lunes, 19 de noviembre de 2012

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EL AMOR PRIMERO
          Entramos hoy en el difícil libro del Apocalipsis. La revelación de corte profético (y por consiguiente repleta de simbolismos que no se pueden entender sin un comentario de estudiosos a la mano), que San Juan recibió en la isla de Patmos.  Se la ha entregado Dios, enviando esa señal –siempre misteriosa- de un ángel.  La liturgia la recorre a grandes saltos. Y hoy da ya el primero, al pasar de la presentación hasta el tema de las 7 iglesias, que va a ir desarrollando. Hoy va sobre la iglesia (llamemos “diócesis” de Éfeso. “El ángel” de esa iglesia es su Obispo.  A él le alaba muchas buenas cualidades. Y eso permanece en pie y como frontispicio.  No obstante hay un fallo en aquel Obispo: que ha perdido el amor primero.  Un expresión que puede tener muy largo recorrido si somos capaces de leer más allá de aquel momento y de aquella persona.  Porque el fallo es haber perdido el amor primero.  Y eso vale para unos esposos, para unos profesionales, para unos Religiosos y Religiosas, para un estudiante, para un ciudadano, para un joven y un mayor, para un fiel cristiano.  Por decirlo así: No somos malos, pero no somos buenos. No estamos errados pero dejamos perder ilusión y sentido de la vida. Y ese es el falo que Juan le pone delante al obispo de Éfeso.
             Vayámonos al Evangelio de hoy.  Un ciego pide limosna, como único medio de vida. Oye un tropel de gente y pregunta qué es aquello.  Como si la cosa no tuviera más que explicar, le dicen que va por allí Jesús Nazareno. Para las gentes eso podía significar “el predicador”, el “hombre misterioso”, “el hombre” de los hechos prodigiosos o de las palabras nuevas.  Para el ciego hay una traducción que le toca de lleno: es el Hijo de David…, es el Mesías…, es el que viene a dar vista a los ciegos… Y lo que para el vulgo era “una novedad” para el ciego es una posibilidad de solución. Y entonces grita llamando a ese Jesús.  Un estorbo para la gente que se siente dulcemente tranquila yendo donde va Jesús, y ahora intenta que el ciego se calle porque les molesta.  Al ciego le trae sin cuidado lo que dice la gente (con” “la gente” poco hay que contar, porque siempre es “vulgo” y a cada uno se le ocurre lo suyo).  Y grita más fuerte hasta que los gritos llegan a Jesús, que se detiene, mira y lo manda llamar.  TY ahora llega el ciego, con toda la ilusión estrenada, y se encuentra con una pregunta que no espera. Jesús le interroga: Qué quieres que haga por ti.  Al ciego le parecería superflua la pregunta.  A Jesús le es necesaria la respuesta.  Porque aquel mendigo ¿quiere una limosna? ¿Aquel ciego acude al “Mesías que da vista”, aquel ciego mantiene la esperanza o al cabo de los años sólo espera tirar de la vida?  Pero el ciego sabe muy bien que su mayor necesidad es volver a ver…, su vista primera
             Esa respuesta es la que esperaba y deseaba Jesús. Y entonces, Jesús se apoya en esa fe primera, la fe que no ha sufrido menoscabo con la contrariedad de la vida.  Y dice el ciego: Tu fe te ha salvado. RECOBRA LA VISTA.

