jueves, 11 de julio de 2013

11 julio, fiesta en Europa

Fiesta de San Benito
En primer lugar, una oración de súplica y acción de gracias por el gran Papa que fue –hoy emérito- Benedicto XVI, cuya onomástica celebra hoy, Así como el actual se ha puesto el nombre de Francisco con una clara intención de dejar patente su preferencia por el pobre, el sencillo…, y la Iglesia abierta a esa mística de lo cotidiano (del espíritu franciscano), el Papa Benedicto adoptó ese nombre en su mirada a una Europa que se desvanece en sus valores cristianos, San Benito, Patrono de Europa, representa esos valores y esa ida hacia una Europa que necesita desvestirse de su soberbia materialista y saber recuperar todo el acervo humano y cultural de ascendencia cristiana, que está realmente esparcido por cada rincón del viejo continente.

La liturgia de la Eucaristía sustituye hoy el evangelio que correspondería al jueves, por uno que pueda hacer referencia a la misión y vida de San Benito.  Y entonces toma el texto de Mt 19, 27-29. [En realidad el que hoy hubiera correspondido repetiría el que tuvimos hace poco del envío de los apóstoles a la misión, “desnudos” de apoyos humanos pero bien revestidos de LA PAZ, como el arma estratégicamente esencial para mostrarse como apóstol del reino de Dios].
El texto de hoy es el final de todo el episodio del joven aquel que vino a ofrecerse a Jesús, pero que no tuvo valor para desprenderse de sí y de sus bienes…  Y Jesús declaró con dolor que es más difícil que un “rico” [uno que está pagado de sí mismo] pueda entrar en el reino de Dios.., en el seguimiento de Jesús.
Surge entonces Simón Pedro y presenta una cuestión a Jesús; Nosotros, que lo hemos dejado todo, ¿qué tendremos?  Y Jesús, sin meterse ahora en otros detalles, le responde a la pregunta en general: los que me habéis seguido…, os sentaréis sobre doce tronos… Y todo el que dejó padres, hermanos, hijos o campos, por amor a mi nombre, recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna.
Jesús, con sus estilos gráficos, muestra ante sus apóstoles que seguir el camino con Él no es un planteamiento de negaciones y fastidios. Y si bien es verdad que a Jesús no se llega por el ancho camino del disfrute, el dinero, el placer, el egoísmo que sitúa al individuo en el eje de la rueda, también es cierto que cuando alguien es capaz de valorar a Cristo por encima de los bienes humanos, Él se encarga de que ese tal viva una felicidad mucho mayor que la del que posee bienes y goces de cualquier otro tipo. Jesucristo es buen pagador.
Ahí está situada la vida de San Benito. Queda definida por esa actitud del que deja todo su mundo material, sus dominios humanos, y se entrega a la causa de Jesús.  Y hace de Europa su campo de misión, con el ansia de llevar hasta los hombres y mujeres ese reino de Dios que ha predicado Jesús.

Si queremos adentrarnos en entresijos mayores, que nos lleven a reflexionar sobre nosotros, nuestro modo de caminar hacia el reino, tendríamos que volvernos al principio de la pregunta de Simón Pedro. Él sabe lo que dice –dejaron todo por seguir a Cristo- pero habría que recorrer los datos evangélicos para ver que no lo habían dejado TODO. Habían dejado “el grueso”, lo material, lo familiar, su libertad de ir o venir, hacer o deshacer como “independientes”.  Pero aquellos hombres con sus fútiles discusiones de quién es el primer o el último…, o pretendiendo ocupar los primeros puestos…, o tan débiles en el Huerto…, ¿realmente lo habían dejado TODO?
La gran cuestión, que nos abarca a todos (sin que tengamos que dejar familia o campos) es hasta qué punto nos hemos dejado fuera el amor propio, el orgullo, el afán de ser “primeros”, el protagonismo, los celos de “lo nuestro”…  Si tuviéramos la clarividencia evangélica…, los ojos de Jesús, no cabe duda que eso del negarse a sí mismo, eso de tomar cada día la cruz propia, ese seguir a Jesús en lo pequeño y en lo grande, por el camino y la puerta estrecha, por esa autopista sin fin de las Bienaventuranzas…, y siendo capaces de hacer del evangelio UNA VERDAD SIN SORDINAS, que no podemos mermar con nuestras explicaciones.

Al final no es lo importante “qué dejamos” sino si nos hemos dejado a nosotros mismos. Ahí está el candado de la auténtica verdad. Y por desgracia le echamos la llave antes de entrar en esa verdad personal, con lo cual giramos periféricamente alrededor…  Lo que se suele decir: regar alrededor del tiesto.  Porque la planta está en el centro y ahí es donde hemos de apuntar para ir en línea de DEJARLO TODO…, que incluye ese fondo de uno mismo…  Y ese fondo, o somos capaces de ir buscándolo con seriedad, humildad, honradez…, o nos jugará las malas pasadas de no llegar nunca a acercarnos a ese TODO que Simón Pedro, un tanto exageradillo, defendió como su don completo.  ¡Inmenso y misericordioso Jesús, que no entró en ese detalle, porque el momento iba dirigido a otra cosa!  Pero que nos lo puede preguntar a cada uno con ese cariño exigente de quien quiere lo mejor para que vivamos el reino, y sabe que nos quedan pasos…, muchos pasos, para convertirnos y CREER EL EVANGELIO

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