lunes, 29 de julio de 2013

29 julio. Otra vez ÍDOLOS... Y Santa Marta

29 julio: Dos nuevas posibilidades
             Otro día con posibilidad de elección en las lecturas, aunque si se sigue la Instrucción del Misal Romano no hay duda que se prefiere seguir en la lectura continua. La otra posibilidad es el Evangelio que iría con la memoria de Santa Marta, esa mujer que aparece en dos evangelios como amiga del Señor.  Yo insistiré en las lecturas del lunes 17º. Y me detengo en la 1ª lectura que vuelve a tocar indirectamente el tema de los “ídolos”.  Se ha ido Moisés al Monte y allí pasa 40 días en la presencia de Dios, que le entrega las Tablas de los mandamientos. Pero hasta la cima del monte sube un clamor sospechoso. Y Moisés baja y se encuentra con que el pueblo aclama un becerro de oro como imagen de su Dios. Y digo “Dios” con mayúscula porque ni el pueblo ni Aarón han pretendido un ídolo, sino –dado que Moisés se retrasa- el pueblo necesita plasmar de alguna forma su adoración a Dios, al que le han prometido hace poco hacer todo lo que Él mande.
             Pero Dios había dicho expresamente que no se hicieran imágenes de Él. Sabe Dios muy bien que los humanos pasamos fácilmente de lo espiritual a lo material… Que empezamos por razones del espíritu y acabamos en sentimientos muy humanos.  Y que del ídolo (cualquier “cosa” o persona a la que de alguna forma prestamos una “veneración”) saltamos sutilmente a “endiosar”. De la representación se puede pasar sin sentir a un “becerro de oro” al que finalmente se “adora”. Y nunca se había pensado ni pretendido pero las transferencias afectivas se producen sin sentir. De una reliquia, de una “devoción”, de una “forma” de expresar una fe…, es facilísimo hacer la transferencia y que el objeto (“cosa” o persona) acabe convirtiéndose en el semi-dios que constituye el “ídolo” real y concreto de cada uno.  Hasta el evangelio se puede constituir en ídolo cuando queda sólo como libro piadoso, o se intenta buscar en él lo que agrada y va dejando uno lo que no agrada.  Al final, en cualquier caso, a Dios se le ha sustituido por “una representación”, y el alma no va derecha a Dios sino dando rodeos que hasta pueden no llegar a acabar en Él.  Fácil de comprobar cuando determinadas devociones no conducen en absoluto a lo esencial, y pueden “venerarse” otras formas externas, y prescindir totalmente de los Sacramentos, que son la respiración de la fe y de la Iglesia.
             Tenemos en la retina, con admiración y gozo, la gran concentración de Río, con más de 2 millones de jóvenes… alrededor del Papa. Yo digo siempre que espero a “mañana”. Porque si no, también puede constituirse ídolo engañoso ese boom de unos emocionantes días. Pero ¿cómo se traducirá eso cuando esos mismos jóvenes vuelvan a sus casas, sus universidades, sus discotecas, sus relaciones afectivas, su modo de encauzar una pareja hacia el matrimonio, el respeto esencial por la vida que debe ser concebida y debe nacer, por el sentido sagrado de la familia, las responsabilidades sociales, la vida cristiana "a a manera de Dios"…, etc.?
             El Reino de Dios, nos enseña Jesús, es algo que comienza de forma muy imperceptible.  Que cada joven de esos es –cuando ya está solo o en su grupo cristiano- una pequeña semilla... ¡Ahí debe haber algo que imante y que deje impacto para que vengan pájaros de todos los colores para anidar en esas ramas!
             Que cada uno, joven o mayor, tomemos profundamente en serio que la Iglesia no se hace de granes concentraciones –son convenientes como en las jornadas vividas- sino de puñados de levadura que se van metiendo insensiblemente en la masa y la hace fermentar.  Y en eso no estamos nadie exento. Todo fiel cristiano está llamado a manifestar a su alrededor la alegría de Jesús. Y el Reino de Dios será esa suave extensión, casi insensible, pero con una fuerza interna irresistible.  [Que bien que esto ya nos es un interrogante a cualquiera de nosotros].

             Marta nos pone hoy una nota de intimidad muy atrayente. Para Marta, Jesús no era sólo un personaje grande y líder religioso. Para Marta era un amigo de profunda confianza. Las intervenciones que nos narran dos evangelistas no son las que pueden venir de una piadosa contemplación, sino de un trato familiar, confiado, muy cercano… Jesús es EL AMIGO al que se le envía recado –sin necesidad de explicitar más- de que aquel amigo a quien Él ama –Lázaro- está enfermo.  Y como Jesús no ha acudido a tiempo, Marta expresará en semi-queja nacida de lo más íntimo, y en hondo sentimiento, que si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto.  Y traspasando los naturales límites de la confianza, llega a insinuarle el milagro…: Aun ahora sé que lo que pidas a Dios, Dios te lo concede.  Es una oración de plenísima y bella confianza.
             Y –a lo que iba todo ese relato- la respuesta de Jesús va más allá que lo que vaya a hacer ahora… Lo que este evangelio pretende dejar claro es que Jesús es la Resurrección y la Vida, y que así, quien cree en Él, aunque haya muerto, vivirá.  Sin expresar lo que va a hacer en aquella ocasión, sí está abriendo todo el horizonte hacia la esperanza del creyente, de todo creyente EN ÉL.

             Y Marta concluye en un acto de fe abandonada: Yo CREO que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.  Queda el resto para más adelante. Lo que se había pedido era la fe, y esa fe absoluta que brota de una amistad absoluta.

1 comentario:

  1. ¿Cuántas veces la religiosidad se limita a una imagen? por ejemplo en Semana Santa.
    ¡Que fácil es profesarse católico en un acto multitudinario con el Papa delante! parece mas difícil en la vida diaria y mas aun ante enemigos de la Iglesia.

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