             Hoy he pensado mucho en los aburridos, los cansados, los  desesperanzados, los nostálgicos, los negativistas que ven siempre la media botella vacía, o su corazón no llega a sobrepasar las gafas negras de la vida.
             He pensado en los peleados con la Iglesia, en los cansados de la vida, en los que ya dan por hecho que nada tienen que hacer, en los “realistas” que guardan su realismo para las experiencias tristes, a los que ya han llegado a “tirar de la vida” más que a vivirla, a los que amanecen como pájaros de mal agüero…
             Y admito que motivos tenemos en las situaciones que vivimos y en los golpes recibidos, etc., para ver el mundo, y nuestra propia vida personal,  a través de las gafas negras de “la experiencia”.  Pero también se me viene que el ciego vio porque tuvo fe y no desesperó…, y porque lo que Juan le está diciendo a aquel Obispo es que tiene que volver al amor primero.  Y habrá que matizar que no es lo mismo la fogosidad de un primer amor que la madurez de un amor con bases reales y experiencias concretas vividas. Pero el tema es EL AMOR EN SÍ, la capacidad para ESTRENAR AMOR, y quizás la capacidad de uno mismo para reciclar su vida sobre los vidrios usados y desgastados.
             Motivos para el desánimo, la desesperanza, tirarse al suelo para llorar la desgracia…, existen.  Y levantarse con esperanza y ánimo y deseos de volverá empezar, también.  Esa seguridad del YO PUEDO… Esa convicción de que YO VALGO M´`AS QUE TODAS LAS CIRCUNSTANCIAS QUE ME RODEAN.  Y hasta –desvariando (no estuvo mal que Pablo presumiera alguna vez- , con plena conciencia de que yo valgo más que todos los que me ponen chinitas en el camino, con sus celos, envidias y críticas bajeras.
             ¿Qué la historia de la Iglesia pone al descubierto muchos defectos? Ni dudarlo.  ¿Qué tiene una historia de heroísmos y santidades? También evidente.  ¿Qué la Iglesia de Jesucristo sigue buscando ser limpia y sin mancha?  ¡Evidente!..., aun a pesar de los defectos de los de arriba y de los de abajo.  Pero Jesucristo está ahí, y nos está llamando al amor primero. Y si llegamos al punto de ir hacia ese amor primero cada una de las personas, de los estamentos, de los consagrados, de los fieles, de los jóvenes y de los mayores…, estaremos en ese camino del ciego que grita y grita, y acaba –EN SU GRAN FE- viendo de nuevo la luz.  Claro que esto no se improvisa.  Es un desafío que nos pone la vida.

5 comentarios:

  1. José Antonio1:24 p. m.

    Rumiando sobre el evangelio del ciego de Jericó, me llama la atención como ese hombre no desiste en su llamada al Señor (a pesar de las trabas e inconvenientes para ser escuchado, que no oido), es un continuo insistir y Jesús, por esa insistencia se "ofrece" a él. Ojalá, nuestra vida sea una vida de acercamiento a Jesús, un acercamiento que nos lleve a Su presencia, un acercamiento que nos dé luz, una luz que guía y orienta la Vida, una Vida de esperanza y que camina por la senda recta del Evangelio, y Dios quiera que podamos oir de Sus labios que nuestra fe, no ha salvado.

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  2. Ana Ciudad2:44 p. m.

    Bartimeo es imagen "de quien desconoce la claridad de la luz eterna",pues en ocasiones el alma puede sufrir momentos de ceguera y oscuridad El camino despejado que vislumbró un día se puede tornar desdibujado, y menos claro,y lo que antes era luz y alegría ahora son tinieblas,y la tristeza pesa sobre
    el corazón.
    ¿Qüé hacer en esta situación? Tomar ejemplo del ciego:"gritar mucho más".Acudir al SEÑOR,con una oración más intensa cuanto mayores sean los obstáculos,Él siempre está a nuestro lado dispuesto a hacer grandes milagros.
    Puntos para reflexionar sobre el salmo de hoy.
    "Seriedad en las cosas.El sí dado a Dios hay que llevarlo hasta las últimas consecuencias.El sí ha de ser total:no se puede servir a Dios a medias.
    "El estudio de la Ley",es decir de la Sda.Escritura,y muy especialmente de la vida y las enseñanzas de Cristo.Resulta doloroso el ver que los cristianos estudien tan poco las Sagradas Escrituras.
    Cristo es el Justo,y hemos de aprender de Él a poner la voluntad de Dios por encima de todo"Padre no se haga mi voluntad,sino la tuya.
    La entrega del corazón a medias es fuente de intranquilidad.La entrega total y sincera es fuente de alegría.Este es el camino para ser dichoso.

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  3. José Andrés4:16 p. m.

    Gracias, Padre, por su comentario a las lecturas de la Palabra de hoy. Creo que pone el dedo en la llaga. Yo lo he copiado aparte para leerlo con cierta frecuencia y no olvidar "el amor primero" en todas su vertientes.

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  4. Ana María8:42 p. m.

    Me ha llamado la atención, la confinza del Ciego en Jesús y cómo sabía tocarle el Corazón. La primera llamada a Jesús es gritarle: "Jesús, Hijo de David, TEN COMPASIÓN DE MÍ..." - LA 2ª vez, insiste: "Hijo de David, TEN COMPASIÓN DE MÍ..." Su FE "ciega" en Jesús, le arranca el Milagro... Es fácil repetir esas palabras en nuestra oración. ¿Quién no tiene necesidad de SU COMPASIÓN...?

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  5. Yo le pido a Jesús que vea ,estoy ciega no veo la providencia
    en mi vida presente ,tendré que hacer memoria como los judios
    cuando recordaban la salida de Egipto .

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