miércoles, 3 de julio de 2013

3 julio_Santo Tomás, apóstol

3 Julio. SANTO TOMÁS, apóstol
La celebración de la fiesta de un apóstol lleva aparejado el cambio de Lecturas en la Misa. De ahí que el Evangelio de hoy venga a centrarse en el momento de la aparición de Jesús a Tomás, a los 8 días de la resurrección, porque Tomás no estuvo ese primer día en que Jesús vino a los apóstoles.
Tomás, a través del Evangelio, puede definirse por un personaje de mucha personalidad, que no solía ir al mismo paso que ellos, por la fuerza de su carácter y porque no se dejaba intimidar por los miedos que solían tener sus compañeros.
Por eso no estaba allí ese día en que todos se habían encerrado por temor a los judíos.  Al fin y al cabo ya se había ofrecido él –hacía poco- a ir con Jesús a Betania, y morir con Él.  Sabían todos que regresar a Betania era meterse en la boca del león. Pero Jesús toma la decisión de volver porque su amigo Lázaro lo necesita, y en efecto fue Tomás quien se ofrece –y exhorta a los compañeros- a ir con el Maestro aunque sea a la muerte.
Después, en la Pasión…, en el Huerto…, en la vía dolorosa o en el Calvario…, o estuvo, o no dio la cara… Indómito de carácter pero tan humano como los otros…; con sus fallas…, con eso tan difícil que es pasar del dicho al hecho.
Y cuando llegó la resurrección y todos estaban reunidos y encerrado, Tomás no aguantó más esa situación y se salió del cenáculo. Nadie sabe por qué, ni si fue en alguna dirección. Lo único que sabemos es que no estuvo al llegar Jesús ante el grupo, en aquella aparición memorable en la que Jesús se daba en daba en tal plenitud que trasfundía a sus Once todo el poder recibido del Padre.
Regresó Tomás y los compañeros salieron a su encuentro, pletóricos de gozo, porque hemos visto al Señor.  Y lo que fue ese gozoso saludo, se vino a trocar en jarro de agua helada con la reacción de Tomás: si no lo veo…, si no meto mis dedos en los agujeros de los clavos y no meto la mano en su costado, no creo.  Se quedaron todos de piedra. No dijo nadie nada, porque el Espíritu recibido los ponía en otra altura que la de una discusión, un disgusto, una respuesta hiriente…  Y optaron por callarse, meterse hacia adentro, y seguir cada uno en lo que estaba (aunque con su alma triste, por aquella situación dl compañero).  Tampoco Tomás habló. Una cierta conciencia profunda le decía a Tomás que se había pasado tres pueblos… Y el silencio –que es propio de gente madura- se impuso de forma espontánea, casi de reacción instintiva.  Callar era lo prudente. Así no se molestaba a nadie, ni de Tomás hacia los otros, ni de los otros hacia Tomás. ¡Que hubieran tenido “razones” para enfrentarse a la falta de respeto del compañero autosuficiente!  Pero SABER CALLAR, y SABER “NO GUARDAR” es lo propio del Espíritu Santo y la PAZ de Jesús!  [Lección más que difícil de aplicar, porque el orgullo es muy traicionero, y bajo capas de disimulo –que hieren precisamente más- vamos dejando atrás esas “coces” que muestren que “por aquí he pasado yo”.., y que “me quedo por encima”.  ¡Cuánto daño hace a una relación!  ¡Cómo distancia la persona que actúa como Tomás…! Por eso la gran lección de este hecho es el SILENCIO respetuoso de ambas partes, dejando al tiempo –y a la buena fe- que las cosas entren en sus cauces de personas educadas y de buen corazón].
No hubo palabras. Precisamente esa actitud de uno y otros fue ablandando a todos y las conversaciones se hicieron normales, dentro de ese respeto al “punto” que podría molestar.  Y así se metió el siguiente domingo, y en él vino a presentarse Jesús, en medio…, y con su inicial saludo “de ambiente”: PAZ A VOSOTROS.  Y cuando pasa el primer revuelo, propio de la sorpresa, un segundo –y profundo- PAZ A VOSOTROS.  [Pienso que en este momento Tomás querría borrar de raíz sus bravatas de hacía 8 días… Pero Jesús es médico que no sólo extiende “certificado de salud” sino que cauteriza la herida].
Jesús se puso ante Tomás, y sin dramatizar nada le llamó para que se acercara. Y simplemente le fue llevando a hacer todo lo que Tomás había “exigido” 8 días antes.  Y no sé cómo puedo hacer el “montaje”: por una parte Jesús va llevando la mano de Tomás… Por otra, Tomás ya no quiere nada de eso. Tomás ha bajado los ojos, entre lágrimas de emoción, porque lo que él está viendo ya no es a “Jesús”. En este instante, como en una Eucaristía, bajo “las especies sacramentales de Jesús de Nazaret, el crucificado y atravesado”, lo que Tomás está viendo y palpando es al SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO.  Y no para mientes en lo que ve con sus ojos o palpan sus manos.  Tomás está rendido ante SU DIOS Y SEÑOR, ante el Resucitado, que es realmente lo que ahora queda y para siempre.
Jesús lo deja esculpido en una expresión, que nos llega consoladora para nosotros: Dichosos los que creen sin haber visto.  Incluía al propio Tomás que HA CREÍDO mucho más allá de lo que palpaba y veía. Nos abarca a todos. Nos sitúa en ese sublime instante en que los ojos de la fe son capaces de que –situados ante la Hostia consagrada-, ya no vemos pan… SE HA PUESTO DELANTE UNA VISIÓN MUCHO MÁS CLARA, FUERTE Y EXPERIMENTADA en el fondo del alma… Y pronunciamos en ese instante en que el Sacerdote nos muestra las Sagradas Especies, la misma palabra (palabra insuperable) de Tomás:  ¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!

Ana Mari Bartolomé ha tenido primeras reacciones conscientes de ojos abiertos, reconocimiento, emociones expresadas, escucha y entender, hablar alguna cosita en voz tenue… Juntamente con fácil paso a quedarse dormida. Son pasos entre la esperanza y la incógnita.  Seguimos pidiendo y extendiendo nuestras peticiones hacia otras personas que pueden aumentar el caudal de súplica al Señor.

1 comentario:

  1. Me pregunto si la persona que SABE DUDAR es
    aquella que se pone en lugar de la otra
    persona ; que es comprensiva ; que mira el
    lado positivo ;que quita hierro a todo ;que
    disculpa ;todo lo excusa ;en definitiva
    todo lo perdona .

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!