sábado, 17 de noviembre de 2012

Cuestiones que pensar


IGLESIA SIEMPRE HUMANA
          Puede comenzarse alabando a Dios porque instituyó una Iglesia que prevalece contra todas las bajezas humanas, porque es IGLESIA DE JESUCRISTO, Iglesia de Dios. Y al mismo tiempo –y sin que elo impida nada- con tantas realidades humanas. Que no son sólo las que hoy vemos, las que hoy escandalizan a muchos, y que sin embargo –y por encima de ello- sigue llevándola Dios en la palma de su mano. Con persecuciones (que ya eso lo dejó muy claro Jesús), y con inmensos focos brillantes que iluminan las tinieblas que siempre son posibles donde hay una mano humana.
             San Juan dirige su 3ª cara a Gayo, un cristiano fiel, de cuerpo entero. A él lo alaba Juan por su plena lealtad, y porque ha aceptado a unos misioneros que el apóstol y evangelista ha enviado a aquella iglesia, que tenía la dificultad de su obispo Diotrefes, que dificultaba la labor de Juan. Seguramente esos celos infantiles que son tan fáciles en las personas religiosas que de puro celosas, fallan a la visión amplia del Reino de Dios. A Gayo, como cristiano plenamente comprometido, le encarga Juan proveer a esos misioneros que se han dado a la predicación del evangelio con todo desprendimiento y sin aceptar dádivas de los paganos.
             ¿Y por qué ese detalle es alabado por Juan?  Porque quien recibe una dádiva queda comprometido. Porque una dádiva que se recibe está presuponiendo una correspondencia.  Por tanto una falta de libertad en el apóstol (como lo sería en el juez, en el político, en el abogado, en una empresa…)  Precisamente por eso los misioneros quieren vivir la libertad de hijos de Dios y no aceptan nada de los paganos.
             ¡Cuánto cuidado tenemos que tener los pastores de impedir el “atrape” de nuestros buenos servidores, que acaban sintiéndose –luego- dueños de la situación, con “derechos adquiridos” que ¡ay de quien se los pretende mermar!  Porque es muy cierto que la Iglesia peca fuertemente de clericalismo, como si el clero tuviera patente de corso para mandar, prohibir, tomar toda iniciativa e impedir otras.  Pero no es menos verdad que los colaboradores que se asientan en una obra apostólica, son tan absolutistas como ese mismo clero que pretende hacer de su ámbito un “cortijo propio”.  Y eso valga cuando se habla de iniciativas, de normativas añadidas, de cambios a gusto del consumidor o de anquilosamientos de quienes no se quieren mover de donde están.  No digamos de quienes se sienten protagonistas hasta llegar a imaginar que por ellos –clero o seglares- es por los que los fieles acuden.  Causa risa…, cuando no pena.
             Que esto no es general. Hombres como Gayo, y mujeres heroicas en su servicio desinteresado y abierto, y clero inmensamente respetuoso y capacitado para vivir en equipo, los hay a montones.  Y lo verdaderamente válido es el sentido grande de corazón en el que se vive el puro servicio de Dios sin mirarse él al espejo de su egoísmo, y con la alegría inmensa de aquellos hermanos, seglares o clérigos, que son capaces de dar a fondo perdido…, haciéndose a un lado…, estando “allí” como si no estuvieran, porque son muy sabedores de que no hacen sino lo que tenían que ser, y que no han hecho sino lo que tenían que hacer.  Luego, desaparecen por el foro como si no hubieran hecho nada.
             Cuando Jesús toca hoy en el Evangelio un punto tan importante como el de la oración insistente y perseverante, está partiendo del sentimiento de poquedad de aquella viuda a la que el juez no le hace caso, pero ella insiste e insiste. Y el juez acaba haciéndole justicia porque se plantea el hombre, con bajeza de miras, que si no lo hace así, la viuda puede arañarle.
             Claro que Jesús no es que piensa que Dios actúa para que no le vayan a arañar.  Pero el cuentecillo del juez injusto y la viuda persistente le ayuda a explicar que LA ORACIÓN es la fuerza del hombre y la “debilidad” de Dios. Nuestra pobreza humana nos debe llevar a una fe tan profunda y constante que recurramos a Dios una y mil veces.  Que nunca nos quedemos en la simpleza de que Dios no nos oye, sino que  su bondad y justicia (que es igual que decir: amor, misericordia, Corazón abierto…), está buscando en nosotros esa profundidad de fe que no desconfía ni condiciona.
             La palabra final de este evangelio es para pensársela: Cuándo venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?  Es, por tanto, cuestión de fe. Pero esa FE de tal calibre que llega a poder arrancar un monte y que se traslade al mar.  Esa fe que puede ser como un grano de mostaza pero que tiene que ser verdadera fe.  Y esa fe absoluta, plenamente confiada, segura de Dios y del poder de Dios…, que puede cambiar al ser humano, esa FE es la que Jesús se pregunta si la encontrará Él cuando venga…
             Claro: estamos hablando no de la fe que se vive desde la butaca y esperando que otros actúen.  No esa fe que “tanto confía” que la persona no se mueve de su sitio…   Que con poco que echemos una mirada a la realidad, uno experimenta bochorno de ver que tengamos tan poca fuerza unos cristianos a los que poco pueden temer las fuerzas  del mal…
             Cuando surgió la Acción Católica, y se llenaron de jóvenes cristianos las Congregaciones Marianas, las células “ateas” (o políticamente destructoras) se sentían acobardadas por aquella fuerza de unos cristianos luchadores por la fe, que entraban como aceite en cualquier rendija posible para poner allí esa fe que ellos mismos tenían, y que contagiaban.
             Cuando venga el Hijo del hombre hoy, ¿hallará esa fe en la tierra?

1 comentario:

  1. Ana Ciudad12:29 p. m.

    El Señor nos enseñó de muchas maneras la necesidad de la oración y la alegría con que acoge nuestras peticiones.Cada instante de nuestra existencia es fruto de su bondad,que carecemos de todo que nada tenemos.Y,precisamente porque nos ama con amor infinito,quiere que reconozcamos nuestra dependencia,pues esta conciencia de nuestra nada es para nosotros un gran bien,que nos lleva a no separarnos un solo instante de su protección.
    DICHOSO QUIEN AMA AL SEÑOR Y SIGUE SUS MANDATOS.
    El salmo canta las bendiciones del justo que conforma su manera de obrar con el modo de obrar de Dios.
    El modelo original de este amor a Dios y al prójimo lo tenemos en Cristo,en quien se unió la humanidad y la divinidad en una sola persona,que no tenía otro alimento que hacer lo voluntad de su Padre y que de tal manera amó a los hombres,que dió la vida por ellos.
    ORACIÖN.
    Señor Jesucristo cuyo amor a los hombres brilla en las tineblas,como una luz,concédenosque,imitando tus ejemplos y amando de corazón tus mandatos,seamos luz para el ciego y auxilio para necesitados, y providencia amorosa para nuestro prójimo.

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