viernes, 23 de noviembre de 2012

A la letra, a la letra, a la letra...


”NUEVA EVANGELIZACIÓN”
          Otro slogan, que tiene en sí un inmenso contenido, pero que se desgasta de usarlo.  ¡Y mira que es actual, urgente, incluso explosivo. Porque quiere decir que el Evangelio se nos ha quedado tan en los pies (¿o bajo los pies…, casi pisoteado!), que o empezamos prácticamente de cero o esto no tiene luz.  Un autor ha dicho incluso que es la propia Iglesia la que tiene que evangelizarse nuevamente.  Y para los sesgados que siempre que leen “Iglesia” no piensan más que en “jerarquías”, advierto con toda fuerza que ellos, nosotros, tú, yo, el último de la fila y el primero, somos la IGLESIA. Y ¡el que esté sin pecado, que tire la primera piedra!
             ¿Cuál es hoy el mensaje del Apocalipsis? [10, 8-9].  Pues precisamente ese.  Cuando el vidente del Apocalipsis ve un librito a la derecha del ángel que está en lo más alto, va a pedirle el librito.  Y se lo dan, pero con dos encargos: cógelo y cómetelo.  Y se le advierte que le será dulce al paladar (=comerlo) pero le causará ardor en el estómago (=aceptarlo y digerirlo).
             En efecto, Juan toma el librito y era el paladar dulce como la miel. [Y ya me estoy viendo a mí mismo en mi gozoso amanecer con esa ilusión diaria de tomar el Evangelio, meditarlo, enamorarme de él, sentir la miel de sus dulzuras…, y pretender quedarme ahí…, porque hasta ahí nada me compromete].  Luego, Juan siente que le arde el estómago… Que el librito es muy dulce pero que tragar y digerir lo que dice es difícil, exige, llega a molestar…, todos tenemos la tentación de tomarnos “el antiácido” para suavizar el “ardor”…, poner paliativos que pretenden que el evangelio diga lo que me gusta, e ir teniendo esas escapatorias para que nos quedemos tan tranquilos y con “la nuestra”…, ¡pero ya hemos gustado la dulzura…! [Si digo que “me indigno” voy a decir que me indigno contra mí mismo, el primero de todos].  Indigna el filtro que hemos aprendido a poner “los buenos” para quedarnos en ese alimento vomitivo de “gustarnos” el Evangelio y estar soslayándolo a cada instante, siendo escándalo para quienes nos ven tan inconsecuentes… [pero, ¡ojo!, no sea que se escandalicen los mismos que escandalizan].  Por eso el librito produce tanto ardor en el estómago.  ¡Y gracias a Dios que lo produce!  Lo malo, lo penoso, es que no lo produzca. Porque es la clara señal de quien chupa la miel…, pero no traga hacia adentro…  “Gusta” lo dulce y escupe el núcleo.
             Por eso, si esto de “NUEVA EVANGELIZACIÓN” supusiera un acto de profunda honradez personal para hacer posible que el Evangelio se tome en serio, ¡que me afecta directamente a mí, y me está llamando a ser yo el que haga BUENA NUEVA en mi alma, valdría –y me gustaría, el slogan.  Si no, sigo en mis rechazos a las palabras…
             Y no queda lejos el Evangelio  de hoy.  Allí estaban aquellos jefes religiosos, los “santones cumplidores”, los que se veían “ángeles custodios” de la ley de Dios, los intocables…, los que quitarían de en medio a Jesús o a quien se pusiera por delante de ellos…   Y Jesús les pone ante los ojos las expresión bíblica: Mi casa es Casa de oración, pero la habéis convertido en “cueva de bandidos” [otra expresión bíblica],  ¿Por qué, precisamente esa expresión?  Porque de la oración a la realidad hay tal distancia que le está robando a Dios su propia Palabra.  Dios ha pretendido una cosa, y ellos la están usando a su conveniencia y antojo. Dios está quedando al margen, aunque ellos pretendan estar allí en nombre de Dios y responsables del nombre de Dios.
             ¿Y nos resulta raro o extraño o exagerado esa palabra escogida por Jesús de en medio de toda la Escritura Santa? Comprendo que sí. Queremos hacer un Jesús tan dulce al paladar, que siempre buscamos evitar “tragarnos” “el librito”.  Si podemos quedarnos en “buenecitos”, dulcemente buenecitos, ¿por qué complicaros la existencia?  Ya dijo Pablo VI, casi al comienzo de su pontificado que no admitimos que la fe nos saque de nuestras casillas.  Por eso es por lo que urge una nueva evangelización, pero no como quien la espeta hacia afuera como arma arrojadiza, sino para que sea el momento de que YO ME TENGO QUE VOLVER COMO UN CALCETÍN, porque yo soy el primero que predico y no doy trigo.  [Y sálgase de este naufragio quien pueda.  Es fácil…: seguimos con el librito en la boca pero evitamos tragarlo.  Y ya está conseguido el híbrido].

             Ahora queda en el horizonte la posibilidad, la ilusión, la toma de postura en sinceridad.  Y la decisión firme y honrada de TRAGARNOS EL LIBRITO.  Aunque eso hay que concretar cómo, cuánto, cuándo… “Las comidas a su tiempo, y cada plato a en su orden… Pero TRAGANDO”.  Que si yo ayer advertía de posibilidades de “desorden”, hoy tengo que decir que esta Palabra de hoy viene a corroborarlo.

3 comentarios:

  1. El título que he utilizado es el que escuchó Francisco de Asís cuando oyó unas palabras del Evangelio. Y él experimentó dentro la llamada de Jesús que le decía: "a la letra, a la letra, a la letra...; sin glosa, sin glosa, sin glosa"

    ResponderEliminar
  2. Ana Ciudad3:46 p. m.

    "Mi casa será casa de oración"¡Qué claridad tiene la axpresión que deigna el templo como casa de Dios".Como tal hemos de tenerla
    A ella hemos de acudir con amor,con alegría,y también con respeto,como conviene al lugar donde está´!esperándonos¡,el mismo Dios.

    ResponderEliminar
  3. José Antonio5:10 p. m.

    Es cierto, que en no pocas ocasiones, la "interpretación" que damos al Evangelio es la que se adapta (o interesadamente adaptamos) a nuestra traquilidad de conciencia, una interpretación que NO compromete, que no inquieta. Nos quedamos con la belleza de las palabras de Jesús, con la delicadeza de sus gestos y actitudes..., pero que en nada compromete nuestras vidas.
    Personalmente, desde la humildad, pido al Señor que Su Palabra me transforme, me comprometa, y genere desasosiego (sano) en mí, es decir, el deseo y anhelo de vivir plenamente acorde al Evangelio y ello, "a tiempo total", es decir en todos los ámbitos de mi vida y sin parcelar ese compromiso a momentos determinados.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!