jueves, 15 de noviembre de 2012

Ahí va eso...


ONÉSIMO Y FILEMON
          Una de las piezas claves de la pedagogía cristiana, y como un elemento que deberíamos tener delante en nuestras situaciones d tensión interna ante momentos de elección y decisión sobre postura CRISTIANA a seguir, está LA CARTA DE SAN PABLO A FILEMÓN.
             Filemón es un discípulo de Pablo.  Pablo, con una táctica frecuente en e´l, comienza alabando su caridad por cuanto que ha aliviado sufrimientos de muchos cristianos.  Pero, lo que suele ocurrir: caritativo, generoso, capaz de trabajos y dedicaciones admirables para los demás de fuera, cuando él se encuentra con el problema “en su casa”, no tiene el mismo talante.
             San Pablo, con gran pedagogía, le dice que se siente en la libertad de indicarle lo que debe hacer…, pero prefiere apelar a la caridad de Filemón para que sea Filemón quien aplique los mismos principios que sabe a un caso muy concreto y muy directo…  Se trata de un esclavo suyo, Onésimo, al que ha expulsado de la casa por razones objetivas.  Onésimo se ha refugiado en Pablo, encarcelado y anciano, y le ha prestado un gran servicio.  La referencia a esa “ancianidad” es un motivo que baraja Pablo para expresarle a Filemón su grado de autoridad para mandarle. “Pero prefiero rogarte”.
             Le dice: Te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión, que antes era tan inútil para ti, y ahora –en cambio- tan útil para ti y para mí;  te lo envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo para que me sirviera en tu lugar en esta prisión que sufro por el Evangelio.  Bien se ve cómo está Pablo preparando el terreno, con esa serie de pinceladas que aunque es verdad que no mandan, son auténticamente imperiosas para un sentir humano y una conciencia cristiana, evangélica, de Filemón.  Basta leer despacio palabra a palabra de ese párrafo para ver que Pablo está atornillando fuerte para “rogarle”.
             Y lo que le “ruega” es nada menos que lo VUELVA A RECIBIR EN SU CASA.  Que a mí me gustaría retenerlo, pero no quiero hacerlo sin contar contigo… Así harás el favor no a la fuerza sino con toda libertad.  [No hace falta explicar mucho para ver a qué grado de responsabilidad está enfrentado Pablo a Filemón.
             Quizá se apartó de ti por un tiempo para que le recobres ahora para siempre. PERO NO COMO ESCLAVO SINO COMO HERMANO QUERIDO.  Si yo le quiero tanto, ¡cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano.  ¿Vamos siguiendo el proceso de conciencia a que Pablo enfrenta a Filemón?  Porque si supiéramos aplicar a nuestras decisiones, palabras, juicios, actitudes…, esta criba CRISTIANA, muchas cosas serían diferentes.
             Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo. Si te debe algo, PONLO EN MI CUENTA;  YO, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño y letra…  [¡Cualquier cosa…!  Ya dijo Jesús que quien “hace algo a favor de un pequeño, se le hace a Él mismo”.  Pablo está personalizando tanto con Filemón que, sin dejarle palabras espirituales que puede llevarse el viento (por desgracia!, porque son palabras del mismo Evangelio), lo hace refiriendo el favor como a si mismo…, y él sale fiador…
             Pero Pablo pega una última enorme vuelta de tuerca, porque no manda…, pero…  Le dice que “yo pago en su lugar”…, “para no hablar de que tú me debes a mí tu propia persona.   Es la traca final, porque ha puesto a Filemón ante una DEUDA MUCHO MAYOR… Ya lo expresó Jesús en aquel mal administrador al que le perdonaron una ingente suma, y él no supo perdonar una calderilla que le debía un compañero.  Pablo no está haciendo sino aplicar evangelio…  Pero siempre está –juntamente- poniendo unos motivos cercanos, afectivos, del mutuo cariño… No manda…, pero la “súplica” es de una fuerza enorme.  Acaba esta pieza maestra apelando a la relación personal de Filemón y él:  Por Dios, hermano, a ver si me das esas satisfacción; alivia mi ansiedad por amor a Cristo.
             Un Pablo así a nuestro lado, necesitaríamos muchos. Y ya que nuestra fácil devota oración no nos mueve a posturas profundas que nos hagan cambiar actitudes y juicios…, un Pablo que nos enfrente a nosotros mismos con mano izquierda de terciopelo, nos haría inmensa falta.
             Y eso acaba encajando muy directamente con ese Evangelio de hoy: no busquéis fuera, ni en bagatelas piadosas, el Reino de Dios.  Sino entrad en una introspección profunda y descubrid dentro de vosotros ese Reino de Dios.
             Bien fácil es desparramarse en devociones, hechos admirables que nos cuentan de aquí y de allí, y estar más pendientes de eso… NO, dice, Jesús.  El Hijo del hombre aparece como el relámpago…  No lo puedes prevenir…, pero llega.  Eso sí: Llegará a costa de lo que Él padece, hasta ser reprobado por esta generación.  No veo la frase reducida ni a aquel tiempo ni al padecer cruento de su muerte, aunque evidentemente la supone.  Veo mucho más –en el momento actual- ese padecer  diario que provoca esta generación, tan alejada de entrar en un razonamiento como el que Pablo le hace –tan seriamente- a Filemón.

1 comentario:

  1. Anónimo2:30 p. m.

    El mensaje es con mucha frecuencia el mismo, nos lo dicen desde todos lados, San Pablo, el Evangelio y hasta el mismo idioma español tiene su refran, "una cosa es predicar y otra dar trigo" el problema es que vemos nuestros actos siempre justificables y no nos damos cuenta de lo que hay en nuestro entorno y las necesidades de todo tipo que podríamos paliar si tuvieramos los ojos abiertos y el corazón dispuesto para el mensaje de Cristo.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!