jueves, 4 de julio de 2013

4 julo. SABER DUDAR, SABER CAMBIAR

Anoche mismo llamaba Javier Madueño
para comunicar el cambio llamativo y esperanzador en la mejoría de Ana Mary Bartolomé,
que había comido con apetito, que había bebido agua con mucho deseo,
y que se había expresado en diversas frases:
 habló de Dios a su esposo y que pidieran mucho por ella.   
Una alegría que Javier compartía,
en la que nosotros nos sentimos partícipes profundamente,
y agradecemos a Dios, y le seguimos pidiendo.
4 Julio.  El paralítico
Una vez más nos encontramos con este texto, pero con la evidente variación que presenta San Mateo, que omite detalles que dan sabor en la narración de Marcos. Dado que San Mateo dirige su evangelio a los judíos, va casi directamente al hecho que quiere trasmitir: que Jesús es el Mesías esperado, que viene en nombre y con el poder de Dios.
Por eso el comienzo de su relato es más anónimo: le presentaron un paralítico acostado en su lecho, y viendo Jesús la fe de aquellos hombres… “Le presentaron” es un término impersonal. No quiere Mateo que nos perdamos en detalles que no van directamente al caso.  Luego, Jesús viendo la fe de ellos… Presupone –para quienes conocemos el texto de Mc. 2- una participación de otras personas. Pero Mateo no se detiene en ello porque se va derecho al tema que él quiere plantear; dijo al paralítico: confía, hijo, tus pecados te son perdonados. Aquí Jesús provoca la tensión que Él quiere crear para que los fariseos, allí presentes, se topen de bruces con la cuestión esencial.  ¡Y naturalmente se topan!, porque sufren el gran escándalo de que un hombre se arrogue el poder que es exclusivo de Dios: perdonar pecados.
Los fariseos se escandalizan y protestan y acusan: Este blasfema. Ahí quería llegar Mateo para que se encuentren de cara con la demostración directa de Jesús…  Lo que los fariseos han de admitir, si no fueran tan cerrados, es que el Mesías de Dios…, el verdadero mesianismo al que todo el pueblo judío ha de desembocar…, es que “el Hombre” (Hijo del hombre) en su humanidad, recibe los poderes de parte de Dios, para restablecer en el mundo la primacía de Dios.  La gente se admirará precisamente de que Dios ha dado tal poder a los hombres…  Jesús ha provocado todo eso, y lo ha hecho con intención abierta de mostrar –incluso a los fariseos…, o más expresamente a los fariseos- que los caminos de Dios en la salvación de Israel, van en esa línea mesiánica. Ni se toca siquiera el erróneo aspecto humano, belicoso, nacionalista…, del “mesías” que ellos esperaban.
Jesús vio claramente a los doctores y los fariseos rasgándose las vestiduras por “la blasfemia” de Jesús…, un hombre que dice perdonar pecados.
Y Jesús que había provocado ese momento, les hace el desafío –y a su vez- demostración de que realmente es verdad que Él puede perdonar pecados. Porque ahora los pone ante la prueba: ¿Qué es más fácil, decir: “tus pecados te son perdonados”, o decir “levántate y anda”?  Lo primero no se ve pero lo segundo sí… Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra poder de perdonar pecados…, dijo ahora al paralítico postrado en su camilla: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.  Y él, levantándose, se fue a su casa.  La gente se hizo lenguas, admirada de ese poder que Dios da a los hombres. Es la reacción del corazón sencillo, capaz de incorporar –sin prejuicios ni discusiones- una novedad, aunque sea de un calibre tan grande.
Pero me quedo mirando al grupo de escribas y fariseos. ¿Cómo se quedan? ¿Qué reacción se produce en ellos? ¿Llegan a saber dudar de sus “certezas”? ¿Se preguntan…, o ni se cuestionan?  ¡Han visto algo tan claro…, y algo que Jesús ha sabido manejar como argumento!: ¿son capaces de entrar siquiera en la “duda” sabia de quien no puede negar lo que ha visto, aunque aún no sepa cómo explicarlo y digerirlo?
Claro que el evangelio no nos resuelve esa cuestión, pero cierto es también que la revierte sobre nosotros. Porque el gran problema que llevamos encima es lo difícil –y casi imposible- que se nos hace dar nuestro brazo a torcer…, dejar que la ayuda (venida en la forma que sea) haga mella en nosotros…, y hasta que sepamos dudar de nuestras certezas hasta ser capaces de admitir otros cauces diferentes… Aunque, de comienzo, nos tambaleen. Pero sólo así es como seremos personas maduras, e incluso como maduraremos en la fe. Porque la fe no es un monolito cerrado en sí mismo. Precisamente LA FE –porque es fe en Dios y en Jesucristo, y ellos son SIEMPRE MÁS-, nos abren cauces que nos obligan a replantear… Dios tiene siempre una Palabra nueva, y –como en aquellos fariseos- la riqueza de Dios estaría en que ellos se dejaran interpelar y cambiar por esa novedad con la que se han encontrado.  La pena fue que –una y otra vez- se estrellaron en sus “certezas”, sus “infalibilidades”, su orgullo que a nada cede…, y acabaron por no encontrar a JESUCRISTO SALVADOR.  ¿y creéis que no es una cuestión que se palpa en esas personas autosuficientes y recalcitrantes, que parecen subirse al séptimo cielo de la “espiritualidad”, pero no ceden un palmo de su YO?

SABER DUDAR, vivir la humildad, es lo que nos deja hoy este relato.

1 comentario:

  1. Esas personas autosuficientes y recalcitrantes ,
    son cortas de miras y competitivas y eso
    les hace no valorarse y envidiar las cualidades ajenas .Cuando todas las personas son ricas
    en su esencia `porque están hechas a imagen de DIOS,PARTICIPANDO DE SU Naruraleza divina .

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