viernes, 2 de noviembre de 2012

Morir, resucitar y ayudar a revivir


FIELES DIFUNTOS y PRIMER VIERNES
          ¿Será casualidad que oficialmente hoy puedan celebrar 3 Misas los sacerdotes, lo mismo que el día de Navidad?  ¿Será casualidad que el Nacimiento y la Muerte tengan el privilegio de esas 3 Misas?  Más aún: ¿tendrá que ver el hecho de que Jesús nace con la CELBRACIÓN de este día que CONMEMORA A TODOS LOS FELES DIFUNTOS?  Porque observen ese título que da la Iglesia a este día: no se habla de “sufragio”, sino de “conmemoración”.  ¿También es casualidad que ayer celebráramos  TODOS LOS SANTOS (quienes ya está viviendo en el Cielo con plenitud), y que hoy conmemoremos a todos los fieles difuntos?  Porque es evidente que conmemoramos a los que ya están salvados; no íbamos a conmemorar a los hipotéticos condenados (si los hubiere).  Conmemoramos, en definitiva,  no su muerte sino su nacimiento, el que hay después de la muerte para aquellos que murieron en la PAZ DEL SEÑOR.  Porque de eso se trata.
             Lo difícil hoy para mí es hacer una expresa mención de la liturgia porque en los misales de uno popular –a menos los editados hace pocos años- no aparecen lecturas propias para cada uno de los formularios de las  Misas.  El Leccionario oficial sí las trae ya, evitando el molesto manejo de unos formularios comunes, abundantes, en los que cada lectura, cada salmo, cada evangelio había que buscarlo en diferente sitio y escogidas cada parte al azar.  No puedo, pues, entrar en concreto sobre lecturas oficiales de este día.  Lo que sí se puede afirmar siempre es que toda lectura sobre la muerte, especialmente en el Nuevo Testamento, es una puerta a la esperanza.  El Bautismo está ligado por el mismo Cristo a su muerte (el bautismo que Yo voy a recibir; el cáliz que Yo he de beber).  El bautizo más primitivo en la Iglesia, se realizaba por inmersión, introduciendo al neófito dentro de la piscina bautismal hasta la cabeza: un símbolo de muerte bajo las aguas. Pero la palabra del Sacerdote o diácono –las que Jesús dejó ahí como modo de salvación-, “salvaban” al bautizado sacándolo del agua, y con la invocación al Espíritu Santo que da vida.  Por eso la muerte está abocada a la vida a través de la fe…, a través de la gran realidad de Cristo muerto y resucitado, que convirtió la muerte en vida, el fracaso en triunfo, el pasado en ilusión y posibilidades de futuro. En la carta a los fieles de Roma (capítulo 6) se trata de ello.  Y en la 1ª carta a los fieles de Corinto (c. 15) se pone la razón de todo: porque Cristo ha resucitado y así fundamente nuestra fe.
             Muchos textos pueden aducirse y hoy encontraremos otros nuevos los que participemos en las tres Misas, o en alguna de ellas.  Se ha tocado en la “primera” [primer formulario] esa afirmación maravillosa de Jesucristo que dice a sus apóstoles que Él se va al Cielo porque va a prepararlos sitio en las muchas “estancias” que hay allí…  Y cuando preguntan los apóstoles cuál es el camino para llegar, Jesús responde con la más bella de las respuestas: YO SOY EL CAMINOY nadie va al Padre sino por mí.

             Como hoy se añade a esta conmemoración –realmente festiva- la otra realidad de ser PRIMER VIERNES DE MES, nuestro acto del APOSTOLADO (5’30 de la tarde, en el Salón de Actos de la Casa de los jesuitas), nuestra HORA SANTA ante el Santísimo, en la Iglesia ( a las 7), lo haremos en ese ámbito gozoso de quienes HEMOS ENCONTRADO EL CAMINO en el Corazón de Jesucristo…, en el Corazón de Dios, donde se fundamenta indubitablemente NUESTRA FE.
             Jesucristo, el muerto que VIVE, y vive para siempre, y vive para seguirse dando a nosotros y por nosotros, nos va a mostrar EL CAMINO desde esa realidad inmensa del Evangelio, ese pozo de vida porque (como expresó en su diálogo con la samaritana, el agua que yo doy, salta hasta la vida eterna.  A ello nos dirigims, ese punto de plena confianza es el que fomentamos y el que tratamos de universalizar en el Apostolado, que tiene el gran recurso de LA ORACIÓN, y la gran exigencia de LA MISIÓN.  Porque muy mal se entendería a quien vive el espíritu del Apostolado de la Oración quedarse sólo con la segunda parte y no sentirse acuciado por la primera.
             Y la enorme riqueza del Apostolado de la Oración es que entra transversalmente en todo grupo cristiano, activo o contemplativo, en toda vida consagrada (activa o contemplativa), en todo hombre o mujer de sentimientos humanitarios y que admita el valor de suplicar a Alguien que todo lo puede…, sin el este apostolado de la oración suplante, añada nuevas obligaciones, invada terrenos…  Sencillamente el APOSTOLADO DE LA ORACIÓN es alma que vivifica y potencia, y más universaliza en cuanto que no se queda en lo pequeño de un grupo o gueto sino que acoge y aplica las grandes intenciones que el Papa pone como necesidades más universales y perentorias.

2 comentarios:

  1. José Antonio1:55 p. m.

    A veces, he concluido en mi pensamiento que la grandiosidad de Dios al crearnos no está después de la muerte, sino antes de nuestra creación. Dios Padre nos crea para darnos Vida tras esa creación física, humana que tiene finitud terrenal. Paradoja, pero realidad. Desde que el Señor dispone nuestra vida a este mundo, El ya dtermina que ello lleva implícito la vida ETERNA. Pienso en esa niñez en que viviamos la magia de los gusanos de seda, que "morían" para transformarse.
    Culturalmente, socialmente, el tema de la muerte nos impregna de un oscurantismo, de un misterio, que para los creyentes y para los que vivimos la Resurrección de Jesús carece de sentido, pues es la puerta de entrada a esa auténtica Vida para la que desde nuestra concepción desde el Amor de Dios hemos sido destinados. En este día, quiero acordarme de todas aquellas almas que no cuentan con una simple oración o recuerdo desde este mundo y que sin duda gozan también de la vida prometida por Cristo.

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  2. Ana Ciudad3:46 p. m.

    AMO AL SEÑOR,PORQUE ESCUCHA MI VOZ SUPLICANTE;PORQUE INCLINA SU OÍDO HACIA MÍ EL DÍA QUE LO INVOCO.
    Lo primero que debería preguntarse un cristiano es aquello que se pregunta el salmista¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?La respuesta la tiene en las palabras del salmo,que la liturgia romana puso en labios del sacerdote antes de la comunión:"tomaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor".La Eucaristía es la mayor prenda de la misericordia divina,y el mejor medio de dar gracias a Dios

    Por eso el modelo para recitar este salmo lo tenemos en CRISTO que lo recitó al terminar la Cena pascual en la que había instituido la Eucaristía,sacramento vivo de su sangre derramada en la cruz,con la que fundaba la Nueva Alianza y operaba nuestra redención.Pero la Eucaristía es participación en su misma vida y por tanto,la vivencia de la entrega total al servicio de Dios y de los hombres.

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