sábado, 20 de julio de 2013

20 julio. Venganzas y serenedad

20 julio.- Venganzas y serenidad
El evangelio de ayer constituía una humillación para los fariseos que, habían pretendido atacar a Jesús con “las leyes”, y se habían visto “tocados” cuando Jesús les desmonta tanta fuerza de la “ley”, y nada menos que desde la figura misma de David.  Quedaban sin resuello.  Pero no sin la fuerza de reacción vengativa que es propia del soberbio herido en su amor propio. Por algún sitio tenían que salir para sacar la cabeza victoriosos.  Estaba visto que no lo conseguían por vía de palabras, y no tenían empaño en pasar a los hechos: planearon el modo de acabar con Jesús.
Es lo típico de la soberbia, de la sinrazón.  No hay razones, no valen las propias razones. No pueden sostener la fuerza de las argumentaciones de Jesús, y la solución para ellos es acabar con Jesús.  Muerto el perro se acaba la rabia. Se acaban las discusiones con Jesús, se acaba quedar siempre mal ante las gentes, e acaba ese enemigo vivo de las influencias y beneficios que les reportaba a los fariseos ser ellos los mentores del pueblo.
Jesús no es belicoso.  Trae espadas pero nunca para obligar a otros a “ponerse en guardia”.  Es él mismo el que usa la espada de la paz, y se quita de en medio. Se retira de allí. Lo curioso es que las gentes se van con Él, y que Él sigue su obra curando a todos, a la vez que les pide que no lo delaten par que los fariseos no lo descubran.  Ya dirá en una ocasión que son doce las horas del día y que Él trabaja en ellas mientras es de día…, un juego de palabras porque tras las horas del día, de la vida, de su acción liberadora mesiánica, sucederán horas de la noche,  horas del poder de las tinieblas, que van a encarnar precisamente las castas dirigentes.  Quería Jesús la paz, pero de hecho “puso la espada” en esa batida con las fuerzas de la tiniebla. Y cierto es que aparecerá un día enarbolando el estandarte de la PAZ, como signo distintivo y eterno suyo. ¡Pero hasta llegar ahí…!
Se regodea el evangelista recordando al Profeta Isaías, que describía al futuro Mesías –cuando viniere como el amado, fiel a Dios, en el que Dios ha puesto su espíritu para que anuncie a las naciones lo que es recto. Eso es, por regla general, una ocasión de guerra porque siempre están los envidiosos, los nostálgicos, los recalcitrantes, los monolíticos…, los paladines del “siempre se ha hecho así”.  Todos esos, en el fondo, no están defendiendo LO RECTO sino lo interesado.  Y sería perder pie en su “dominio”, en sus influencias, si alguien viene con una novedad.  Cristo traía la gran novedad de la verdad, de la superación, de la gran libertad del alma, de la VERDAD que sobresale sobre las interesadas “verdades” de otros. Y Jesús lo hace sin violentar nada. Pero con la fuerza de la verdad de Dios.
Jesús no voceará, no acabará de romper la caña que ya viene cascada; no gritará, no porfiará, no apagará el pabilo que está para extinguirse…  Jesús, con la misma fuerza y el mismo principio motor con que se enfrenta a los fariseos, con esa fuerza dinámica busca ayudar a hallar la verdad de Dios, la verdad que el Mesías viene a traer, y que es nada menos que reino de Dios,  Para eso no trata de romper ni de apagar… Se trata de aprovechar lo que hay y con eso, y la búsqueda de LO QUE ES RECTO, se desemboca en el Reinado de Dios, que es reinado de justicia y de paz, de bondad y de gracia…
Llega Jesús a ese lugar apartado, secreto…, y allí cura enfermedades. Es bucólico ver a Jesús tan apartado de las espadas en alto que tienen levantadas los fariseos. Pero uno tiene que pensar que todo eso no se hace como quien no hace nada… A Jesús le toca ahora hacer de fugitivo… Y su espada está patente allí:  se ha dividido el mundo ante Jesús: unos, pretendiendo acabar con Él…; al otro lado como tajo de la misma espada que divide –o ante la que nos dividimos-, las gentes que siguen esperando las curaciones y enseñanzas de Jesús.  Por medio, un Jesús huido para no romper la caña cascada. Esa casi dicotomía que nos hace pensar que la vida cristiana no es una suavidad que viene sola, y que, por tanto, hay que entrar en lucha, en cesión de sí mismo…:  hay que negarse a sí mismo…, hay que perder la vida para poder ganarla…, hay que fajarse con la propio cruz sin pretender orillarla… Es un hecho que lo que hoy se orilla para escaparse de la complicación y la exigencia, reaparece al poco con más fuerza.
Jesús no se resigna a dejar ese mundo tan desprovisto de Él mismo. Debe encontrar demasiados vacíos… Y regresa una y otra vez, espada en alto y en son de paz, para hacernos más sinceros en la experiencia de nuestra fe, más honrados en CREER lo que decimos creer, más comprometidos con un evangelio en el que se dan por igual las escenas gozosas de milagros de Jesús, y la lucha abierta, la puerta estrecha, por la que sde nos llama a transitar.
A mis queridos blogistas:
Hoy acaba un período de mi momento presente:
operado de corazón el 10 de junio,
 me viene a los 7 días a una Casa Enfermería en donde poder tener las atenciones necesarias y ayudas físicas indispensables.
Hoy, al cabo de 33 días, me reincorporo a mi Comunidad del Sagrado Corazón, con el deseo y necesidad de recuperar aquellas labores que pueda llevar, 
sin grandes esfuerzos físicos.

Los hay en abundancia, y hay que empezarlas a retomarlos    

4 comentarios:

  1. Ana Ciudad1:33 p. m.

    Me alegro muchísimo que ya esté en su casa, recuperado.Ana

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  2. José Antonio6:37 p. m.

    Me uno a la alegría por su vuelta a la "normalidad". Gracias por seguir regalándonos su publicación diaria durante todos estos días de convalecencia.

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  3. Es una alegría saber que ya está usted en la brecha.Hemos rezado mucho por su salud.Gracias por su labor, que tanto nos ilumina, en este blog.

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  4. ¿de donde saca toda esa fortaleza ?ya se lo que pasa con usted y lo que
    pasa es que es usted un Santo.

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