lunes, 22 de julio de 2013

22 julio:: Riquezas de la Palabra

22 julio. Dos caminos
             Hoy caben dos caminos en el comentario de la liturgia eucarística. De una parte está la posibilidad de la lectura continuada, la que corresponde a este lunes, y de otra, la celebración de Santa María Magdalena.
             La riqueza de la lectura continuada es que mantiene –por decirlo así- un argumento, el que se propuso el evangelista al seguir el orden y forma que ha seguido.  Y estamos ante una secuencia en la que los fariseos y doctores copan la atención de San Mateo. Aunque Jesús se había retirado y había puesto tierra por medio ante aquellos fariseos que estaban dispuestos a quitarlo de en medio (a falta de razones, entraba en juego la violencia), de nuevo aparecen ellos, aunque vengan en aparente son de paz, pero pidiendo “pruebas” a Jesús. ¿Y qué prueba?  ¡Un milagro tuyo!
             Jesús sintió en su alma la indignación más fuerte. ¿Qué es lo que hasta ahora había derrochado a derecha e izquierda? ¿Por qué se le perseguía y acusaba sino por sus mismos milagros, mirados bajo la lupa de las leyes farisaicas?  Y exclamó con expresión dura (que aquí tiene su razón de ser, y no en alguna interpolación de algún copista en otro momento de los evangelios): “Esta generación perversa y adúltera exige una señal. ¡Pues no se le dará otra que la de Jonás!”. [=La propia resurrección de Jesús, cuando las pasiones humanas lo hayan privado de la tierra de los vivos].
             “Generación perversa o pervertida” por la soberbia humana y los intereses humanos de los mentores religiosos judíos.  “Adúltera”, porque una generación que Dios había hecho suya, con la que había establecido amor de “Esposo”, con exclusividad y totalidad, se había “casado” con los falsos dioses de sus ventajismos, sus mesianismos humanos nacionalistas. Y porque todo eso recae en un rechazo a Jesús.  Pues si la reina del sur (vuelve Jesús a poner de ejemplo a los paganos) se vino a visitar a Salomón, admirada por la sabiduría de Salomón…, o Nínive se convirtió por la predicación de Jonás, aquí hay uno que es más que Jonás y más que Salomón.  Zanjaba, pues, Jesús la cuestión, y les negaba a aquellos fariseos y doctores esa señal que pedían… ¡Ya tenían muchas señales y las había despreciado y aun atacado!  Y Jesús no entra en ese juego. Acaba Jesús remitiéndose a lo que es la gran señal de la fe: SU RESURRECCIÓN.

             Precisamente tenemos hoy escenario de resurrección en la memoria litúrgica de San María Magdalena.  Ella sirve de milagro…, el que a los fariseos pueden mirar, porque se inició en la casa de uno de ellos. María Magdalena era una mujer pecadora, a la que se le conocía así en toda la ciudad. Un día pasó algo que revolvió la conciencia de aquella mujer. ¿Vio actuar a Jesús? ¿Vio alguno de esos milagros que para los fariseos no valían?  El hecho es que aquella mujer de la vida sintió dentro de sí ese “calambre” que mueve a cambio de vida, y ella arrostró la humillación, superó los respetos humanos, hasta las miradas de asco y repulsa que podría recibir.  Pero María se presentó en medio de un banquete que un fariseo daba a Jesús, y allí dio las muestras de su arrepentimiento y de su cambio intenso de alma…
             No la entendieron los fariseos, que estaban indignados (y a la vez muy críticos con Jesús). Sí la entendió Jesús, que supo descubrir el gran valor de aquella mujer, que venía a mostrar si dolor y su conversión.  Jesús supo que allí, como consecuencia de la acogida y el perdón que Él otorgaba (y que se manifestaba en el hecho de que no la rechazaba), surgía un volcán de amor agradecido… Se le había perdonado mucho y ella correspondía con agradecido amor de mujer perdonada y acogida.
             María Magdalena ya no supo vivir sino al servicio de Jesús. María se destacó de la mayoría de otras personas, en que ella permaneció en su misma actitud cuando llegaron los días de la persecución y de ser abandonado Jesús aun de sus mismos amigos y apóstoles.  Ella se apegó a la cruz del que le había perdonado. Ella quedó terriblemente huérfana cuando murió ajusticiado el gran valedor del cambio de su misma vida. Ella acompañó e intervino en la sepultura.  Y ella no pudo dormir el Gran Sábado, porque para ella no había fiesta cuando habían matado a su Señor.
             Lo buscó de madrugada en el sepulcro, con ánimo de dejar mejor preparado el cadáver del Amigo.  Y ella fue mensajera, primero de desgracia, y luego de profundo gozo…, porque creyó perder el juicio al creer que se habían llevado el cuerpo del Señor y no sabía dónde lo habían puesto, y bien podemos decir que perdió del todo el juicio cuando Jesús se le presentó y acabó reconociéndolo, y aferrándose a sus pies… Aquellos pies en los que había comenzado su nueva vida, llorando sobre ellos, y que ahora de nuevo los tenía cogidos…,y sobre los que también lloraba, pero con un llanto de gozo y de triunfo: Su Señor vive y le hace mensajera de alegría ante los mismos apóstoles.

             En efecto estamos en el exacto punto para la señal del cielo que Jesús había dado a los que le pedían “ver un milagro tuyo”. Él los remitió a esta hora y momento de la “señal” de Jonás…, el que fue tragado por el cetáceo y devuelto a la existencia a los tres días.  Jesús, devorado por los odios religiosos, resucitó con el poder de Dios… En efecto: aquí hay uno que es más que Jonás.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad11:39 a. m.

    Celebramos el día de Santa María Magdalena,la mujer pecadora,a quién se le perdonó mucho,porque amó mucho.Por su perseverancia en buscar a Jesús recibió el don de ser la primera persona a la que Jesús se apereció y de llevar el mensaje para los Apóstoles,a quienes llama con el apelativo entrañable de "hermanos" y de anunciar la resurrección del Señor ¡HE VISTO AL SEÑOR!.
    Ya que a ella,antes que a nadie,le confió la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual,le pedimos nosw conceda a nosotros la alegría de anunciar siempre a CRISTO RESUCITADO
    y verle un día glorioso en el reino de los cielos.

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