resurrección de su hija.  Y por tanto en la fe de ese personaje hay un grado de atrevimiento mayor y una fe de mucho más calado que la del que viene a suplicar in extremis la sanación de una enferma… En el relato de Mateo hay una petición de mucha mayor envergadura. Las características de esa fe son las de la tangibilidad y presencia: ven, pon tu mano sobre ella… Jesús –que se adapta a la fe de cada cual y actúa según esa fe, y hasta atribuye los efectos a ese grado de fe que se ha tenido- emprende el camino hacia la casa de la difunta para actuar en ese modo concreto que se le pide.
Se cruza en su camino otro hecho, otro problema, otra forma de fe: la de una mujer que sufre hemorragias desde 12 años antes, y que se viene por detrás, como quien no hace la cosa [obsérvese que aquí no se habla de turba que rodea a Jesús]. Se acerca la enferma, roza el manto de Jesús con sus dedos…, porque está convencida de que sólo eso basta para obtener su sanación.  Jesús la ve, la mira fijamente y le dice: Hija, ten confianza; tu fe te ha sanado.  Pienso que el lector está difícilmente aislándose de los datos que conoce por otros evangelistas…, y que hasta experimenta una especie de “vacío” ante lo escueto del relato de Mateo. Pero ha de pensar que los que recibían este evangelio de  Mateo, no tenían más datos que los que él les daba, y era tan evangelio y tan gran noticia como los que recibieron todo esto con muchos más detalles.
Lo que Mateo nos está dejando son bases de nuestra oración, n la que tenemos que adentrarnos en el Corazón de Cristo, y que más que aspectos emocionantes o sentimentales, nos está poniendo delante unos hechos, unas formas de fe, unas actuaciones de Jesús. Y en esas actuaciones está dejándonos claro que Jesús se va adaptando a cada cual y responde en esa línea con la que se llega a Él.  [Bien sabemos, luego, que Jesús amplifica los efectos y sobrepasa nuestras características; ¡menos mal!..., porque nosotros somos pequeños aún en nuestra manera de pedir, de presentar nuestras necesidades…, de responder a los modos con que Él nos va llevando siempre, mucho mejor de lo que nosotros nos atrevemos a pedir, o de cómo pedimos].
Realmente la mujer aquella había tenido confianza, y por ello había venido. Ahora esa confianza queda llena porque Jesús la ha tomado como base para actuar de acuerdo con la fe –y el modo de fe- de aquella mujer.
Llegan a casa del jefe, y el espectáculo es típicamente del luto oriental: flautistas, plañideras en gran número… Y Jesús que –al entrar- dirige una palabra que hasta les sienta mal a las gentes: La niña no está muerta;  duerme,  Aquello les suena a una broma de mal gusto y se ríen de Él… Habría alguna mofa de mala índole…
Echan fuera a la turba, entra Jesús [aquí no se dice con quiénes, porque eso es lo de menos, ni va a necesitar testigos de su acción, que hablará por sí misma].  Toma de la mano a la niña, y la niña se incorpora. No hay más datos en este evangelio.  Simplemente se acaba con ese “coro de admiración” que es tan corriente en los relatos evangélicos, expresando que cada hecho hacía de altavoz de por sí mismo, porque se corría la voz por los lugares cercanos.
Será ahora la oración contemplativa la que buscará “completar” el relato, porque nuestra mente y sentimientos no puede dejar que acabe así en picado una secuencia tan maravillosa como la que nos aportan los evangelistas sinópticos. Y nos quedaremos pensando –meditando- cómo quedó aquella niña…, aquellos padres que la habían visto muerta y ahora la abrazan… Cómo quedan aquellos flautistas y lloronas de oficio que se habían mofado de Jesús por decir que la niña sólo dormía…  Había expresado Jesús lo que para Él era una verdad a no dudar, porque en el corazón de Jesús estaba ya la realización de aquella petición y al modo en que el padre de la niña lo había pedido.  Por tanto, en el sentir de Jesús aquella situación de la niña ya era solamente dormir, aunque fuera el sueño de la muerte biológica. Pero más allá dormía, porque la vida estaba latente en la oración de petición de aquel hombre que vino a suplicar.
Es ciertamente curioso advertir los diferentes matices que aporta un evangelista concreto. Y lo es porque esos que dicen que “se saben el evangelio de memoria” no pueden disfrutar de esos detalles que capta quien toma el evangelio en las manos y busca y ahonda y compara-

Se me viene a la mente el paralelismo del que se confiesa de tarde en tarde y por consiguiente ni matiza, ni concreta, ni profundiza, ni desglosa. Y al final se sabe la confesión de memoria…, lo que equivale a decir, “de rutina”, sin preparación, sin proyecto hacia a adelante.  “Se cumple” “de memoria”. Pero evangelio o propia conciencia se han quedado sin rozar.  Y las cosas siguen como si no se hubiera hecho lo uno o lo otro.

2 comentarios:

  1. Anónimo4:00 p. m.


    Pero peor seria no confesar ;es nula esa confesión ?

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  2. ENTENDAMOS. Si por "confesión" sólo tnemos "decir los pecados al confesor", estamos fuera del sentido sacramental que, ya desde siempre, se compone de 5 cosas NECESARIAS (igualmente necesarias):
    1.- examen de conciencia (lo que supone poder tener un sentido no sólo de qué pecados o defectos..., sino sentirse admirado por DIOS QUE PERDONA. Pero perdona, ¿de qué?). [Para eso es la toma de conciencia de qué hay en ´mi vida]
    2,- Arrepentiminto de esos pecados, con sentimiento de dolor de haber ofendido a Dios. [Mejo si lo ponemos en "haber desagradado a Dios]. El examen de conciencia es el que concreta esas realidades.
    3.- propósito de enmienda o proyecto (cuanto sea posible) concreto para la corrección del defecto. Porque mal arrepentimiento sería el que no dura más que el tiempom de "confesarse" ("decir...")
    4.- Decir los pecados al confesor. Es la manera de que uno mismo se concrete y que el sacerdote pueda orientar, ayudar. Con todo, ¡un sordomudo no puede "confesar"=DECIR... Lo importante no destá en "decir" sino en qu estanos en un conjunto sagrado: SACRAMENTO, acción divina..., y ante Dios hay un inmenso sentido de seriedad, respeto y deseo de CAMBIO PERSONAL. [¿Cómo cambiar cuando en "confesiones" de mucho tiempo, ni uno mismo puede concretar su realidad?].
    5.- CUMPLIR LA PENITENCIA. Para muchos es como "la multa" que se paga y así se salda la deuda. ¡NADA DE ESO! "Penitencia" o Conversión es un término que usa Jesús para indicar que hay que poner manos a la obra para iniciar un cambio... CONVERTÍOS Y CREED EL EVANGELIO. Dos partes de una misma realidad.
    Y EL CONJUNTO ES EL SACRAMENTO (muy distinto de la mera "confesión".
    La pegunta que hacías: ¿Es nula esa confsión? Creo que la respusta es sencilla: ¿Ha habido Sacramento, =obra sagrada, o se ha quedado en "hablar" los defectos? Pofque hablar los defectos se puede hacer con el vecino del autobús, y naturalmente no hay acción sagrada con esos 5 pasos explicados.

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