lunes, 26 de noviembre de 2012

SENCILLEZ


JUEVES 29
A LAS 8 DE LA TARDE, 
PRESENTACIÓN DEL LIBRO
¿QUIÉN ES ESTE?
Del P. Manuel Cantero S.I.
Hará la presentación del autor D. Antonio Cava Morilla

UN DÍA PARA LA SENCILLEZ
          Así  se me ocurre al ver las lecturas de hoy en este lunes de la semana final del año litúrgico.
             SENCILLEZ, casi inusitada, en el Apocalipsis (14, 1,  3,  4-5) porque nos hace una narración que –dentro del género del libro- es comprensible a simple lectura:  EL CORDERO, Cristo resucitado triunfador, de pie en el monte Sión (es el que prevalece y está en posición de Señor), rodeado del mundo de los incontables elegidos y salvados, los 24 ancianos (que es casi decir lo mismo), y el estruendo que baja del Cielo como cataratas del agua del mar. O sea: notorio, bien audible, expresando todo el ejército de ángeles que tocan sus arpas y cantan ese canto que sólo pueden cantar ellos y los que están con Cristo.  Canto de felicidad, de gozo sin fin, de eternidad dichosa.

             SENCILLEZ  llamativa en la viuda del Evangelio, que es capaz de atraer la mirada y la admiración de Jesús porque aunque lo que da es materialmente mínimo, un centavo, en el concreto de esa mujer es el TODO, porque dio todo lo que ese día tenía para vivir.  Había grandes señores, notables aspavientos de ricachones muy pagados de sí mismos, con sus buenas limosnas substanciosas.  Pero eso les sobraba…  Tenían mucho más de lo que daban.  Y a Jesús no se le movió un gesto ante aquellos dones.  Pero se conmovió ante la monedita de la viuda que se le perdía entre los dedos… Pero que era más grande que nada porque era como su alma.

SENCILLEZ en el santo jesuita que hoy celebramos: San Juan Berchmans, al que bien podríamos llamar el santo de la vida cotidiana. No fue un mártir, no hizo milagros, no era un hombre destacado por sí mismo, ni brillante.  Pero hizo de lo diario el medio de dar a Dios “su monedita”…
            
             Se está hablando de a NUEVA EVANGELIZACIÓN.
             Yo quisiera saber que estamos entendiendo.
             Posiblemente, más insistir en el Evangelio.  Y eso es verdad.
             Podríamos preguntar cuántas veces nos hemos confesado con el Evangelio en la mano, de no estar viviendo…, incluso soslayando, actitudes y llamadas de Cristo en el Evangelio…  Y eso tan en concreto…, y tan abarcando en concreto una salida hacia adelante…, que en vez de escaquearnos con nuestras escapatorias consabidas, lleguemos a la conclusión de que somos nosotros los primeros que tenemos que evangelizarnos.  Que no tengamos las salidas tan repetidas:
-          Está muy bien todo esto del Evangelio…, pero
-          ¿Qué vamos ya a cambiar a nuestra edad?
-          En Evangelio es muy fuerte…, muy difícil…
-          Esto no está hecho para nosotros…

¿Hasta cuándo va a ser “metro patrón” las obligaciones que cumplimos, las normas que fallamos y los “propósitos de “ser mejores” (pero manteniendo siempre los odres viejos, que son nuestro agarradero de seguridad.
     ¿Hasta cuándo vamos a pensar que es el otro quien tiene que cambiar…, mientras yo me quedo en mi sitio, sin moverme de él y sin dejar que me muevan?
     ¿Hasta cuándo voy a no sentirme aludido personalmente yo por esa Palabra y esa PRESENCIA de Jesús en mí?

La NUEVA EVANGELIZACIÓN esta implicando todo esto…, y mucho más, o estamos tocando el bombo.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad3:35 p. m.

    Cuenta una antigua leyenda oriental que todo aquel que se encontrara con el rey,estaba obligado a ofrecerle un presente.Un día un pobre campesino se encontró con el monarca,Y como no tenía cosa alguna que ofrecerle,tomó un poco de agua en el hueco de la mano y ofreció al soberano aquel sencillísimo obsequio Al rey le agradó mucho la buena voluntad de aquel súbdito,y mandó(pues era un hombre espléndido)que le diesen en recompensa una escudilla llena de monedas de oro.
    El SEÑOR más generoso que todos los reyes de la tierra,prometió el ciento por uno en esta vida y luego la vida eterna.Los que siguen a Jesús con generosidad obtienen aquí en la tierra,un gozo y una alegría que superan con mucho las alegrías y consuelos humanos.Esta alegría es un anticipo del Cielo. El tenerle cerca es la mayor retribución.

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  2. José Antonio9:00 p. m.

    A veces, nuestras obras van encaminadas más para los ojos humanos que los de Dios. Esa viuda, con su gesto, con su darse, ATRAE la mirada amorosa de Jesús. Una mujer sencilla, que da TODO lo que tiene y en ese dar, se da a sí misma, un darse desde la pequeñez a todo un Dios omnipotente.
    Jesús no es insensible a quien se da, para El, el valor no es cuantitativo, sino que el valor de nuestros hechos es valorado desde la generosidad del corazón. Que nuestras obras, desde el silencio, desde la humildad y generosidad, "atraigan" su mirada. Seguro que no hay mejor recompensa.

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